Liderazgo efectivo

No existen fórmulas mágicas ni recetas instantáneas para el liderazgo. Ejercerlo correctamente depende, en primera instancia, de nuestro autocontrol y trayectoria, pilares que sustentan nuestra autoridad informal.




¿Se puede elegir ser feliz? En su célebre libro "En busca del sentido", el psiquiatra judío Víctor Frankl describe su paso por varios campos de concentración nazi y concluye que aún cuando perdió a sus padres, hermanos, esposa, y fue objeto de las más terribles humillaciones y malos tratos, nadie fue capaz de despojarlo de su dignidad, pues nunca renunció a ella. Al entender eso, nos volvemos verdaderamente libres. Si Frankl pudo, aún en esas condiciones, ¿qué nos lo impide a nosotros?

No existen fórmulas mágicas ni recetas instantáneas para el liderazgo. Ejercerlo correctamente depende, en primera instancia, de nuestro autocontrol y trayectoria, pilares que sustentan nuestra autoridad informal. Esta autoridad informal, principal recurso de que disponemos para ejercer liderazgo, emana de lo más profundo de nuestro ser a nivel de carácter, valores y motivaciones. Usarla para lograr el cambio que nuestra empresa (u otro sistema social) requiere, es nuestra opción.

COMENZANDO POR EL PARADIGMA
Si gozamos de autoridad informal, distinguimos desequilibrio en el sistema social que debe restaurarse y elegimos ser protagonistas del proceso de adaptación, debemos entender dónde estamos situados y hacia dónde nos queremos mover. Sin una propuesta alternativa, la renuncia al status quo es prácticamente imposible. En palabras de Stephen Covey, "debemos entender los paradigmas". En su libro "Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva", Covey describe los 7 pasos del liderazgo, poniendo énfasis en que "las victorias privadas preceden a las públicas". Si no estamos en control de nosotros mismos, difícilmente podremos lograr la adaptación en sistemas externos.

LOS SIETE HABITOS
Hábito 1:
sea proactivo. Como seres humanos somos responsables de nuestra vida; nuestra conducta es función de nuestras decisiones, no de nuestras condiciones. Tenemos la iniciativa y la responsabilidad de hacer que las cosas sucedan.

Hábito 2: empiece con un fin (propósito) en mente. Sin un punto destino o un escenario alternativo, las personas difícilmente se alejarán del status quo.

Hábito 3: priorice ("first is first"). Los procesos de adaptación generan tensión y el tiempo es limitado. Si no priorizamos bien, los recursos pueden acabarse antes de llegar al destino.

Hábito 4: piense en Ganar-Ganar ("win/win"). Existen seis paradigmas de la interacción humana: gano/pierdes; pierdo/ganas; pierdo/pierdes; gano; ganar/ganar o no hay trato y ganar/ganar. El de ganar/ganar es una estructura mental y del corazón que procura el beneficio mutuo en toda interacción. Significa que los acuerdos o soluciones siempre deben ser mutuamente benéficos y satisfactorios.

Hábito 5: empatice. Escuche para comprender más que para contestar.

Hábito 6: sinergice. Nuestra visión de la realidad es tremendamente limitada y siempre habrán más posibilidades de las que somos capaces de ver. Abra la mente a nuevas posibilidades, alternativas y opciones de cooperación creativa.

Hábito 7: mantenerse bien ("afilar la sierra"). Significa preservar y potenciar el mayor bien que se posee, uno mismo, y renovar las cuatro dimensiones de la naturaleza: física (con buena nutrición, ejercicio, control del estrés), espiritual (clarificación de valores y compromiso con ellos, estudio, meditación), mental (lectura, visualización, planificar, escribir) y social/emocional (servicio, empatía, sinergia).

PARA TENER EN CUENTA
Nelson Mandela  (Madiba) es uno de los referentes más importantes del siglo XX por su lucha contra la segregación racial (apartheid) y la integración de Sudáfrica.

Fue condenado por "traición" en 1956 por liderar manifestaciones pacíficas en contra del Apartheid y luego dejado en libertad 5 años después por falta de pruebas. En 1962 fue condenado nuevamente, esta vez a cadena perpetua en 1962 por "sabotaje" y otros cargos y fue liberado en 1990 luego de solicitudes de la comunidad local e internacional.

En 1993, junto al presidente Frederik De Klerk, recibió el premio nobel de la paz. Un año después fue electo presidente de sudáfrica. Con la llegada de Mandela al poder los afrikáner (blancos) temían perder sus privilegios y, por otro, los negros estaban ansiosos por adquirir o recuperar algunos.

Mandela necesitaba maneras creativas y efectivas de unir al pueblo sudafricano y vio en el rugby una gran oportunidad. Logró que Sudáfrica fuese designada como sede para el Mundial de 1995.

Entabló una gran amistad con el capítán del equipo François Pienaar, quien entendió que había mucho más en juego que una copa mundial de rugby. Con el lema "un equipo, un país" Mandela se transformó en el principal fan del equipo nacional, los Springboks.

Pese a todos los pronósticos Sudáfrica se coronó campeón por primera vez en la historia. La efervescencia en el estadio y en las calles fue total: blancos y negros, ricos y pobres, se abrazaban como nunca antes.

Tal como lo dijera William Henley en su poema Invictus, se convirtió en "el amo de su destino y en el capitán de su alma" y logró en poco tiempo la integración de un país luego de siglos de injusticia y segregación racial.

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