Cambiar de opinión




EN LA VIDA es legítimo cambiar de opinión. Lo que es, por el contrario, muy irritante, es que muchas personas cambien de opinión cuando les conviene. Eso ya parece más un cambio interesado, y lamentablemente ocurre con frecuencia en la discusión política, lo que contribuye al desprestigio de los actores y de la actividad.

Por ejemplo, desde que el actual gobierno anunció una reforma tributaria, pareciera que a todos los economistas concertacionistas se les hubiera olvidado que gobernaron por 20 años y que las leyes tributarias sólo requieren mayoría simple de votos en el Congreso para ser aprobadas, mayoría que la Concertación tuvo casi siempre en ese período. Resulta que estos economistas políticos ahora descubrieron que el actual sistema tributario es injusto, que promueve una sociedad desigual, que incentiva en demasía el ahorro cuando ya no lo necesitamos tanto, que es pro empresa, etc. Personalmente, no creo que sea todas estas cosas, pero ¿cómo es que nunca escuchamos estos argumentos mientras fueron gobierno? Hoy tenemos el mismo sistema tributario que entonces, pero durante 20 años no escuchamos ninguno de estos calificativos. Me parece que este es un cambio de opinión que debe ser explicado. Está bien que hoy sean oposición, pero no pueden ser oposición a lo que ellos pudieron cambiar y no lo hicieron. Eso no es serio.

Algo parecido ocurre con el argumento de estos economistas políticos de que Chile necesita un aumento de impuestos porque el gobierno habría incrementado mucho el gasto público. En su opinión, la reforma tributaria que el gobierno presentará al Congreso no es una opción, sino una necesidad, porque se requieren más recursos.

Nos hubiera gustado ver esta misma actitud en estas personas cuando el gobierno de Bachelet impulsó la reforma previsional, que -de acuerdo a proyecciones de la época- tuvo un costo del 0,5% del PIB el 2010 y llegará a significar un gasto de nada menos que del  2% del PIB el 2025. Nada escuchamos entonces sobre la necesidad de aumentar tributos. En cambio hoy, en que estamos lejos de haber comprometido gasto público a los niveles que se hizo con la reforma previsional -por ejemplo, el mayor gasto en educación del 2012 significó un 0,5% del PIB- se afirma que existe la necesidad de aumentar los impuestos.

Responsablemente, podemos afirmar que el aumento del gasto público proyectado en el presupuesto del año 2012 -alrededor de un 5%, lo que incluye todos los nuevos programas impulsados por el gobierno del Presidente Piñera- está financiado en el largo plazo, porque está creciendo a una tasa similar al PIB de tendencia, lo que lo hace sustentable.

La reforma tributaria que impulsará el gobierno posiblemente contendrá un moderado aumento de recaudación, por prudencia, no por necesidad. Sin embargo, lo más importante de la reforma no es el aumento de recaudación, sino el resto, que la ciudadanía conocerá próximamente.

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