El Minsal en la sala de urgencias

La salida de Fernando Araos marcó el fin de una etapa compleja en la cartera de Salud: las tensiones políticas entre los equipos del gabinete y las dos subsecretarías -Socialismo Democrático, izkismo y Revolución Democrática- marcaron un ambiente de desconfianzas y desórdenes comunicacionales que dificultaron -aún más- la gestión de la crisis hospitalaria.


“Ministra, tómese un Rize”, bromeó la diputada del PPD y exministra de Salud Helia Molina, al final de la cita con los exjefes de la cartera en Mac-Iver, la tarde del lunes. Su comentario apuntaba a que Ximena Aguilera se preparara para la intervención que haría al día siguiente ante la Cámara de Diputados, en una sesión especial convocada para exigir cuentas ante la crisis hospitalaria por la que atraviesa el país, la que ya ha cobrado la vida de siete niños.

“No tomo ese tipo de cosas”, le respondió Aguilera entre risas.

La escena, percibieron parte de los presentes en esa reunión, marcaba una actitud que la ministra ha mantenido durante estas casi tres semanas que llevan con los números de camas pediátricas al límite a raíz de los virus de invierno: aunque se le ha visto cansada, Ximena Aguilera se ha mantenido serena y con capacidad de ejecución.

Esa actitud distaba mucho de la que tenía, en esa reunión, el entonces subsecretario de Redes Asistenciales Fernando Araos. Quienes estuvieron ahí comentan que la exautoridad participó poco, dejó que la ministra liderara la cita y no respondió ante la pregunta de si iba a ir o no el martes a la Cámara de Diputados. Pero una de sus intervenciones llamó la atención: en medio de las conversaciones, tanto Araos como Andrea Albagli -actual subsecretaria de Salud Pública- pidieron disculpas por las críticas que habían hecho a los ministros Jaime Mañalich y Enrique Paris durante la pandemia del Covid-19, reconociendo que estas habían sido exageradas y desmedidas.

-Yo creo que a esas alturas el subsecretario ya intuía lo que se le venía-, dice un exministro de Salud presente en la reunión, que sirvió de señal de respaldo a Aguilera cuando las tensiones y divisiones al interior del Minsal habían quedado expuestas nuevamente con esta crisis.

Una salida inminente

Aunque la salida de Fernando Araos era entendida como inevitable, el diseño original de La Moneda tuvo que apresurarse. Pese a haber sido fuertemente cuestionado por su gestión en el manejo de la red hospitalaria y apuntado como el principal responsable por la falta de camas críticas pediátricas ante la alta demanda por el brote de virus sincicial, el plan en un principio era mantenerlo en su cargo hasta que pasara el peak de contagios. La misma ministra Aguilera, incluso, había salido a respaldarlo la mañana del lunes, argumentando que su eventual salida no aportaba en nada a la contención de la crisis. Pero las cosas al inicio de esta semana comenzaron a cambiar.

No fue solo el hecho de que Araos hubiera reconocido que, por un error, no se contactó a la Clínica Las Condes para trasladar a una lactante que falleció en San Antonio. La encuesta Cadem, donde Boric pasó de tener un 41% de aprobación tras la cuenta pública a principios de junio a un 33% este domingo, explican en Revolución Democrática, fue un factor que influyó también.

A eso se le sumaron las advertencias de parlamentarios oficialistas la noche del lunes, quienes le dijeron a Aguilera que si el subsecretario seguía en sus funciones sería ella quien pagaría los costos políticos; las críticas del Colmed el martes en la mañana, y las presiones por parte de la oposición.

Estas últimas venían de hace semanas, pero no fue hasta que salieron las declaraciones de la diputada Helia Molina hablando sobre que el perfil del subsecretario no era lo que uno esperaría, que en la derecha decidieron actuar: la tarde del lunes hubo más de un dirigente, como el senador Javier Macaya y el diputado Diego Schalper, que se contactó directamente con el Presidente Boric para transmitirle su desacuerdo con la permanencia de Araos y decirle que si no lo sacaba, se les haría muy difícil no subirse a la acusación constitucional a la ministra Aguilera, que para entonces estaba preparando republicanos.

-El hecho de que una exministra de Salud oficialista como es Helia Molina saliera a criticar, marcaba un punto sin retorno y tuvimos que actuar -dice un parlamentario de Chile Vamos que se contactó con el Mandatario.

Así, en La Moneda estaban conscientes de que no remover a Araos iba a dificultar la gestión de la crisis. Primero, porque la oposición estaba muy dura y porque también entendían que en la oposición varios estaban tentados a cobrarles la virulencia con la que -particularmente el FA y el PC- cuestionaron la gestión de la pandemia por parte del gobierno del expresidente Sebastián Piñera.

“Nos van a negar la sal y el agua si lo mantenemos”, decían en Palacio el martes a primera hora.

Por eso, ese día, antes de las 10 horas, el Presidente Gabriel Boric ya había hablado por teléfono con Fernando Araos. Con esa llamada se selló una decisión que terminó comunicando pasadas las 13.30 el propio Mandatario, en un punto de prensa -algo pocas veces visto y que llamó la atención tanto del oficialismo como de la oposición-.

“Quiero informarle al país que he decidido aceptar la renuncia del subsecretario Fernando Araos, a quien agradezco su gestión durante este período. En momentos como este lo más importante son las personas, y como país necesitamos que nada nos distraiga en el objetivo superior que es garantizar la salud de todas y todos los chilenos”, dijo Boric.

El Presidente Gabriel Boric informó en un punto de prensa que aceptó la renuncia del subsecretario de Redes Asistenciales, Fernando Araos.
El Presidente Gabriel Boric informó en un punto de prensa que aceptó la renuncia del subsecretario de Redes Asistenciales, Fernando Araos. Foto: Sebastián Beltrán Gaete / Agencia Uno.

La razón de esa puesta en escena, aseguran en el gobierno, fue que se decantó la idea de que ante lo delicada y sensible de la crisis, era necesario que el Jefe de Estado mostrara control y empatía. Sobre todo porque, a esas alturas y con niños y lactantes muriendo, en Palacio había una mala evaluación de cómo se había contenido comunicacionalmente la compleja situación. El que Boric asumiera la vocería generó dudas, por ejemplo, en la ministra Camila Vallejo (Segegob), sin embargo, el diseño final se impuso.

Pero más allá de los errores de estas semanas, la salida de Araos dejó de manifiesto un virus puertas adentro que hace tiempo existía en el Minsal: las tensiones de un equipo marcado por las desconfianzas políticas de un sector a otro que han dificultado -aún más- la gestión de una crisis hospitalaria como esta.

La guerra interna

El inicio del problema fue este: con la llegada de Ximena Aguilera el 6 de septiembre del año pasado, tras la derrota que tuvo el gobierno en el plebiscito de salida, en la cartera llegaron a convivir tres mundos diferentes. En la Subsecretaría de Salud Pública estaban los equipos de Revolución Democrática (RD), bajo el mando de Cristóbal Cuadrado; en Redes Asistenciales, el último bastión del “izkismo”, con Fernando Araos, muy cercano al Colmed -y con Roberto Estay como uno de sus principales asesores-, y finalmente, el arribo del Socialismo Democrático con la jefa de la cartera, quien es exmilitante del PPD.

Más allá de las diferencias políticas, el problema era que, a esas alturas del partido, el Minsal había dejado de ser una cartera sectorial. Con la reforma a la salud redactada por Cuadrado en el programa de Gabriel Boric cuando era candidato, el exjefe de asesores de Begoña Yarza, Jaime Peña, y la ahora subsecretaria de Salud Pública, Andrea Albagli, el Minsal se había convertido en un bastión político para RD. De ahí la razón para querer incidir en todas las decisiones políticas que se tomaban en el ministerio.

El problema era que, a diferencia de la gestión de Begoña Yarza -donde aseguran que era más flexible y dejaba más libertad a los subsecretarios-, ese no era precisamente el estilo de liderazgo de la nueva ministra. A su llegada, Aguilera rápidamente ordenó el puzzle: a Redes Asistenciales le delegó la gestión para reducir las listas de espera; a Bernardo Martorell lo designó como coordinador de la Reforma de Salud y al subsecretario de Salud Pública, Cristóbal Cuadrado, le encargó la crisis de salud mental. En cuanto a la relación de las isapres, Aguilera se lo reservó para ella y su gabinete -compuesto por Manuel Nájera, un médico de la Sociedad Chilena de Epidemiología como jefe de asesores; Alexander Recabarren -que luego renunció por una acusación por acoso sexual- como jefe de gabinete, y Maritza Labraña como jefa de prensa.

Eso, indican en la cartera, fue lo primero que generó distancias al interior del Minsal. Las tensiones, entonces, comenzaron a hacerse evidentes. Sobre todo, con el ex subsecretario Cuadrado. En su entorno transmiten que el giro de “unificar las comunicaciones”, como señalan en la cartera, y poner en el centro las políticas públicas que implicó reducir la exposición en puntos de prensa de los subsecretarios, generó molestia. Prueba de ello fue cuando en octubre del año pasado, en una actividad con el Presidente Gabriel Boric para la puesta en marcha del Hospital Biprovincial Quillota-Petorca, Cuadrado fue excluido del punto de prensa, siendo solo la ministra quien participó.

Así las cosas, al llegar a marzo de este año, la relación entre Cuadrado y Aguilera ya era insostenible. La propia ministra le había transmitido al Presidente que para el cambio de gabinete considerara sacar a Cuadrado de Salud Pública, y así lo hizo. Eso sí, le advirtieron, esa subsecretaría seguiría siendo de RD. Ahí llegó la sicóloga Andrea Albagli, quien es muy cercana a Cuadrado. De hecho, este último aún sigue de cerca su gestión y es el consejero en las sombras de la actual subsecretaria.

Con Araos la relación era mejor, aunque no exenta de roces. Como la ministra Aguilera tenía un estilo más técnico que político, las interacciones no eran tantas, aunque la comunicación funcionaba. Salvo por episodios como el nombramiento de los directores de servicios de salud, en noviembre del año pasado. Una tarea en la que usualmente participan el subsecretario de Redes con el gabinete de la ministra, pero que, en esta ocasión, Aguilera lo dejó fuera.

18 Septiembre 2022 Actividades de celebracion del 18 de Septiembre en el Palacio de la Moneda encabezadas por el Presidente Gabriel Boric. En la imagen Fernando Araos Subsecretario Redes Asistenciales. Foto: Andres Perez

Hasta antes de la crisis hospitalaria, en Presidencia existía una buena evaluación de la exautoridad, sobre todo en materia de las listas de espera y también en la gestión para la aplicación de la Ley de Copago Cero para los tramos C y D del Fondo Nacional de Salud (Fonasa). También, el subsecretario era cercano al jefe de asesores del Segundo Piso, Miguel Crispi, y hasta del propio Presidente, por ser un hombre de confianza de Izkia Siches.

Así, todo iba bien hasta que se desató la campaña de invierno. La evaluación de la gestión de la crisis en La Moneda no fue favorable para Araos. Camila Vallejo estaba a cargo de contener comunicacionalmente las salidas, y cuando ya la situación de las camas pediátricas estaba crítica, se hablaban con ella las bajadas en prensa del subsecretario. Un ejemplo de esto fue la organización previa que se tuvo con la Segegob para que Araos saliera a anunciar este lunes que se había instruido una investigación sumaria por el caso de una menor de edad que falleció al no poder trasladarla a una cama disponible.

El círculo de Aguilera

Antes de la salida de Fernando Araos, en la interna de la Subsecretaría de Redes existía una postura distinta a la mala evaluación de la gestión de la crisis hospitalaria en La Moneda. “Los datos que tenemos son la demanda más alta histórica y la mortalidad en los niveles más bajos respecto a los de prepandemia. Falta comunicar mejor eso, entre otras cosas”, decía Roberto Estay la mañana del viernes de la semana pasada en un chat donde le respondía a Izkia Siches su mensaje sobre ser más duros con el gobierno.

En el entorno del ex subsecretario coinciden con esa tesis:

-Ha sido una campaña de invierno dura, sí, pero con menor mortalidad de la que uno tiene habitualmente. Eso contrasta con el fenómeno político y comunicacional que se genera, y yo creo que los errores que hay son más bien de tipo político-comunicacionales -dice un cercano.

En ese sentido, argumentan que hubo cosas que se hicieron para la campaña de invierno del año pasado que no se hicieron en esta, como, por ejemplo, el adelantar las vacaciones o no quitar las mascarillas en los colegios. Sin embargo, reconocen que en Redes hubo un exceso de tranquilidad.

Quizás por ese alivio que había fue que la jefa de la División de Gestión de la Red Asistencial (Digera), Fabiola Jaramillo, quien está a cargo de la relación de las camas y la coordinación público-privada, viajó hasta Isla de Pascua el 4 de junio. El objetivo era para trabajar “el modelo de salud insular intercultural para Rapa Nui, porque el #aumentoDeLaResolutividad disminuye la brecha de acceso y oportunidad”, decía su tuit, que publicó con el hashtag #QueSeSepa. El problema era que, a esas alturas, la lactante de San Antonio que falleció dos días después estaba a la espera de una cama disponible.

9 de Junio del 2023/SANTIAGO El Jefe de Epidemiología, Cristian García y la integrante de la subsecretaría de Redes Asistenciales, Fabiola Jaramillo, realizan un balance de virus respiratorios.

Por esa y otras decisiones, en la oposición sostenían que quien tenía que pagar los costos de la crisis era el subsecretario y no la ministra Ximena Aguilera. Esta última tiene una buena relación con la derecha, especialmente con Jaime Mañalich, quien ha sido su consejero estas últimas semanas. Aguilera fue alumna del exministro en la Universidad de Chile cuando estudiaba Medicina, incluso, su nombre fue evaluado para que fuera subsecretaria de esta materia en el primer período de Sebastián Piñera.

En la derecha reconocen que Ximena Aguilera es una buena figura en salud, especialmente por su capacidad técnica. De ahí el miedo a una acusación constitucional en su contra, decían en privado. Porque si salía ella, estaba el riesgo de que el gobierno pusiera a una persona menos capacitada aún, o a alguien como el superintendente de Salud y exdiputado Víctor Torres (DC). Para la derecha, su nombre en esa cartera significaba el fin de las isapres, por lo que esta semana intentaron contener lo más posible el libelo contra Aguilera.

Quienes conocen a la ministra afirman que su círculo cercano es más bien reducido. Solo se compone de su gabinete, donde Javiera Menay (CS) entró a reemplazar a Álex Recabarren tras su salida, y de aliados circunstanciales como Mario Marcel con el tema de las isapres. Aunque el respaldo del Presidente Boric y de los ministros del Socialismo Democrático siempre ha estado, especialmente el del Mandatario, quien esta semana se ha preocupado sobremanera en apuntalar a la secretaria de Estado.

Quienes han trabajado con ella aseguran que su estilo frío y poco político de trabajo ha hecho que no tenga una red de confianza tan robusta. De todas formas, sabida es su cercanía con la exministra de Desarrollo Social Jeannette Vega y miembros del PPD como Guido Girardi.

Eso puede cambiar con el arribo del nuevo subsecretario, el doctor Osvaldo Salgado Zepeda (PS). La autoridad fue también subsecretario de Salud en el gobierno de Ricardo Lagos, donde participó en la inauguración de la primera Subsecretaría de Redes Asistenciales. Su nombre venía recomendado por el ministro de Hacienda, Mario Marcel, quien le transmitió a Boric que era una figura de peso, el cual fue bien recibido en la derecha.

“(El subsecretario Salgado) conoce muy bien el sistema, porque en este momento no hay espacio para curvas de aprendizaje, hay que llegar a actuar”, decía el Mandatario en su nombramiento.

Esa última frase, la de la curva de aprendizaje, molestó en el entorno del ex subsecretario, quienes lo calificaron como un “comentario innecesario”. Aunque en el entorno del Presidente dicen que esta fue una señal clara para transmitir que el Mandatario quiere dejar atrás el nombramiento de figuras sin tanta experiencia, porque como ha repetido hasta el cansancio: ya no hay margen para errores.

Cercanos a Fernando Araos comentan que, tras su salida, se le ha visto afectado. Sobre todo por el nivel de exposición y condiciones en las que tuvo que salir, pero también porque resiente que la comunicación de riesgo no se manejó bien, algo que no era precisamente su responsabilidad, sino más bien del gabinete de la ministra y su diseño de “unificar las comunicaciones”.

-Lo que queda para la gente es casi que mató niños, entonces es algo que resiente mucho –dice un cercano.

De todas formas, Fernando Araos desistió participar de este reportaje y envió un mensaje diciendo que en estos momentos se estaba tomando unos días para enfocarse en su familia.

-Sólo decir que agradezco al Presidente por la confianza que depositó en mí para liderar la subsecretaría en este periodo y que estoy convencido de que se avanzó bastante, especialmente en disminución de tiempos de espera, que sabemos es algo crítico para las personas, y por eso agradezco también a todo el equipo que lo hizo posible –respondió.

A sus cercanos ha transmitido que las culpas tampoco fueron bien distribuidas y, en ese sentido, su salida la ha leído como injusta.

Una sensación que, al menos, en el Minsal ya no existe. Tampoco en La Moneda, donde la decisión de removerlo sirvió para despejar el cuello de botella que había en la crisis hospitalaria. Pero quizás sirva también para otra cosa: que el nuevo equilibrio de fuerzas políticas sea el remedio que cure el virus que existía en la sala de urgencias del Minsal.

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