Los héroes olvidados

Con 17 años, Víctor Solar fue la estrella alba en 1971 tras suplir a Caszely. Luego se fue en micro. Néstor Di Luca tuvo su jornada soñada con la camiseta azul en 1984, su último derbi.




A los 62 años, Víctor Solar dedica al tiempo a dos escuelas de fútbol de Colo Colo, en Quinta Normal y La Florida.  La mayoría de los niños y jóvenes que asisten a sus clases ignora que el otrora puntero izquierdo tuvo su día de gloria en un Superclásico.

Ocurrió el 2 de mayo de 1971. En ese entonces no estaba en sus planes ni en los de nadie que pudiera participar en el duelo más importante del fútbol chileno. “No tenía para cuándo jugar. Con 17 años, el sólo hecho de estar citado era un premio. Recuerdo que estábamos sentados en la tribuna, porque sólo el técnico, el ayudante y el kinesiólogo podían estar en la cancha. Estadio lleno, y a los 20 minutos se desgarra Caszely y Pancho Hormazábal, que era el técnico, me dice ‘¡Solar!’. Ni le cuento lo nervioso que estaba”.

El marcador estaba igualado a un gol. Eladio Zárate abrió la cuenta para la U y Carlos Díaz había empatado para los albos. Quedaban apenas dos minutos, cuando una combinación entre Sergio Messen y Solar termina en gol de este último, desatando la algarabía del Cacique en el Nacional.

“Hice una pared con el Keko y me dejó sólo en diagonal. Ahí me sale el Gringo (Adolfo) Nef y se la crucé a un lado. Fue algo hermoso”, cuenta el autor del tanto. “Yo estaba en el liceo y al otro día tuve que ir a clases.  Aparecí en la primera página de La Tercera. El director del liceo y los cabros me felicitaban. A las dos semanas me llamaron a la selección juvenil”, recuerda.

Comenta que tras su actuación se fue como un hincha más del estadio: “Terminó el partido y tuve que ir a tomar la micro a Vicuña Mackenna”.

Luego, su carrera transcurrió en 13 equipos e, incluso, vistió la camiseta del archirrival tres años después. “En esa época no existía el tema de las barras, era todo familiar. Si hasta Leonel (Sánchez) jugó en Colo Colo”.

El crack de Tres Arroyos

Néstor Di Luca se sorprende al recibir el llamado. “En Chile viví los mejores momentos de mi vida”, dice. El argentino llegó a Universidad de Chile en 1983, de la mano de Luis Santibáñez, con la misión de devolver a los azules a los primeros planos. Fue tercero ese año, mientras que al año siguiente quedó fuera de la liguilla. Sin embargo, el delantero dejó su huella la tarde del 25 de noviembre de 1984.

Nuevamente, el Estadio Nacional fue el escenario: 53.042 fueron testigo del triunfo 2-0 de la U, dirigida por Hernán Carrasco y cuyo PF es el mismo que estará el domingo en el Monumental: Luis Rodoni. A los 38’, Marcelo Silva abrió la cuenta, lo que obligó a Colo Colo a ir a buscar el empate.

Un pase de Silva, que Alejandro Hisis pifia en el despeje, deja solo a Di Luca, quien bate a Roberto Rojas. “El estadio estaba lleno y el 75 por ciento era de Colo Colo. Íbamos ganando, cuando quedo solo frente al Cóndor Rojas, le amago y defino”, relata. Y añade: “Fue uno de los goles que más recuerdo, porque el Cóndor era uno de los mejores del mundo. Era extraordinario”.

Luego del partido, el atacante se quedó firmando autógrafos por casi dos horas: “Me sorprendió mucho lo cálida que era la gente. Incluso, en esa época las barras apostaban de forma sana. Así, el que perdía tenía que ir a limpiarle la sede al otro, algo impensado hoy”.

En 1985, volvió a su país, donde defendió la camiseta de Huracán y se retiró en 1991. Hoy, a los 61 años, Di Luca se encarga de una empresa de artículos de pesca y de vez en cuando evoca esa tarde gloriosa, que sólo los más fanáticos todavía recuerdan.

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