Es sabido que "la historia la escriben los vencedores". Espero que el 18 de octubre del 2019 (18/O) quede registrado como el día en que el pueblo chileno despertó demostrando que había resistido la prédica neoliberal sobre la inutilidad de la acción colectiva. Por el momento, ésta no es más que una aspiración. La lucha está en curso, el desenlace abierto. Fuerzas poderosas intentan imponer otras lecturas. Desde la extrema derecha se afirma que se trata de una insurrección promovida por el castro-chavismo internacional . Incluso, el Presidente Piñera, se ha hecho vocero de esta interpretación delirante. Otros, algo más sofisticados, sostienen la idea de que se trata de una crisis "producto del éxito del modelo de modernización capitalista" agudizada por "pulsiones juveniles".

Es innegable que el proceso que arranca el 18/O ha significado para muchos penas y aflicciones. 24 fallecidos, 11.180 heridos de acuerdo al Minsal, 3.442 por responsabilidad de agentes del Estado según el INDH, alrededor de 300 de los cuales con lesiones oculares y más de 200 agresiones sexuales, representan un pesado balance. Esto sin contar la destrucción de patrimonio público y privado y la pérdida de empleos.

Las visiones conservadoras ponen por delante esta dimensión para desacreditar la movilización. Desde ya han iniciado una campaña feroz en la cual se reduce el proceso a vandalismo, saqueos y destrucción. Es un libreto clásico, destinado a influir en el plesbicito previsto para el 26 de abril próximo.

El 18/O es mucho más que eso. La historia enseña que las grandes convulsiones sociales tienen siempre un lado oscuro. Sería ideal que el curso de la historia fuera siempre ascendente, producto de la deliberación inteligente y respetuosa de los distintos actores sociales y que luego de ella los privilegiados renuncien voluntariamente a sus privilegios en aras del bien común. Sin embargo, en la realidad, por mucho que algunos quieran ignorarlos, los conflictos sociales existen. El punto es resolverlos pacíficamente por la vía democrática. Esta convicción es uno de los grandes aportes de las izquierdas renovadas.

No fue a partir del 18/O que la sociedad súbitamente descubrió que existían desigualdades e injusticias flagrantes. Esto se sabía, tan solo que parecían formar parte de un orden natural prácticamente inmutable. La gran sorpresa fue la disposicion a luchar, a reivindicar la accion colectiva , el encuentro con el vecino que padece los mismos problemas y tampoco se resigna a sufrirlos en silencio.

Esto es lo que permite pensar que de todo lo vivido saldrá un mejor país con una Constitución legítima emanada de una constituyente paritaria, representativa de los pueblos originarios y los independientes y un sistema de protección social que asegure dignidad a las hijas e hijos de esta tierra.