De las calles de Los Angeles a los estudios de Hollywood suele haber tanta distancia como la que hay entre un vagabundo californiano y una estrella de Los Angeles. A menos, claro, que se tengan dos combustibles de primera línea para borrar esas diferencias: talento y suerte. El cantante y compositor sudafricano Lebohang Morake (1964), más conocido como Lebo M., poseía al menos aquel primer recurso en abundancia cuando en los años 80 vivía como podía en la gran ciudad de la Costa Oeste de Estados Unidos.

Hoy, el músico nacido en Soweto vive en Sudáfrica, pero no cesa de girar por el mundo con sus shows, que en los últimos años lo tienen ocupado con la música para El rey león (1994), la película a la que contribuyó musicalmente. La verdad es que ya venía participando en el cine desde 1987, cuando se encargó de la presentación coral de la película anti-apartheid Grito de libertad (1987) en la ceremonia de los premios Oscar.

Luego, por recomendación de un productor que lo había conocido mientras hacía trabajos de mandados en un estudio de grabación, pudo conocer al compositor Hans Zimmer (Gladiador, Batman), quien le pidió su colaboración en la banda sonora de The power of one (1992), otro largometraje que abordaba el racismo en Sudáfrica. Los dos volverían a trabajar en El rey león y, por si alguien aún no tiene claro quien es Lebo M., sólo tiene que escuchar la voz masculina de la canción "The circle of life", la que canta las partes en lengua zulu.

Ahora, por primera vez en Chile, Lebo M. estará el domingo 24 de noviembre a las 19 horas en Terrazas de Casa Piedra junto a Angel Parra, Roberto Bravo y una orquesta sinfónica bajo la dirección del argentino Angel Mahler. Juntos presentarán el show Música de Películas, donde cantarán e interpretarán una serie de temas fílmicos, incluyendo de los filmes Star Wars, Harry Potter, Gladiador, Cinema Paradiso, El padrino, El señor de los anillos, Africa mía, Misión imposible, Rocky o Jurassic Park.

Desde Australia y en medio de su gira mundial, Lebo M. conversó con Culto.

─¿Cómo será el espectáculos que ofrecerá en Chile?

Estoy muy entusiasmado por tocar en allá, donde nunca he estado antes en mi vida. Ahora mismo me presentaré este fin de semana en Londres junto a mi orquesta y cuatro coros. Es la segunda vez que lo hago en 20 años. Para ser sincero, lo que más me gustaría es conocer a la gente del país y hablar con ellos.

─¿Cómo comenzó su relación con Hans Zimmer, el compositor de la banda sonora de El rey León?

Bueno, la primera vez que trabajamos juntos fue en la película The power of one, en 1992, donde fui el supervisor musical. En ese tiempo tenía algunos trabajos ocasionales en McDonald's o lavaderos de autos en California. Hans Zimmer me dijo que fuera a un estudio de grabación de un amigo de él y así es como me vi incorporado de la noche a la mañana a la película. O, más bien, a la música de la película.

─¿Cómo recuerda esa época en Estados Unidos?

Hace poco estábamos hablando sobre eso con Hans (Zimmer) durante un concierto que hicimos en Asia. Nos reímos mucho. Eran días duros para mí y vivía literalmente en las calles de Los Angeles, en calidad de refugiado. De hecho, en esta oportunidad en Chile cantaré por segunda vez en mi vida una canción que compuse sobre la condición de estar así en tierra extranjera. Es un tema que nadie conoce. Realmente fue una época muy, muy difícil.

─¿Cómo llegó a participar en la banda sonora de El rey León?

Lo que sucedió es que en 1993 los creadores de El rey León buscaban música con resonancias africanas y habían escuchado lo que Hans y yo habíamos hecho para The power of one. Vinieron a nosotros y entramos al proyecto. No sospechábamos ni sabíamos aún que la película iba a ser todo un fenómeno.

─¿Por qué cree que la banda sonora de la película llegó a ser tan popular?

Porque creo que tiene la virtud de unir ritmos y melodías africanas con arreglos orquestales en la tradición clásica europea. Eso la hizo llegar a un público más grande que un nicho sólo interesado en raíces africanas. La verdad es que siento que el trabajo de The power of one fue casi un ensayo para llegar a El rey León. A mí personalmente me motivó el lenguaje de la película y eso fue bastante relevante. Me tocó a nivel personal. Por otro lado, el soundtrack también se hizo muy importante para la historia que contaba El rey León. Es un proceso mutuo, de retroalimentación.

─El rey león se estrenó en el mundo en junio de 1994, justo un mes antes de que Nelson Mandela asumiera el poder en Sudáfrica, ¿Cómo recuerda esa época?

Justamente a eso me refería al decir que El rey León tiene significados personales para mí. Creo que su historia llegó en el momento correcto y para mí el guión tiene que ver con la realidad Yo identifico a los personajes de la película de la siguiente manera: Mufasa, el padre de Simba, es Nelson Mandela; por otro lado yo mismo me siento cercano al propio león Simba en la medida que vivía como refugiado en Estados Unidos; y finalmente el malvado Scar representa el viejo régimen del apartheid. Por eso mi conexión emocional con la película fue profunda: para mí no se trataba de dibujos animados, sino que de la vida real. Fui afortunado al poder participar en una especie de traducción a la música de la realidad.

─¿Cuáles cree son las principales diferencias entre la película y el musical El rey león?

Antes que nada debo decir que tuvimos suerte de contar con la cineasta y directora teatral Julie Taymor en el musical. Fue una de nuestras primeras elecciones. Ella le otorgó mayor importancia a los aspectos musicales y hubo espacio para canciones en las que yo había participado en el soundtrack original, pero que no habían entrado. También compuse nuevas canciones. Por las características propias del género musical, todo lo que tiene que ver con el canto, los ritmos y los bailes se tomaron el primer lugar del escenario.

─¿Cómo fue su participación en el remake de El rey león del 2019?

En un principio estábamos muy asustados, porque no sabía que más lejos se podía ir al respecto. Ya habíamos tenido una gran película original, luego vino el musical y el largometraje de este año en realidad era un desafío de proporciones. Afortunadamente el director Jon Favreau nos dio una gran libertad y creo que lo hicimos bien.

─Algunos críticos aún tienen reparos con la fusión de música sinfónica con la típicamente africana, ¿Qué opina?

Quizás esa crítica tenía sentido hace 30 años, pero después de todo este tiempo hemos comprobado que no tenía sentido. La música es, después de todo, un lenguaje universal. Prueba de ello es que ahora voy a Chile y no es necesario que conozca lengua original del país para poder compartir mi música.

─¿Cómo ha cambiado Sudáfrica en todos estos años?

Han pasado 25 años, pero quiero decir que para una democracia nueva como la nuestra eso s poco tiempo. Nos enfrentamos a problemas que tienen que ver con el país en la medida que es uno sólo y no ya dos, como sucedía en la época del apartheid. Tanto blancos como negros somos una población resiliente, que aún evoluciona. Creo que Sudáfrica hoy está en la fase de adolescencia, después de haber pasado por la niñez. Ahora estamos entrando a la adultez. Yo podría vivir en cualquier otra parte del mundo, pero me gusta mi país. No nos parecemos a nada en el mundo, ni a Europa ni a Estados Unidos.

https://www.youtube.com/watch?v=GibiNy4d4gc