Según los indicadores oficiales del MDS, entre 1990-2003 el Gini se mantuvo en 0,57, tuvo una baja en 2006 a 0,54 y se ha mantenido constante entre 2006-2017. El año 2006 el Gini también fue 0,50 según la metodología "nueva", la que tiene ajustes que la hacen no comparable con las previas, pero la conclusión no cambia en el sentido que se ha mantenido constante entre 2006-2017.

Ahora bien, el nivel de este indicador aumenta cuando se considera el verdadero ingreso del 1% más rico. Según López, Figueroa y Gutiérrez (2013) al corregir el Gini del año 2006 éste aumenta a 0,58, y si además se consideran las utilidades no distribuidas éste aumenta a 0,63 el mismo año. Sin embargo, cuando se observa la evolución 2005-2010 el indicador se ha mantenido constante. Adicionalmente, la evolución de la concentración en el 1% más rico estimada por Flores, Sanhueza, Atria y Mayer (2019) reporta una caída entre 1990-1995, pero un aumento posterior pone a la cifra del año 2015 en el mismo nivel que el año 1995. Es decir, según estos indicadores, la desigualdad se ha mantenido constante en la última década y ha retrocedido respecto a los años 90.

Por otra parte, el Gini es un indicador engañoso para medir la evolución de la desigualdad (Sanhueza, 2013). Por ejemplo, si en una sociedad con dos personas en un momento en el tiempo los ingresos son 10 y 100, el Gini es 0,4, y en el siguiente período son 20 y 200, el Gini se mantiene en 0,4. Sin embargo, la brecha de ingresos se ha duplicado de 90 a 180, con lo cual se ha duplicado la brecha en la capacidad de compra de esas personas. Uno podría decir que la desigualdad se habría mantenido constante si ambas personas experimentan el mismo aumento de los ingresos, por ejemplo, si los ingresos en el segundo período son 30 y 120, en cuyo caso el Gini se vería reducido a 0,3. En Chile, el año 1990 la brecha de ingresos entre el 10% más pobre y el 10% más rico era de aproximadamente $ 500.000, y ahora es mayor a 1 millón de pesos ($ reales). Por lo tanto, la brecha en la capacidad de compra se ha duplicado. Igualmente ha aumentado la brecha relativa a los ingresos medianos.

Esto cuestiona también cómo medimos el crecimiento económico. En el primer ejemplo, cuando se duplican los ingresos y no cambia el Gini, el crecimiento del ingreso per cápita es de 100% (igual para el más pobre y el más rico). En el segundo ejemplo, en que ambos ingresos aumentan en 20, el crecimiento del ingreso per cápita sería de 36%. Sin embargo, el crecimiento del ingreso del más pobre sería de 200% y el del más rico sería 30%. ¿Cuál crecimiento es preferible? En mi opinión, el mejor crecimiento no es cualquier crecimiento sino es el que hace a una sociedad más igualitaria y más justa. Ese no es el que Chile ha tenido.