Daniel Mansuy: “El Partido de la Gente es como la fiebre: es el síntoma de una enfermedad”

06/05/2021 FOTOGRAFIAS A DANIEL MANSUY Mario Tellez / La Tercera

Intelectual agudo, Mansuy ve varias alarmas en el panorama político. Además de su visión crítica sobre el gobierno, pone ojo en la fragmentación de la derecha y en la amenaza de nuevas fuerzas con tintes populistas.


A veces el tiempo actúa como un factor político.

Hace ocho meses asumía el Presidente Gabriel Boric y la derecha habitaba en la derrota. Hoy el ímpetu inicial del gobierno parece estar en revisión, mientras que la derecha se siente fortalecida tras el plebiscito constitucional.

En el momento de los análisis, aparecen las preguntas. Y Daniel Mansuy plantea algunas: “¿Boric ha hecho un giro estratégico después de la derrota? ¿En qué personaje se va a convertir? ¿Más en un Ricardo Lagos? ¿Más parecido a Michelle Bachelet? ¿Por qué cosas quisiera ser recordado? ¿Hay, por otro lado, una derecha nítidamente triunfadora?” .

Máster en filosofía política, académico del Centro Signos de la Universidad de los Andes e investigador asociado al Instituto de Estudios de la Sociedad (IES), Daniel Mansuy observa con franca preocupación.

Cree que a todo el mundo político, y la izquierda en particular, le ha costado digerir y leer bien a esos 13 millones de votantes en el plebiscito. “El sistema político no estaba preparado para eso y siente mucho temor, porque nadie es dueño de esos votos. Eso abre muchas interrogantes sobre el presente y el futuro”, dice.

Puede que aún cueste digerir, pero el resultado fue categórico, ¿no?

Sí, pero los actores políticos tienen cierta inercia y las derrotas cuesta procesarlas. Te agrego otra dificultad: en general, cuando alguien pierde una elección, se va. Pero aquí sucedió que la derrota política tiene que masticarla un sector político que está en el gobierno...

Y que llegó hace menos de un año…

Claro. Y sobre la marcha tiene que procesar una derrota histórica durísima. A la izquierda le va a tomar muchos años...

¿Por qué tanto?

Porque esta izquierda puso todo en la nueva Constitución. Ahí estaba su proyecto histórico y cultural; su proyecto de revancha política, la superación del neoliberalismo, la superación de Pinochet, de la Concertación. Lo jugó todo en esa ruleta y fue derrotado sin apelación. Entonces, la pregunta que sigue vigente es qué nos va a ofrecer la izquierda después de esa derrota monumental. ¿Van a seguir haciendo lo mismo? ¿Cómo lo van a procesar?

Pero el Presidente Gabriel Boric recibió el golpe, ¿no? De hecho, giró y puso en el corazón del gobierno a la ex Concertación.

…Lo ha ido haciendo lentamente. Él se da cuenta de que tiene una base política súper frágil. Es el 25% de la primera vuelta. Y el problema mayor lo tiene con su coalición.

¿Con cuál de sus dos coaliciones?

Con el Frente Amplio básicamente.

¿Más que el PC?

El PC tiene otra estrategia. Ellos entienden la dimensión de la derrota, pero su preocupación es mantener su identidad política. En cambio, al Frente Amplio anda muy extraviado. Hacen como si no hubiera pasado nada. Les cuesta asumir, aceptar que el pueblo quiere otra cosa y que su diagnóstico sobre el país está equivocado. No tenían plan B para esto...

¿Y es claro quiénes son los ganadores?

No. Hoy día hay puros derrotados. Nadie tiene un diagnóstico más o menos acabado respecto de lo que pasa en Chile.

Por lo tanto, ¿la derecha se equivoca al hacer suyo el 62%?

Totalmente. Es absurdo pensar que todo ese 62% es de derecha. El voto obligatorio trajo mucha incertidumbre. Aquí entraron a votar cinco millones de personas nuevas. No sabemos si el día de mañana votarán por el Partido Republicano, por los Amarillos o por el Partido de la Gente. No sabemos nada.

¿El gobierno que no fue?

¿Esa incertidumbre podría explicar, en parte, la lentitud con que se ha ido empujando el proceso constitucional?

Aquí se mezclan dos cosas: por un lado, que hay una derecha que nunca ocultó que no quería cambios constitucionales y que hoy dice “bueno, nosotros ganamos”. Por otro, que hay un hastío real con el tema. La gran tragedia constitucional de Chile es que tenemos que cerrar este proceso, pero a la gente le interesa cada vez menos. Tiene otras urgencias. Sin embargo, es un asunto que no puede quedar abierto, porque más temprano que tarde nos va a reventar en la cara.

Pero van como arrastrando los pies, ¿no?

Todos. No sólo la derecha arrastra los pies. Hay una parte de la izquierda que hace lo mismo.

Un sector de la izquierda teme que la nueva Constitución termine en la cocina. O como dijo Gabriel Salazar, que el Presidente pueda terminar como el chef de este proceso…

A estas alturas, es bastante claro que el nuevo órgano va a ser muy distinto. No vamos a tener una Convención soberana o con ganas de declararse así. Por lo tanto, sí, va a haber mucha más cocina. La paradoja, y en eso Salazar tiene razón, es que Gabriel Boric va a terminar firmando una Constitución muy distinta a la que él hubiera querido. Así es la política.

Poco antes del plebiscito decía que gane el Rechazo o gane el Apruebo, “Boric va a tener que traicionarse a sí mismo”. ¿Lo hizo?

Se traicionó en parte. Con el cambio de gabinete, le dio el poder a la vieja Concertación. No hace tanto tiempo, el Frente Amplio vetó al PPD en una primaria presidencial. Hoy Carolina Tohá, fundadora del PPD, es la jefa política de su gabinete. Esa es una traición, aunque en algún sentido creo que todavía le falta.

¿Le falta traicionarse más?

Sí.

¿En qué?

Boric debe asumir que su proyecto inicial fracasó. Y que toda esta cháchara del cónclave del día domingo pasado fue un poco ampuloso. Si Boric está haciendo un giro hacia la socialdemocracia, es más sano que lo sincere para no seguir generando falsas expectativas.

¿Sobre cuáles expectativas debería bajar el volumen?

Asumir que no va a haber grandes transformaciones estructurales. Habrá lo que el Parlamento y el clima político permitan. Y será mucho menos de lo que Boric prometió. Lo que pasa es que le tienen mucho miedo al “realismo sin renuncia” de Bachelet II. Es mejor sincerarse.

¿Para evitar frustraciones?

Más que nada porque una de las cosas que esta generación diagnosticó muy bien es la desconfianza que tienen las personas hacia el sistema político. Entonces, si tú sigues alimentando expectativas, no sólo profundizas en lo que tanto criticaste, sino que le estás abriendo el paso a uno de los fenómenos más inexplicables y volátiles de las últimas semanas: el Partido de la Gente.

Pero renunciar a las transformaciones, ¿no sería dar por enterrado el programa?

El gobierno que Boric había soñado se acabó. El proyecto que el Frente Amplio había idealizado también se acabó. Aún pueden construir otro, pero no les queda tanto tiempo. El gobierno tiene una duración política efectiva desde el 5 de septiembre de este año al 1 de marzo del 2024, que es cuando parte el ciclo municipal. Lo que Boric no haga en los próximos 18 meses, ya no lo habrá podido hacer.

El temor de una parte de la izquierda, y lo ha dicho Daniel Jadue, es que se instale la desafección en su gente y termine siendo un quinto gobierno de la Concertación…

Ese es el negocio de Jadue y de Jorge Scharp. Ellos están buscando los votos de los descontentos de esa izquierda. Lo que sí creo es que Gabriel Boric corre el riesgo de ver afectada su credibilidad. Él ha negado sistemáticamente todas las convicciones que antes defendió: la Teletón, los militares, la capitalización individual, Carabineros, el orden público...

Eso se llama “otra cosa es con guitarra”.

Sin duda, y en general, yo valoro los cambios de opinión. Pero aquí mi pregunta es política. ¿En qué medida Boric es capaz de volver a construir un personaje creíble considerando que en tan poco tiempo ha cambiado tan radicalmente de posición en todo? Ahí puede perder piso político. Con tres cambios más de opinión, ya nadie le va a creer nada.

O sea, ¿más que el giro estratégico de su gobierno, importa su giro personal?

Claro, él construyó un personaje desde el joven rebelde. ¿Qué personaje está construyendo ahora? ¿Quiere ser como Lagos? ¿A quién está mirando? ¿A Michelle Bachelet? No lo sé, pero políticamente es súper arriesgado negar todas tus convicciones, todo lo que defendiste. ¿Sobre qué soporte ideológico quedas sostenido?

En un tema país, ¿por qué poner tanto acento en la dimensión personal de un mandatario?

Mi planteamiento es político y apunta a entender en virtud de qué principios o de qué fuerza va a ser recordado Gabriel Boric. Hasta hace un año, Boric era conocido por su oposición a la fuerza pública, a Carabineros, por su crítica constante a la militarización del wallmapu, por sus diferencias con la Concertación. Como ahora ya no existen esas críticas, ¿cuáles son sus ideas madre? En el fondo, lo que me preocupa es saber qué base política tiene el personaje que está construyendo Gabriel Boric hoy día.

La derecha espejo

06/05/2021 FOTOGRAFIAS A DANIEL MANSUY Mario Tellez / La Tercera

En esa dimensión, ¿cómo se ha posicionado la derecha en su rol de oposición? Hoy siente que tiene el sartén por el mango. ¿Eso ayuda o comprime más el momento político?

Es que, en el fondo, hay una derecha espejo del Frente Amplio.

¿Cómo?

El Frente Amplio instaló un modo de hacer política en Chile. Es un modo revanchista, muy fundado en la consigna, en la crítica fácil. Y como les fue bien, hay gente de la derecha que los está imitando. Eso no es ningún misterio.

¿Cuál de todas las derechas funciona en ese modo?

Es la derecha más dura. Y aquí hay que detenerse. Porque otro gran problema que tiene la derecha hoy es que está hiperfragmentada. Eso no le había pasado nunca.

Tampoco es que siempre haya reinado la unidad…

No, pero la derecha en Chile no estaba acostumbrada a tener en la espalda a un candidato que en primera vuelta haya sacado el 28% de los votos. Hoy tiene al Partido Republicano soplándole en la nuca y eso es muy difícil de procesar. Súmale al Partido de la Gente. Entonces, Chile Vamos está obligado a buscar su espacio y no la tiene fácil.

¿Se siente amenazada?

Muy amenaza. Por eso vemos que hay algunas derechas muy envalentonadas y otras muy preocupadas.

¿Eso explicaría el haber querido pactar con el Partido de la Gente para lograr la presidencia de la Cámara de Diputados?

La derecha cometió un error grave, pero tengo la impresión de que al final puede ser positivo. O sea, fue una torpeza haber convertido al PDG en pieza bisagra, pero al final esa jugada hizo que el Partido de la Gente saliera muy debilitado.

¿Y cuál sería la consecuencia directa de ese error?

Lo más peligroso para la derecha no fue perder la Cámara de Diputados. Lo realmente peligroso es permitir que el Partido de la Gente asuma un rol decisivo en la vida política chilena por la cantidad de diputados que tiene. Ellos pueden dar la mayoría en la Cámara de Diputados.

¿Apuntas a que no deben fomentar el rol de tercera fuerza?

Es que el Partido de la Gente se podría haber convertido en un tercera fuerza, pero eso se debilitó en esta vuelta. Los partidos que operan como bisagra sólo funcionan si son disciplinados. De lo contrario, pierden todo su valor. Sin embargo, hay que ser muy cuidadosos del rol gravitante que puedan cumplir.

O sea, ¿para ti el Partido de la Gente es un factor que puede desmontar el funcionamiento del sistema político actual?

Sin duda, porque además puede ocurrir una carambola muy curiosa: que todos los que defendimos el voto obligatorio, ahora vemos que las personas que no votan podrían verse atraídas por ese tipo de ofertas. Son votos sin lealtades partidarias. Por lo tanto, pueden ser presa de cualquier cosa.

¿Eso es el Partido de la Gente: cualquier cosa?

No. No se trata de demonizar al Partido de la Gente. Por favor. Eso no tiene ningún sentido, pero hay que observar que, al igual que todas estas formas de populismo, el Partido de la Gente es como la fiebre. Es un síntoma de una enfermedad, por así decirlo.

Te preocupa.

Mucho. Sobre todo por lo que te decía recién: Gabriel Boric prometió tal cantidad de cosas, que se generaron altísimas expectativas que no se van a cumplir. ¿Cuál es la consecuencia directa y que, al menos a mí me genera mucho temor? Que el Frente Amplio puede haber alimentado la crisis del sistema institucional y profundizado la desconfianza de la gente. Eso puede abrir un problema muy, muy serio. Ahí radica la amenaza que representa el Partido de la Gente.

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