Se sabe que la vida está cara. Poner un pie en el supermercado provoca dolor de guata y quienes tienen auto sufren con cada alza semanal de las bencinas. Todos tienen razones para sufrir, porque el arriendo, los gastos comunes y las cuentas tampoco dan tregua. Si hasta el chocolatito que te comes a diario para calmar la ansiedad se está haciendo insostenible.

En ese contexto se hace inevitable apretar el cinturón. Cada peso y cada gasto cuenta. En julio pasado, entre tanto martillazo al chanchito del hogar, llegó una buena noticia: se dejará de cobrar la tarifa de invierno en las cuentas de electricidad.

En concreto, como parte de los compromisos asumidos por el Presidente Gabriel Boric en su última cuenta pública, a partir de la primera quincena de julio del año pasado se dejó de cobrar la tarifa de invierno en las cuentas de electricidad de los clientes regulados (tarifa BT1 y TRAT1).

Una buena para el bolsillo, sin duda. Y que puede ser mejor aún si nos ponemos en plan de utilizar de manera más eficiente la energía eléctrica del hogar. Una idea que desde 2015 se promueve en el país, a través de los ministerios de Energía y de Vivienda y Urbanismo, que invitan a cada casa y departamento a ser evaluados voluntariamente y recibir una calificación de eficiencia energética, siendo “A+” el mejor resultado y “G” el peor.

Para ello existe un instrumento denominado Calificación Energética de Viviendas (CEV), diseñado por ambas carteras “Este instrumento es de uso voluntario y busca entregar información estandarizada a las familias sobre la eficiencia tanto térmica como energética de las viviendas”, explica Víctor Muñoz, ingeniero civil industrial, constructor civil y académico del Duoc UC.

María Luisa del Campo, directora del Centro Tecnológico Kipus de la Universidad de Talca, dice que un hogar promedio, de unos 85 metros cuadrados y en el que residen tres o cuatro personas, consume unos 8 mil kWh al año. “Si llevamos esto a un gasto anual de energía, equivale a unos 650-700 mil pesos”, estima.

Siguiendo el cálculo, esto significa que una vivienda en promedio consume alrededor de 95 kWh por metro cuadrado al año, lo que de acuerdo a la calificación de eficiencia energética es bastante alto. “Significa que una vivienda normal tendría una calificación apenas entre D y E, lo que evidencia que la mayoría de ellas tiene ineficiencias que deben ser subsanadas”.

Pero hay maneras de detectar y corregir las ineficiencias energéticas del hogar. Y son más fáciles de aplicar de lo que se cree.

Las universidades dicen que la adaptación a las clases online ha sido costosa. Foto. Patricio Fuentes

Con miras al 2050

En los últimos 20 años, el gasto energético del país ha aumentado cerca de un 30%, según Carlos Torres, académico de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Talca. “Suele haber una relación entre el PIB, el consumo energético y el mayor poder adquisitivo, lo que da pie a un mayor gasto”.

Esta situación no se condice con la que viven muchos países miembros de la OCDE, que han logrado mantener desacoplado el crecimiento económico del consumo energético. De eso se intenta hacer cargo el Plan Nacional de Eficiencia Energética, que rige desde este año y que pretende entregar un marco estratégico para alcanzar la carbono neutralidad en el 2050. La meta es que para el año 2035, el 70% de las principales categorías de artefactos y equipos que se vendan en el mercado sean energéticamente eficientes. Lo que se debería extender al 100% para el 2050.

Lamentablemente, “en la actualidad tenemos un aumento del gasto eléctrico por el uso de televisores, computadores y electrodomésticos”, dice Víctor Muñoz. Así lo acredita un informe del Ministerio de Energía del 2018. Este indica que la electricidad es “la única fuente que ha incrementado su consumo energético, pasando de 1.692 kWh por vivienda al año a 2.074 kWh/, desde el 2009 al 2019″.

Para el proyectista eléctrico y docente del Duoc UC Alameda, Axel Maldonado, en la ciudadanía existe conciencia respecto a la relevancia y la necesidad de ser eficientes energéticamente. “El usuario promedio sabe lo necesario que es ocupar lo justo y de una u otra forma trata de ahorrar energía en diferentes procesos, como al apagar la luz al salir de una habitación o desenchufar los artefactos en la noche”. El mercado también aporta su grano de arena, “entregando una variedad de productos para el hogar que facilitan esta acción y no solo en el área de la electricidad, como son las ampolletas de ahorro energético, por ejemplo”.

Lo que más gasta

Pensemos en hacer más eficiente nuestro hogar desde el punto de vista energético. Para eso, lo primero es saber cuáles son los equipos y artefactos que más consumo requieren para su uso.

“Por lo general, todos los electrodomésticos que transforman energía eléctrica en calorífica consumen más. Por ejemplo, el microondas, el hervidor o el horno. Sin embargo, como no suelen utilizarse por un tiempo prolongado, no son tan invasivos en los consumos, aunque sí demandantes en la calidad del cableado de la instalación eléctrica”, afirma Axel Maldonado.

Los electrodomésticos que suelen tener un uso prolongado, en especial en invierno y verano, son los calefactores eléctricos y aires acondicionados. “Según las condiciones ambientales y la necesidad del usuario, pueden estar conectados por un largo periodo de tiempo al día”, dice Maldonado. “Según mis propias estadísticas, estos electrodomésticos llegan a consumir hasta el 70% de la energía al mes en el peak de la época invernal y de entrada al verano”, agrega.

En la tabla que sigue, el docente del Duoc UC expone de mayor algunos de los artefactos más comunes en los hogares, en orden decreciente del consumo energético que requieren para su uso:

Al momento de comprar este tipo de artefactos, es importante cerciorarse que posean sellos de calidad, como el del SEC, que es obligatorio. Este garantiza que el equipo “sea seguro para la manipulación para un usuario común, eléctricamente hablando”. Y junto a éste, considerar la calificación energética que aparece en el etiquetado que debe exhibir cada producto.

Otro producto que no aparece en la tabla y que requiere un alto consumo energético es el refrigerador, el que puede llegar a consumir entre 250 y 500 watts (W) por hora. Según la Compañía General de Electricidad Distribución (CGE), esto representa hasta el 30,6% del gasto de electricidad de un hogar al mes. Es fundamental, en este caso, sólo abrir la puerta cuando es necesario y preocuparse de que no quede abierta, pues de esa manera pierde frío y aumenta su consumo energético. Asimismo, un refrigerador vacío también aumenta su gasto —al haber menos cosas frías dentro, el esfuerzo por mantener la temperatura baja es mayor—, por lo que al momento de comprar uno hay que considerar un tamaño acorde a las necesidades.

En el sitio Topten.cl, que cuenta con el apoyo del Ministerio de Energía, la SEC, y WWF, entre otras organizaciones, puedes encontrar una guía de productos eléctricos y electrónicos (desde electrodomésticos y tecnología a vehículos, o equipos de climatización y de agua caliente) con visión de eficiencia energética. Ahí puedes comparar precios e información relevante respecto a su consumo energético.

Por ejemplo, actualmente el refrigerador más eficiente del mercado en Chile, según el ranking de TopTen, es el Miele KS 28423 D, que solo consume 7 kWh al mes, lo que genera un gasto de apenas 910 pesos en la cuenta de luz. Pero donde sí generará diferencias será en tu cuenta bancaria, porque cuesta más de 2 millones de pesos.

El consumo fantasma

Cada vez se habla más de este tipo de consumo: el famoso estado stand-by, que dice relación con el gasto energético que generan los artefactos mientras se encuentran apagados pero enchufados a la corriente.

La Agencia Internacional de Energía estima que el consumo fantasma fluctúa entre el 5 y el 10% del total diario. Toma el caso de un televisor, como ejemplo. Un LCD apagado consume cerca de 1,5 W por hora, a lo que se puede sumar el gasto que se produce por el decodificador del servicio de cable. Su consumo, mientras se encuentra apagado, llegaría a los 43 W por hora.

Algo similar ocurre con el microondas: su consumo en stand-by es de 3,08 Wh, pero si éste quedara con la puerta abierta, aumenta a 25,79 Wh. Computadores, consolas de videojuego y equipos de música, entre otros artefactos, generan también un consumo fantasma, igual que el cargador de celular o del notebook que queda enchufado durante todo el día. Cuando se observan por separado parecen gastos menores, pero la suma de todos se traduce en dinero y energía derrochada. Axel Maldonado dice que ese gasto se puede evitar con una simple acción: desenchufarlos después de cada uso. O al revés: enchufando sólo cuando se vaya a utilizar.

Otros especialistas aconsejan considerar este consumo fantasma al momento de la compra, de manera que se opte por equipos que generen el menor gasto posible mientras se encuentren apagados.

Otras medidas

Para Maldonado la eficiencia energética no es sólo consumir “lo justo y necesario”, sino que también hacerlo de forma segura. En ese sentido llama a tener precaución con sobrecargar las tomas de corriente, ya que esto no sólo puede generar un mayor gasto eléctrico sino que también provocar cortocircuitos que conduzcan a emergencias mayores, como un incendio. Por lo mismo, “desenchufar después de ocupar” debe repetirse como un mantra.

Tampoco es buena idea utilizar zapatillas o alargadores para enchufar artefactos de alto consumo energético: refrigeradores, hornos eléctricos, aires acondicionados, radiadores, plancha, secadores de pelo, secadoras, entre otros, ya que pueden generar una sobrecarga, con el riesgo mencionado que eso implica.