“Busca acortar brechas” y “partió mal”: el debate tras el debut de la paridad de género en la adjudicación de las becas doctorales

Este miércoles se cumplió el plazo para postular a becas para aspirar al grado de Doctorado. En 2023, se contará con un puntaje de corte para las mujeres y otro puntaje de corte para hombres, lo que ha encontrado posturas encontradas.


El 9 de noviembre a través de la resolución exenta N°57 firmada por Alejandra Pizarro, directora nacional (s) de la Agencia Nacional de Investigación y Desarrollo (ANID), el Ministerio de Ciencias, Tecnología, Conocimiento e Innovación dio a conocer que había aprobado las bases del Concurso de Beca de Doctorado Nacional para el año académico 2023.

En ellas, dentro de otras cosas, se establecía que el plazo para postular se acababa el miércoles 14 de diciembre, es decir 35 días después.

“Las definiciones, como la reciente incorporación de paridad en los fondos de formación académica, son difundidas y comunicadas a la comunidad científica. En particular, esta decisión fue compartida en ocho talleres explicativos, realizados con la participación de 20 universidades; además de la publicación de toda la documentación en la página web de la agencia y su difusión en las redes sociales de la institución”, dicen desde ANID.

Bárbara Manríquez, exjefa de asesores y exjefa de gabinete del exministro de Educación Raúl Figueroa, cree sin embargo que “el anuncio tan encima es un poco contraproducente porque este tipo de cambios generan incentivos y me imagino que es parte de lo que se busca: que más mujeres se animen a postular a las becas de doctorado. Entonces, si se hace tan encima ese efecto se pierde”. Y añade: “Para una futura evaluación de esa política no vamos a poder saber cuál fue el impacto sobre la postulación de mujeres que generó este anuncio. Por ese lado partió mal”.

No era, sin embargo, la gran novedad -derivada luego en debate en la comunidad científica- de las bases, toda vez que además se comunicaba la paridad de género al momento de la adjudicación.

“El Consejo Asesor, en base a las propuestas presentadas por los Comités de Evaluación por área, propondrá el listado final de los/as seleccionados/as a ANID, adjudicándose las becas a través del correspondiente acto administrativo. Para definir esta selección se consideran la disponibilidad presupuestaria, las tasas de adjudicación de los concursos anteriores, la paridad de género de las/los seleccionadas/os y la excelencia académica de los/as postulantes”, decía el escrito.

Desde ANID así lo justifican: “La paridad de género como criterio de política pública, aplicada al ámbito de la creación de conocimiento, busca acortar las brechas generadas por las dinámicas del sistema social y cultural que ha imperado históricamente en nuestro país y, en el caso de la academia, ésta no es ajena a sus efectos y consecuencias”. Según ANID, la brecha de adjudicación promedio de los últimos cinco años es de un 12,14%, cifra que en la convocatoria 2023 esperan se reduzca.

Alejandra Falabella, doctora en sociología de la educación y académica de la U. Alberto Hurtado, aporta más contexto: “En la medida que crece el nivel educativo y desarrollo académico esta brecha aumenta: la menor diferencia está en los magísteres, luego doctorados y a nivel de posdoctorados es de aproximadamente un 19%. Y si revisamos la adjudicación de Fondecyt regular sobrepasa el 40% a favor de los hombres”.

Así entonces, para efectos del presente concurso de becas doctorales, añadían las bases, “se entenderá la paridad de género como una medida de equidad, donde la selección tienda a que la mitad de las personas seleccionadas sean mujeres y la otra mitad sean hombres”.

“Más que la medida por sí sola”, señala Luis Placencia, académico de la Universidad de Chile, “lo realmente negativo es el modo en que se aplica: entre gallos y medianoche, sin diálogo y reflexión con la comunidad científica y sin criterios claros que permitan ponderar su eficacia así como evidencia compartida que permitan formarse la convicción de que esta medida (y no otra) sea la correcta. Junto con ello, la poca información acerca de cómo se aplicará la medida no parece tampoco un modo muy prolijo de proceder”.

A pesar de lo anterior, Falabella señala que “cuando suceden situaciones de este tipo, se utilizan estas medidas de discriminación positiva para avanzar hacia mayor equidad de género. En el mundo las políticas de acción afirmativa son muy frecuentes para justamente compensar aquellos grupos que están más excluidos, y las mujeres en ciencias y tecnología es el caso”.

En esa línea, las bases detallaban que para ello “se tendrá en cuenta el sexo registral indicado en la cédula de identidad chilena o pasaporte u otro documento, entendiéndose que corresponde a las mujeres el sexo registral femenino y a los hombres el sexo registral masculino”.

Las bases luego explicaban que la selección “contará con un puntaje de corte para las mujeres y un puntaje de corte para hombres, con el objeto que la adjudicación del certamen tienda a la paridad, siempre considerando la excelencia académica de los/as seleccionados/as”. Esto, aclaran desde ANID, “no es una escala diferenciada y en ningún caso se adjudicará un puntaje menor a 4, dado que la excelencia es parte de los criterios de selección”.

La paridad en sí misma no me parece bien. Sí sería positivo incorporar algún tipo de bonificación para corregir los sesgos en contra de las mujeres que sabemos que hoy existen, no necesariamente en el sistema de adjudicación, sino en el sistema en su conjunto, algo que no solo pasa en Chile”, cree Manríquez, quien ahonda que a su juicio se debería incorporar esa corrección que menciona para permitir “a las mujeres que están en el margen acceder a las mismas oportunidades de un hombre que con probabilidad de 100% se ganaría la beca, sujeto por supuesto a la excelencia académica, que es lo que se busca y rinde frutos a futuro a la persona y el país”.

Falabella, en tanto, señala sobre esos puntajes de corte distintos para mujeres y hombres que para romper las cifras de contexto “se deben diseñar medidas concretas” y que, en ese sentido, “es una señal positiva de este primer año de gobierno, y debiese ser parte de un plan articulado en que se acompañe de otras medidas como promover la postulación de mujeres a la beca tanto de doctorado y posdoctorado. Eso sí, debería ser un trabajo focalizado en aquellas áreas más masculinizadas, como ingenierías, filosofía, medicina”.

Mientras, Luis Placencia, académico de la Universidad de Chile, no considera “incorrecto desde el punto de vista moral o de justicia” el corte diferenciado de puntajes. “Es razonable que existan medidas de justicia distributiva que corrijan el modo desigual en que distintos grupos acceden a un bien. En una repartición de alimentación, por ejemplo, no es necesariamente justo dar a todos por igual, por ejemplo a un niño y a un adulto, pues las necesidades de cada uno son distintas”.

Así, ahonda que en este caso “es claro” que hay una desigualdad de acceso a la academia y los bienes que ella implica entre hombres y mujeres. Sin embargo, sí cree “incorrecto y además dudoso en muchos sentidos el modo en que la medida se ha implementado”.

“Esta discusión es una buena oportunidad para repensar qué es lo que queremos priorizar. También en las medidas transitorias, como este tipo de cuotas. Incorporar factores como las barreras socioeconómicas, hoy esa representación está muy cargada hacia los segmentos más altos y eso es una pérdida de talento para el país y el mundo”, agrega Manríquez.

Con todo, desde ANID cierran: “Estamos conscientes que la decisión de generar cambios importantes a nivel de estructural y cultural para una incorporación paritaria y real de mujeres en la generación del conocimiento exige, sin duda, cierta flexibilidad del sistema de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación (CTCI); del monitoreo de su evolución; de la posibilidad de hacer ajustes y mejoras a la propuesta; y, sobre todo, de la buena disposición y empatía de los grupos involucrados”.

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