Columna de Opinión de Marco Gajardo: “De la declaración a la acción”

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“Es momento de reconocer que los esfuerzos multisectoriales para influir en los comportamientos en torno a la dieta saludable y el ejercicio, aunque son esenciales, hasta ahora han sido insuficientes para detener la creciente prevalencia de la obesidad”. Así de categórica es la Organización Mundial de la Obesidad (OMS) en el reciente documento “Marco de prestación de servicios sanitarios para la prevención y el tratamiento de la obesidad”.

En este se manifiesta que “la obesidad es una causa de mortalidad y morbilidad ya que es un factor importante de riesgo de muchas otras enfermedades no trasmisibles (ENT)”. En 2019, la obesidad fue la causa de muerte en aproximadamente 5 millones de personas debido a enfermedades cardiovasculares, diabetes, cáncer, trastornos neurológicos, enfermedades respiratorias crónicas y trastornos digestivos. Abordar la obesidad es fundamental para alcanzar la meta de los Objetivos de Desarrollo Sostenible: “reducir un tercio de la mortalidad prematura debido a ENT para el año 2030″. Chile es parte de esta dramática realidad y por ello, mantendremos la mirada de la Solicitud Ciudadana presentada por nuestro Equipo Obesidad en Chile y avalada por más de 10 mil firmas en un mes, donde llamamos al Estado a declarar la obesidad como enfermedad crónica, porque hasta hoy el enfoque de políticas públicas ha sido desde la prevención, a través del Sistema Elige Vivir Sano.

Tal como señala la OMS, los esfuerzos para detener la epidemia de la obesidad han supuesto una inversión multisectorial significativa, pero el error está en que se ha considerado únicamente como factor causal de esta enfermedad a un desbalance energético de las personas que viven con obesidad (PVO), dejando de lado los mecanismos fisiopatológicos subyacentes y las causas genéticas. A 10 años de estas políticas, las cifras en el país han aumentado exponencialmente: el 74,2% de los chilenos adultos padecen malnutrición por exceso y 1 de cada 3 tiene obesidad en sus distintos grados.

Foto: Paul Ellis / AFP.

Es urgente focalizarse en prevenir, diagnosticar y tratar, sobre todo en edades más vulnerables (mujeres embarazadas y primer año de vida, 3-6 años y adolescencia) con el fin de disminuir el riesgo de padecer obesidad en adultez y más aún a las generaciones futuras. En consecuencia exigimos implementar políticas públicas direccionadas a un diagnóstico oportuno, integral e individualizado, para entregar acceso a tratamientos efectivos, sean estos farmacológicos autorizados por el Instituto de Salud Pública (ISP) o quirúrgicos, durante todo su ciclo vital.

Celebramos el marco de acción de la OMS, dado que visualizar la pandemia de la obesidad como una enfermedad crónica libera la carga de tratamientos mentales y físicos y de esta manera se podrían optimizar los escasos recursos en salud. Los gastos por obesidad alcanzaron los US$ 6 mil millones en 2020 y se prevé que para el 2023, sea de US$ 13 mil millones de seguir en esta inercia, según data del Atlas de la Obesidad 2023.

El desafío es complejo, sin embargo, se puede lograr si pasamos de la declaración a la acción.

*Marco Gajardo, psicólogo clínico- comunitario, magister en Planificación Estratégica en Salud y presidente del Equipo Obesidad en Chile: Prevenir, Diagnosticar y Tratar.

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