La apuesta del grupo Luksic por extender la vida de Los Pelambres

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Antofagasta Minerals está iniciando los estudios para alargar la vida del mayor yacimiento de cobre del grupo minero. La hoja de ruta aún no la definen, pero estiman que a fines del 2021 empezarán la tramitación de los primeros permisos de la iniciativa. Mientras, la firma avanzará en otros proyectos donde el principal es la ampliación de la planta desaladora que aún están construyendo. Todo, para que al 2025 la faena deje de extraer agua del río Choapa.


Importantes inversiones está estudiando desarrollar el grupo Luksic en su negocio minero en medio del actual escenario de pandemia. El más relevante, y que aún no está cuantificado, tiene que ver con la extensión de la vida operativa de Los Pelambres, principal yacimiento del holding que ya lleva 20 años en operación y cuyo término se tiene programado para el año 2035.

Y a pesar que aún quedan 15 años para eso, la minera ya está comenzando los estudios preliminares de ese anhelo que busca diseñar una Pelambres verde, es decir, una mina que en el futuro opere solamente con agua de mar y que utilice sólo energías renovables.

“Estamos haciendo los estudios para ir más allá del 2035 y la idea es comenzar ya a elaborar las distintas alternativas y poder empezar a diseñar los primeros esbozos de los permisos que se requieren para esa etapa”, adelanta el presidente de Antofagasta plc, Iván Arriagada.

Y si bien aún no existe un calendario definido, Arriagada detalla que se está trabajando para comenzar la tramitación de los primeros permisos de esta iniciativa a fines de 2021. “Estamos desarrollando el calendario para ver cuándo presentar un estudio para la extensión de Pelambres, pero dado los plazos que toman estos permisos, la idea, probablemente, es a fines del 2021 poder estar presentando un primer permiso asociado a la extensión”, indica.

Y la premura es porque son muchos los elementos que tienen que analizar para alargar la producción de la minera. Uno de ellos es ver qué pasará con El Mauro, tranque de relave que ha sido el protagonista de los principales conflictos que la minera ha sostenido con la comunidad y que dio por cerrado el año 2015, cuando se firmó el acuerdo “Somos Choapa” donde en una mesa público-privada se acordaron una serie de medidas para optimizar el uso del agua y donde la compañía pactó que cualquier ampliación de El Mauro sería solo a través de un diálogo abierto con la comunidad.

“Extender la vida de Pelambres más allá del 2035 tiene impactos y hay que evaluar cuáles son las alternativas desde el punto de vista de cómo sigue desarrollándose la mina. Cuáles son las alternativas de depositación de lastre y las alternativas del punto de vista de la extensión de toda la infraestructura. Hoy lo que estamos haciendo es mirar todas las alternativas posibles. Hay cambios tecnológicos que han ocurrido en varios de estos ámbitos que también los vamos a integrar en nuestros análisis”, explica Arriagada ante la consulta si dentro de las opciones está diseñar un nuevo tranque. “No tenemos definido todavía un camino específico, sino que estamos viendo las alternativas”, recalca.

Pero el ejecutivo señala que en estos 20 años de operación la compañía “ha ido aprendiendo”, y destaca que hoy la minera encontró una forma de relacionarse con la comunidad distinta y que está basada en la participación y transparencia. “Tiene más que ver con adaptarse, incorporando los aprendizajes, pero mirando hacia el futuro sobre una base de un relacionamiento comunitario que hoy día lo vemos en un buen pie justamente para poder abordar estas inversiones”, explica.

Operar solo con agua de mar

Por eso también la minera está pensando realizar una serie de nuevas inversiones previas a la extensión de la faena. Uno de ellos es ampliar la planta desaladora que forma parte del proyecto Infraestructura Complementaria (Inco) que hoy está en ejecución y que sufrió un retraso de seis meses producto de la pandemia.

En esa iniciativa, la cual tiene un presupuesto aprobado de US$ 1.300 millones, se está construyendo una planta desaladora de 400 litros por segundo y que hoy la compañía quiere ampliar al doble su capacidad y para eso quiere iniciar en el primer trimestre del 2021 una nueva tramitación ambiental. La meta de la firma es ambiciosa, pues espera que hacia 2025, año en que el nuevo proyecto estaría operativo, Los Pelambres deje de extraer agua del río Choapa.

“El proyecto Inco terminaría el año 2022 y luego de eso vendría esta nueva etapa de inversión y de generación de empleo. Queremos partir la construcción de la nueva capacidad de la planta el año 2023 para estar el año 2025 con el suministro de agua de Pelambres plenamente con agua desalada”, destaca Arriagada.

Con esto, Los Pelambres se transformará en la primera faena minera de la zona central que use agua de mar para su operación. “Hemos visto y escuchado que algunas faenas mineras de la zona central han tenido afectación en su producción debido a la escasez de agua, nosotros no hemos tenido problemas, lo hemos logrado porque reciclamos el 85% del agua que consumimos y no hemos tenido ese impacto, pero justamente lo que queremos es prevenir que ocurra eso”, recalca.

Pero eso no es todo. También quieren diseñar un nuevo concentraducto -necesario para transportar el concentrado desde la faena hasta el puerto-, el que usará la misma ruta de la línea del agua, “alejado de las zonas pobladas”. Y, además, realizará algunas inversiones de continuidad operacional en El Mauro. Con todo, la firma espera invertir en estas iniciativas unos US$ 1.000 millones, los que se ejecutarán en un rango de tiempo de siete años. Es decir, entre 2023 y 2030. Para avanzar en estas inversiones, el grupo iniciará una participación ciudadana temprana voluntaria, la que comenzará en los próximos meses.

Y en las operaciones del norte, la compañía también sigue activa en inversiones. Ya reactivó la construcción del nuevo rajo en Centinela -Esperanza Sur (US$ 140 millones)- que tuvo una suspensión producto del Covid-19, y también retomó las labores en Zaldívar en la iniciativa que busca mantener la continuidad operacional del yacimiento y cuya inversión llega a US$ 190 millones.

Además, sigue avanzando en la optimización del ambicioso proyecto que busca crear el Distrito Minero Centinela (DMC) y que contempla la construcción de una nueva planta concentradora, cuya inversión se estima en US$ 2.700 millones. “Esa inversión no está aprobada y hoy está en etapa de factibilidad. Estamos haciendo la ingeniería de detalle y pretendemos terminar esto para llevarla a evaluación al directorio en enero de 2022. Estamos muy entusiasmados con el proyecto que permite alargar la vida en el yacimiento del norte. Hemos estado trabajando en buscar ajustes a la inversión, pero entre sumas y restas, hemos quedado en lo mismo”, reconoce Iván Arriagada.

Estas inversiones “demuestran que la minería ha sido un actor clave y tiene que seguir siéndolo para la recuperación económica del país”, destaca el ejecutivo.

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