Con el nombramiento de los subsecretarios, Sebastián Piñera comienza a concretar cuál será el tipo de gobierno que encabezará. Algunas cuestiones son importantes de tomar nota.
De los designados, la mitad ya trabajó en el primer gobierno de Piñera. Se busca con ello experiencia, pero ¿para qué? Al menos en las subsecretarías más políticas, se nombra personas con perfil de gestión política. Tanto Rodrigo Ubilla en Interior, Felipe Salaberry en la SUBDERE y Claudio Alvarado en Presidencia no serán meros "jefes de servicios administrativos". Piñera parece advertir que su gobierno enfrentará muchos frentes de negociación y conflicto, tanto en el Congreso, donde carece de mayorías, como en la calle, donde se presume un año movilizado. Se arma así una tríada con capacidad de avance y contención. Pero de nuevo surge la pregunta ¿para qué?
La respuesta parece estar en las carteras "menos políticas", ahí el proyecto de la derecha se expresa nítido y sin contrapeso. En Educación, Salud, Trabajo, Medioambiente, para nombrar las más notorias, las carteras son ocupadas por perfiles inscritos dentro de una égida neoliberal. Se puede aventurar que desde allí se impulsarán, sin contrapesos hacia los titulares de la carteras, políticas de apoyo a la demanda privada más que a la oferta pública educativa, de externalización de servicios médicos, de flexibilización laboral, y de desregulación de los proyectos medioambientales. Todo en consonancia con la agenda de "segunda transición" anunciada por Piñera en su programa de gobierno, que ahora es claro que se debe leer como alejada del fortalecimiento de derechos sociales.
La procedencia de la mayor parte de ellos no deja tampoco de llamar la atención. La mayoría son militantes de los partidos de Chile Vamos, en perjuicio de los independientes. Se apuesta así por tener un gobierno con carácter más orgánico que el que otrora profesara la derecha, y que ahora ni siquiera se hace el intento por matizar. Además, muchos de los subsecretarios están o estuvieron ligados al Instituto Libertad y Desarrollo quien deviene en el nuevo centro de influencia del gobierno (con Cristián Larroulet como jefe de asesores del "segundo piso"). Ello, a descrédito del CEP que ya en las designaciones ministeriales había perdido peso. Una prueba al canto: la ausencia de Silvia Eyzaguire, la "candidata natural" para ocupar la subsecretaría de Educación, quien es desplazada por Raúl Figueroa- un ortodoxo de las políticas neoliberales en educación.
Un comentario final, pero no menor. De las 35 subsecretarías, 24 son hombres y 11 mujeres. Es un déficit importante en paridad de género. La poca representatividad de mujeres -que ya se había expresado en el nombramiento de Ministros- no es una anécdota. Muestra que en la derecha chilena prima una carencia de contemporaneidad. Una incapacidad de observar que señales en ese ámbito son estratégicas para gobernar una sociedad que clama por mayores niveles de igualdad en todos sus planos.
En definitiva, es un gobierno con experiencia, sin duda, pero para profundizar el proyecto y el carácter de la derecha chilena.