La columna de Josefina Montenegro: “Natalidad en crisis”

Josefina Montenegro, nueva presidenta de la Asociación de Isapres

Chile está siguiendo las mismas tendencias que se observan en varios países desarrollados que muestran una caída en la natalidad por debajo de la tasa de reemplazo.


Entre marzo y junio de este año, el Instituto Nacional de Estadísticas (INE) estará realizando el Censo 2024, instrumento clave para la elaboración y planificación de las políticas públicas, que permite conocer la evolución de las pirámides poblacionales y el proceso de envejecimiento de la sociedad chilena.

Uno de los problemas que han levantado los últimos censos y que probablemente reafirmará esta nueva medición, es que la natalidad está cayendo y que el país envejece aceleradamente, porque si bien la población aumenta, cada vez lo hace de forma más lenta. En la última década, los nacimientos se han reducido de manera constante, con excepción del año 2022, pospandemia. De acuerdo con cifras del INE, en 2023, Chile registró la cifra más baja en una década, con 171.192 nacimientos, continuando con la senda a la baja desde 2014, cuando se registraron 250.997 nacimientos. Así, la tasa de natalidad en Chile es actualmente de 1,3 hijos por mujer, lejos de la tasa de reemplazo -el balance entre nacimientos y fallecimientos- que es de 2,1 hijos.

En la misma línea, hace algunos días, el economista Rodrigo Wagner, de la Universidad Adolfo Ibáñez, posteó en la plataforma X que en 2024 la generación de niños de tres años es un 30% menor que la de niños de 10 años. Explica que en 2021 la población, exceptuando los migrantes directos, creció solo un 0,2%, es decir, fue la mitad que en 2019.

De este modo, Chile está siguiendo las mismas tendencias que se observan en varios países desarrollados que muestran una caída en la natalidad por debajo de la tasa de reemplazo. Este es un proceso muy difícil de revertir en el corto plazo y la inmigración no logra compensarlo.

El declive en la natalidad tiene implicancias en el mercado laboral, en la productividad, en el sistema de pensiones, entre otros varios ámbitos. Y si bien muchas veces puede ser considerado un asunto privado, no lo es. Por el contrario, debe ser tratado como un problema social, económico y político y, por lo mismo, debiera concitar mayor atención por parte de nuestras instituciones y líderes.

¿Qué está generando este descenso sostenido en los nacimientos? Según el estudio “Qué hay detrás de la baja natalidad en Chile”, realizado por las consultoras Questio y Qualitativa en 2023, el 17% de los chilenos entre 16 y 45 años no piensa tener hijos, lo que se traduce en que 1 de cada 5 jóvenes no tiene deseos de ser madre o padre. El 85% de las personas asegura que no tiene hijos porque quiere consolidar su desarrollo académico/profesional/laboral, y un 75% de los consultados afirma que es muy alto el costo económico.

Si tomamos en consideración estos factores, hoy contamos con iniciativas que podrían contribuir a incentivar la natalidad, promoviendo un mayor equilibrio entre la vida personal y laboral.

Una medida es la recién promulgada ley de conciliación de vida personal, familiar y laboral, que establece el derecho parcial o total a trabajo remoto -en la medida que las funciones laborales que tiene un trabajador lo permitan- para aquellas personas que estén a cargo del cuidado personal, de manera no remunerada, de un niño o niña menor de 14 años, de una persona con discapacidad o en situación de dependencia severa o moderada.

Otra iniciativa que también podría contribuir en esta línea es el proyecto de Sala Cuna Universal, que tiene por objeto establecer el derecho a acceder a sala cuna con independencia del número de trabajadoras que se desempeñen para un mismo empleador, lo cual implica un cambio respecto de la normativa actual que establece el derecho de sala cuna sólo en aquellas empresas que tengan 20 o más trabajadoras contratadas.

A nivel global, muchos países están tomando acciones para revertir este descenso de la natalidad. El año pasado, Japón anunció que duplicará el gasto fiscal destinado a programas que promueven la natalidad a través del apoyo a la crianza de los niños. Algo similar ocurrió en Francia, donde el gobierno dijo en enero de este año que avanzaría en un “gran plan” para luchar contra la infertilidad y lograr un “rearme demográfico”, luego que en 2023 este país registrara el número de nacimientos más bajo desde 1946.

Este tipo de iniciativas parecen ir en la dirección correcta. Sin embargo, para abordar la crisis de la natalidad y asegurar al menos la tasa de reemplazo poblacional, se requiere de una visión de Estado y políticas públicas multidimensionales que logren abordar la complejidad de este fenómeno que puede afectar de manera significativa nuestro futuro como país.

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