Nacimientos caen 44% en siete años

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Entre enero y agosto de 2015 en el Registro Civil se inscribieron 164.491 nacimientos. En el mismo periodo de 2022 fueron 91.224. Aunque la caída se intensificó con la pandemia, los expertos apuntan que el descenso en la natalidad viene hace décadas, explicado principalmente por el ingreso de la mujer al mundo laboral.


Cada vez nacen menos niños en el mundo, por lo que la tendencia a la baja se hace aún más patente. De hecho, el pasado 16 de agosto, las autoridades chinas -preocupadas por el panorama- anunciaron una serie de medidas para revertir su baja tasa de natalidad. Y Chile no es la excepción. Los datos nacionales también demuestran que los nacimientos en el país van a la baja.

Entre enero y agosto de 2015 en el Registro Civil se inscribieron 164.491 nacimientos, mientras que en 2019 se anotaron 142.488 para igual periodo, lo que significa una disminución del 13%. Eso sí, la pandemia evidencia aún más la caída, pues los primeros ochos meses de 2022 se registraron 91.224, lo que configura una caída del 35%respecto al año anterior de la crisis sanitaria -2019- y del 44% respecto a 2015. (Ver gráfica).

Los expertos afirman que esta tendencia a la baja no es nueva, sino que viene hace décadas. En ese contexto, la académica de la Universidad Católica y doctora en Sociología con especialización en Demografía de la Universidad de Texas, Viviana Salinas, sostiene que “la disminución de la natalidad viene desde los años 60, en Chile y en Latinoamérica en general. Es un proceso de súper larga data que tiene que ver con un montón de factores, como el ingreso de la mujer al mercado laboral y el acceso a métodos anticonceptivos modernos”.

Los datos también confirman que la tasa de natalidad en nuestro país ha disminuido sostenidamente desde hace más de cinco décadas, sin embargo, esto se ha intensificado desde los años 90. Por ejemplo, en 1990 la tasa de natalidad en Chile era de 22 nacidos vivos por cada 1.000 personas y en 2020 esta tasa fue de solo 12 cada 1.000 habitantes.

La académica explica que la llegada del Covid-19 también tuvo implicancias: “La pandemia trajo mucha incertidumbre económica, además, después estalló la guerra de Ucrania y vino la hiperinflación. Entonces, en un contexto de crisis, las parejas piensan en posponer el nacimiento de un hijo o definitivamente no tenerlo. Necesitamos un poco más de tiempo para saber si esto es aplazamiento o no, pero lo más probable es que este fenómeno tenga relación con este contexto de incertidumbre económica”.

Salinas también explica que una de las consecuencias en la disminución de los nacimientos es el envejecimiento de la población. Según las cifras del Instituto Nacional de Estadísticas (INE), la tasa de fecundidad -número de hijos que en promedio tendría cada mujer- de 2020 marcó 1,6, situándose por debajo de la Tasa Global de Fecundidad que es 2,1. Como resultado, las proyecciones de población en base al Censo 2017 dan cuenta que estos fenómenos se acentuarán con el paso del tiempo, lo cual conllevaría a que en 2050 en Chile se proyecten 176 mayores de 64 años por cada 100 menores de 15 años.

Eso sí, Luis Jaime Gaete, director de Especialidades Médicas de la Universidad Autónoma, destaca que hay grupos donde han aumentado los nacimientos: “Los inmigrantes son los que más han aportado en cuanto a natalidad y, en este último semestre, hemos visto que ha estado aumentando el número de nacimientos de extranjeros en Chile”.

Según cifras del INE, 16,2 de cada 100 nacimientos ocurridos en Chile en 2019 correspondieron a una madre de origen extranjero, es decir, 34.056 nacidos vivos. Y de esa cifra, las mujeres haitianas fueron el grupo que mayor porcentaje aportó a este número total (21,6%), seguidas de las madres de origen venezolano (17,1%).

El rol de la mujer

Aunque hay varios factores que explican la disminución en los nacimientos, los expertos coinciden que el principal es el papel cada vez más protagónico que ha adquirido la mujer. En ese contexto, la doctora Heidy Kaune, académica de la Facultad de Medicina UDP, afirma que “las cargas académicas o laborales muchas veces son incompatibles con la decisión de formar una familia. Entonces, las mujeres deciden retrasar su maternidad hasta alcanzar sus objetivos académicos o laborales de realización personal fuera de la familia. ¿Cuál es el problema de eso? Muchas veces están desincronizados los factores sociales con los biológicos, pues nuestro reloj biológico está establecido y después de los 25 años las posibilidades de tener un embarazo espontáneo caen”.

Las cifras nacionales demuestran un retraso sostenido en la edad en que las mujeres tienen hijos. Así, a finales de los años 70, la mayor parte de los nacimientos correspondían a mujeres entre 20 y 24 años, mientras que en la actualidad la mayor parte se presentan en mujeres de 30 a 34 años.

En ese escenario, la criopreservación o congelación de óvulos para su posterior fertilización e implantación - una técnica que se usa desde la llegada de la fertilización asistida al país- ha aumentado con el paso del tiempo.

En un principio, esta herramienta de medicina reproductiva era una alternativa para quienes debían someterse a algún tratamiento de quimioterapia, pero querían resguardar la posibilidad de ser madres cuando estuvieran sanas. Hoy la situación es distinta. La mayoría de las mujeres que congelan sus óvulos tienen más de 30 años y no pretenden ser madres por el momento, pero en el futuro quieren serlo con la calidad de sus óvulos actuales.

Patricio Donoso, jefe de Medicina Reproductiva de la Clínica Alemana, sostiene que la consulta por este tipo de tratamiento ha aumentado un 30%.

“Hay muchos factores que influyen en que las mujeres o las parejas decidan postergar su maternidad, como el trabajo, la vida académica o viajes. También hay muchas mujeres que están sin pareja y esperan conocer a alguien y por eso deciden congelar sus óvulos. También hay parejas que están juntas, pero a veces priorizan otros planes y deciden guardarlos. El mensaje que nosotros entregamos cuando las personas vienen a consultar es que el congelamiento de óvulos está indicado como tratamiento cuando existe un riesgo de pérdida de fertilidad y una de esas condiciones es cuando se posterga la maternidad”, detalla el profesional.

Frente a un cambio en la tendencia, Kaune sostiene que no es posible mientras no existan medidas de apoyo: “Es altamente probable que siga mientras no existan políticas públicas que permitan compatibilizar el desarrollo profesional y personal de las mujeres con la posibilidad de formar familia. Es decir, tienen que existir apoyos, principalmente de cuidado de los niños, políticas que promuevan que tengan hijos y no se les castigue, entre comillas, desde el punto de vista profesional.

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