José De Gregorio, ex presidente del Banco Central: "La crítica de Rodrigo Vergara al ministro Valdés es injusta e inapropiada"

José De Gregorio

El académico de la FEN de la U. de Chile sale en defensa del titular de Hacienda por el tema del crecimiento y la confianza, y por primera vez manifiesta cuestionamientos al manejo de su sucesor a la cabeza del instituto emisor. "Hoy la tasa de interés debiera ser significativamente menor del 3% que tenemos", sentencia.




A José De Gregorio no le gustaron las palabras de su par, Rodrigo Vergara -ambos ex presidentes del Banco Central-, el jueves último en un seminario de Compass Group. Vergara criticó al ministro de Hacienda, quien había expuesto recién en el mismo evento, acusándolo de "chutear la pelota al córner" por su argumento de que la falta de crecimiento del país se debía también a un déficit exportador. "El tono que usó ahora Vergara (...) no es el de los últimos cinco años en que fue cabeza del Central", sostiene De Gregorio, que califica de injustos e inapropiados sus dichos.

Pero no solo eso, también reconoce que tiene cuestionamientos a cómo Vergara condujo el ente rector en el segundo semestre de 2016 (ver página 16), básicamente en lo que se refiere a la Tasa de Política Monetaria (TPM), respecto de la cual ya en septiembre empezó a señalar que debía bajar y que a su juicio hoy debiera estar sin problemas en 2%.

¿Comparte los dichos del ministro Valdés sobre que lo que está deteniendo el crecimiento en lo más estructural son las exportaciones?

Hay que tener cuidado en interpretarlo. Yo lo interpreto dentro de un contexto más general y es un problema de baja productividad. No tenemos la fuerza productiva para ganar mercados internacionales ni para internamente generar más crecimiento. Nuestro menor crecimiento se debe, en parte importante, entre 1,5 y dos puntos, a menos productividad. Es un elemento de primer orden para explicar nuestro mediocre desempeño.

Por lo tanto, ¿no es "chutear la pelota al córner", como lo criticó Rodrigo Vergara?

No, es reconocer un factor que es importante, distinto de la confianza. En su entrevista, Valdés reconoce que hay que valorar la importancia del crecimiento, algo que se ha debilitado. Pero hay que tener cuidado de atribuir todo al factor confianza. No podemos eludirlo, pero tampoco sobredimensionarlo. Tenemos un problema de productividad serio, un problema cíclico que tiene que ver con el arrastre de la caída de la inversión minera y la lentitud que hemos visto también ha estado dominada por factores de confianza que impiden una recuperación más vigorosa.

Pero cuando el ministro Valdés escoge el tema de las exportaciones para ponerlo en la tribuna pública, versus el de la confianza, donde su acción podría hacer una diferencia, ¿no es tratar de esquivarlo?

Yo nunca he escuchado al ministro Valdés despreciar o ignorar el tema de la confianza. Y cuando uno ve lo que ha hecho en materia fiscal, en materia financiera, su involucramiento en los proyectos del Ejecutivo como ministro de Hacienda, sin lugar a dudas él tiene muy claro que aquí hay un problema asociado con generar y recuperar confianza.

En ese sentido, ¿no corresponde la crítica de Vergara?

Encuentro que la crítica de Rodrigo Vergara al ministro Valdés es injusta e inapropiada. Me parece incorrecto plantear que él no reconoce bien las dificultades que tiene nuestra economía. Las cosas que dice Valdés son las mismas que decía Vergara cuando era presidente del Banco Central. De hecho, el tono que usó ahora Vergara, en esa crítica del seminario del jueves, no es el de los últimos cinco años, en que fue cabeza del Central.

¿Cuán grave es que la economía chilena vaya a completar cuatro años creciendo en torno a 2%?

Dado que nuestra economía puede crecer entre 3% y 3,5% en el mediano plazo, estamos perdiendo al menos un punto por año de crecimiento y eso es un punto menos de ingresos para las personas. Tenemos pérdida en materia de empleo y de bienestar para la población. No podemos menospreciar esos números. Por eso yo dije: "Si no hacemos nada, vamos a volver a crecer, pero mientras antes ocurra, mejor".

¿Es la falta de crecimiento el problema más relevante que tiene hoy Chile?

Desde el punto de vista económico, sí. Porque además, si uno mira lo que pasa en el mundo y en Chile en estos períodos relativamente largos de crecimiento lento, también se prestan para que se discutan propuestas y políticas que, producto de la decepción con el desempeño económico, no son las más adecuadas. Por eso hay que poner en el centro de la discusión y de las políticas cómo éstas van permitiendo que haya mayor crecimiento con equidad, respecto del medioambiente, con mejoramiento institucional.

Al cabo de cuatro años el crecimiento se volvió a tomar la discusión, versus la desigualdad, que fue la bandera del actual gobierno.

Con progreso económico, con crecimiento sólido, sostenible, tenemos mucho más espacio para resolver todos los problemas sociales y por eso, si bien en algún momento se menospreció el tema del crecimiento, cuando nos damos cuenta de que el estancamiento ha sido más prolongado, viene la discusión de cómo retomarlo. Pero hay que saber evaluar dónde estamos y qué hemos logrado.

Precisamente en este período se dio poco valor a lo conseguido y se impulsó un discurso de cambio más radical.

Efectivamente, dentro de la coalición de gobierno hay dos visiones. Una que dice todo lo hecho está malo y hay que hacerlo de nuevo. Y otra, que yo comparto, que dice que lo hemos hecho bien, pero que tenemos nuevos desafíos y que hay cosas que se nos han ido quedando atrás. Eso, obviamente, determina el diseño y contenido de las políticas a aplicar, y es donde ha habido bastantes imperfecciones. Una cosa es reconocer que hay un problema y otra es diagnosticar de dónde viene. Hay una falta de diagnóstico común.

En el último año y medio, cada tanto usted ha hablado y expresado sus críticas al gobierno. ¿Cree que levantó la voz a tiempo y lo suficiente frente a los problemas y reformas, o hace algo de mea culpa?

Yo soy bien autocrítico y en mi vida me he equivocado muchas veces, pero lo importante es saber enmendar y estar tranquilo con lo que se ha hecho. Lo que pasa es que hay gente a la que le gustaría que uno saliera y le diera al gobierno. En ese sentido, hay que tener mucho cuidado con ser usado en el juego político. Siempre lo critican a uno de todos lados, es normal, pero yo me siento con la independencia y la libertad para plantear con responsabilidad lo que pienso.

Hay gente que los critica a usted y a otros economistas de la Concertación, señalando que en un principio avalaron las reformas, sin velar por un resguardo de su diseño técnico.

No voy a contestar críticas anónimas. Yo apoyé y apoyo reformas en el ámbito educacional, en el previsional, creo que hay que hacer cambios en la Constitución. Pero en el momento en el que sentí que estaban yendo en la dirección incorrecta, fui planteando mis ideas. Tampoco quiero subirme al carro de los críticos poco serios y creo que ese es un poco el costo que pagó el ministro Valdés. Hay que tener un poco menos de polarización política para analizar los temas y más racionalidad. Hay mucha gente a la que le gustaría retrotraer todo al año 1989 en materia económica. Gente para la cual todo lo que hizo la Concertación fue antimercado, pero que ante el temor de las reformas empezaron a decir que estaba todo muy bien. Por favor, hay que ser coherentes.

¿Por qué Valdés no ha podido mejorar las señales para el crecimiento?

Porque tenemos problemas más profundos que vienen de nuestro sistema político, del escenario económico que estamos viviendo.

Él parchó las reformas tributaria y laboral, pero la evaluación es que quedó al debe.

Primero, no es responsabilidad de un ministro solamente, es un gobierno entero. En el tema laboral hubo también intransigencia de la oposición. Hubo un problema de nuestro sistema político de llegar a un acuerdo. Yo creo que ha tenido una buena gestión dentro del marco que le impone un gobierno que, además, es muy débil. La pregunta que uno se tiene que hacer es ¿cómo estaríamos si no hubiese sido Valdés el ministro de Hacienda?

¿Y cuál es su juicio al respecto?

Por la admiración que le tengo y por lo que lo he visto, creo que estaríamos mucho más mal.

Impacto de las elecciones

¿Qué va a terminar pasando este año en materia de crecimiento? ¿Vamos a tener un 2017 tan malo como el 2016?

La verdad es que no hay nada sólido para que uno diga que tiene que llegar la recuperación.

¿Eso significa crecer más cerca de 2% o 1,5%?

Algo entremedio de eso. Hacia fines de año podría ser mejor, pero este primer trimestre las cifras van a ser malas, porque hemos tenido fenómenos transitorios que provocan daño.

¿Puede haber incluso un PIB negativo en este primer trimestre?

Podemos tener un crecimiento muy débil, que después puede implicar un repunte más rápido, pero no nos confundamos, porque va a ser parte de ponernos al día con los problemas que tuvimos este primer trimestre.

¿Hay algo que a esta altura pueda hacer el gobierno para ayudar al repunte de la economía?

Hay dos factores al respecto. El primero es la política fiscal, pero en Chile tiene el espacio copado. El segundo es qué hace en términos de su legado como gobierno. Ahí es importante que deje enviado el proyecto de reforma de pensiones, aunque no se termine su trámite, en vez de que quede abierto a la campaña presidencial. La demanda en el tema de pensiones es demasiado grande e importante para hacer promesas que puedan ser muy costosas, poco realistas y que al final terminen apuntando en la dirección incorrecta.

¿Y cómo debe enfrentar el gobierno el cuestionamiento del movimiento No+AFP?

Es que esto de que no haya más AFP no tiene ni pies ni cabeza. Por eso el rol del gobierno en esta materia es rayar la cancha de cómo va a seguir el sistema.

¿Las elecciones de fin de año juegan a favor o en contra de las expectativas?

Va a depender de manera importante de quiénes sean los candidatos y de lo que propongan. En la medida en que tengamos candidatos que retomen el tema del crecimiento, debiera mejorar un poco el ánimo.

¿Hablamos de posibles gobiernos más amistosos con el mercado?

Yo diría más bien un gobierno amistoso con el progreso, en que no se demonice el éxito, que se valore el esfuerzo y que reconozcamos las virtudes del crecimiento, sin perder el horizonte de las necesidades de reformas de este país. Y las que ya están habrá que corregirlas de ser necesario.

De las tres reformas que están andando (tributaria, educacional y laboral), ¿cuál considera prioritaria de corregir?

Hay que mirar con mucho cuidado el tema de educación. En lo tributario esperaría a ver cómo se avanza. Ahí me preocupa mucho cómo se pueden mejorar los incentivos para la inversión y el ahorro, sin perder recursos fiscales.

¿Cuál será el mayor desafío del próximo gobierno?

El crecimiento y tomar en serio las demandas de mayor integración social. Además, hay desafíos institucionales muy grandes, en términos del Estado. Necesitamos un Estado más ágil, necesitamos un mejor servicio público. No puede ser que cada vez que cambie el gobierno se cambie una infinidad de funcionarios públicos. Debe ser más estable.

¿Le gustaría ser ministro de Hacienda de un nuevo gobierno de su coalición?

La única virtud que va a tener el próximo ministro de Hacienda, es que como la economía va a crecer más, porque vamos a estar en un mejor ciclo, él va a poder decir "yo logre que creciéramos más", cosa que va a ser un poquito exagerada. La verdad es que estoy muy bien con mi proyecto académico-profesional y no tengo nostalgia pública. Me gusta mucho lo público y si se da la oportunidad en algún momento podría pensarlo, a pesar de la oposición familiar, pero la verdad es que no siento ninguna añoranza.

¿Lograremos volver a crecer al menos a 3% en esta década?

Debiéramos lograrlo. El ciclo se mueve en torno a esa tendencia y si no podemos llegar quiere decir que no es nuestra tendencia, pero yo creo que todavía tenemos deficiencia de demanda.

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