Memorias de gabinete

Patricio Aylwin se reunió por última vez con los ministros de su gobierno el 4 de marzo de 2015, en lo que fue un ejercicio de La Tercera por los 25 años de su llegada a La Moneda. A poco más de un año de ese reencuentro, los miembros de su gabinete rememoran hoy, en primera persona, la experiencia de haber estado junto a él como actores de la transición.




“Eramos una buena orquesta, sin duda, pero lo excepcional pasa por el director y esta orquesta lo tenía”. La frase corresponde a Enrique Krauss y fue pronunciada el 4 de marzo de 2015, cuando Patricio Aylwin se reunió por última vez junto a los ministros que integraron su gobierno.

El encuentro había sido organizado por La Tercera con motivo de los 25 años de la instalación del primer gobierno democrático tras los 17 años de la dictadura de Augusto Pinochet.

Aylwin junto a 15 de sus ex colaboradores se fotografiaron en la misma posición que el 11 de marzo de 1990 lo hicieron en los jardines del Palacio Presidencial de Cerro Castillo -momentos antes de asumir el mando- y luego dejaron aflorar las anécdotas y recuerdos entremedio de bromas, risas y también momentos de emotividad por aquellos que ya habían partido, como Edgardo Boeninger, Juan Hamilton, René Abeliuk y Enrique Silva Cimma.

Hoy, varios de aquellos ministros que participaron de ese último encuentro masivo con el ex mandatario accedieron a rememorar la experiencia de  compartir junto a Patricio Aylwin y haber sido colaboradores del primer gobierno de la transición. Todos reconocen su calidad humana y liderazgo. Y algunos, como Germán Correa (PS), sinceran que pese ha haber tenido aprensiones hacia su figura en los años 80 por el rol de la DC frente al gobierno de Allende, terminaron profesándole admiración y respeto.

Patricio Rojas, ex ministro de Defensa: "Lo más tenso fue el asesinato de Guzmán"

“Recuerdo que en la primera Parada Militar, en el Parque O’Higgins, en la tribuna presidencial estaba el Presidente Aylwin junto al presidente del Senado, Gabriel Valdés; el general Augusto Pinochet y yo, como ministro de Defensa. En un intervalo de las marchas y desfiles, don Patricio se reclinó entre nosotros tres para que no escuchara nadie más que los que estábamos ahí, que éramos Gabriel y yo, y nos dijo: ‘Ustedes se habrían imaginado alguna vez que íbamos a estar aquí, con este caballero’.

Nos provocó risa. Era una distensión después de 16 años de haber sido perseguidos, prohibidos y execrados políticos.

El momento más tenso fue el asesinato de Jaime Guzmán, lo que provocó mi inmediata renuncia ante el Presidente Aylwin, cosa que había hecho minutos antes por su cuenta el ministro del Interior, Enrique Krauss. Ambos habíamos tenido la misma reacción espontánea. Dada la gravedad del hecho, valía la pena dejar al Presidente en libertad de acción por si quería cambiar el rumbo de su gobierno o sus ministros. El Presidente, sin embargo, rechazó las dos renuncias. Continuamos en el cargo todo el período, pero ese fue el momento más tenso, sin dudas”.

Enrique Krauss, ex ministro del Interior: "Logró avance de la equidad económica"

“Patricio Aylwin fue el hombre adecuado para el momento preciso. Difícilmente una personalidad distinta hubiera podido encabezar con tanto éxito la transición de la dictadura a la democracia.

Contribuyeron a ese resultado los rasgos del carácter y de la actitud vital de don Patricio. Era un hombre de Derecho, formado en el respeto a la ley. Pero, adicionalmente, para él la ley debía ser un instrumento de la justicia. Por eso, uno de sus prioritarios actos de gobierno fue buscar la verdad de los atropellos perpetrados en contra de los derechos humanos, base esencial para todas las condenas dictadas por el poder jurisdiccional. Igualmente, durante su gobierno solucionó, en parte, las enormes deudas sociales provocadas por la aplicación implacable de un sistema económico liberal, cuyos efectos negativos aún no se superan plenamente. Todo lo hizo ‘en la medida de lo posible’, rasgo de realismo que inhibió los desbordes seudorrevolucionarios y permitió realizar el crecimiento del país y el avance de la equidad económica y social. Un rasgo esencial de su gobierno fue su falta de ambición en todos los ámbitos, desde el personal hasta el político. Vivió el mandato presidencial con la sobria dignidad de un profesional de clase media y en el fondo de su corazón jamás buscó ser Presidente de Chile. Alguna vez me confidenció que le habría gustado ser rector de la Universidad de Chile. Afortunadamente para Chile, su destino era distinto”.

Soledad Alvear, ex ministra del Sernam: "Siempre supo ejercer su liderazgo"

“Don Patricio Aylwin es de todos los políticos que he tenido la ocasión de conocer y compartir el que más admiro. Su sencillez, inteligencia, calidad humana, su vocación real de servicio público, honradez, liderazgo y capacidad de escuchar, además de la coherencia entre su vida pública y privada, son indiscutibles.

Recuerdo los consejos de gabinete, en los que nos escuchaba a todos (yo era la única mujer), anotando con su lápiz Bic en una libre

ta pequeña (regalo de sus nietos) todas nuestras opiniones, para concluir luego en lo que ‘íbamos a hacer’. Eramos parte de un proyecto colectivo.

Su capacidad para enfrentar situaciones difíciles (como la reacción de las Fuerzas Armadas frente al Informe Rettig, además del ejercicio de enlace y el boinazo) don Patricio la asumía con fuerza y la dignidad de un Presidente de la República.

Además, recuerdo que nos visitaba en nuestras casas si teníamos alguna enfermedad o algún problema grave, o nacía un hijo (a) de alguno de nosotros.

Don Patricio siempre supo ejercer su liderazgo. Sus ministros eran sus colaboradores directos y no necesitó de asesores o de un “segundo piso”. Fuimos un equipo en donde claramente teníamos un gran director de orquesta, que destacó por su calidad humana y de estadista”.

Germán Correa, ex ministro de Transportes: "Decían que era uno de sus regalones"

“Mi relación con don Patricio partió un tanto tormentosa, por allá por los años 80, cuando nos encontramos en una cena en la que le enrostré su papel como presidente de la DC en los tiempos de Allende. En los años siguientes nos encontraríamos en diferentes actividades contra la dictadura, hasta que fue elegido presidente DC en 1987. Fue entonces que comenzamos a conversar entre la DC y el PS-Almeyda, al que yo representaba en esos encuentros que culminaron con el acuerdo de trabajar juntos por el No en el plebiscito. Incluso, en esos momentos la relación fue un tanto áspera.

Ante la disyuntiva de designar a alguien que encabezara la nueva Concertación, nosotros señalamos que Ayl- win era imposible, por la mala imagen que tenía en la izquierda. Ello habría de cambiar unos meses después, cuando finalmente lo aceptamos como vocero de todos nosotros.

Se comenzó a forjar una relación que poco a poco fue de mayor confianza, sintonía política y personal, hasta desembocar en una muy buena relación cuando fui su ministro de Transportes, al punto que algunos periodistas llegaron a identificarme como uno de  los ‘regalones’ del Presidente”.

Mi relación con Aylwin fue, obviamente, de carácter esencialmente política, pero se dio siempre en un marco de respeto mutuo, de sintonía y simpatía personal”.

Carlos Ominami, ex ministro de Economia: "Recuerdo con nostalgia esos años"

“El gobierno del Presidente Aylwin superó ampliamente las expectativas. La tarea no era simple. Por de pronto, su trayectoria anterior como dirigente político y su papel bajo el gobierno del Presidente Salvador Allende generaban enormes aprensiones en muchos sectores de la izquierda.

La diversidad de partidos que formaban parte de la coalición anticipaba serias dificultades de gestión política. La presencia del general Pinochet en la Comandancia en Jefe del Ejército era un obstáculo mayor al reencuentro entre civiles y militares.

Al final, el proceso logró superar con éxito todas las pruebas. De político duro, de trinchera, Aylwin se transformó en un Presidente justo y bueno, que suscitó un amplio apoyo y respeto. Los partidos de la Concertación se fueron rea- grupando y mostraron todos gran responsabilidad y disciplina. Con gran talento, el Presidente Aylwin logró imponer un liderazgo de verdad indiscutido.

En realidad, fue un tiempo excepcional. Recuerdo con nostalgia esos años en que la política tenía épica, el servicio público prestigio y uno podía sentirse orgulloso de ser parte de un gran esfuerzo colectivo por la reconstrucción de la democracia”.

Jaime Tohá, ex ministro de Energía

“Como todos sabemos, el fútbol nunca fue un tema de mayor preocupación para don Patricio, es más, era motivo de bromas en el gabinete cuando proponía alguna actividad el mismo día en que se disputaba algún partido importante.

Una vez, al inicio de un consejo de gabinete, dice: ‘He estado leyendo la prensa y me tiene preocupado esta polémica que se ha desatado en el país, unos dicen que en el partido del domingo debe jugar Zamorano y dan muy buenas razones, y otros, también con buenos fundamentos, creen que debe jugar Zambrano, y yo me pregunto, por qué no juegan los dos?’. Una cariñosa risotada general acompañó su conclusión. Esto, que puede parecer una anécdota trivial, se lo relate hace pocos días a Mariana y ella me dijo: ‘Qué genial, esta anécdota refleja su personalidad, la necesidad de buscar acuerdos, evitar conflictos innecesarios’”.

Francisco Cumplido, ex ministro de Justicia

“Con Patricio Aylwin nos unía una gran amistad. Fue un hombre muy generoso y de profundos sentimientos.

Hay dos cosas que recuerdo como las más emotivas. Fue muy emocionante su asunción al mando cuando cruzó el Estadio Nacional junto a su señora. Y fue tremendamente emotiva la entrega del Informe Rettig, donde quedaron establecidas las espantosas violaciones a los derechos humanos cometidas en dictadura.

Se designó una comisión pluralista para que realizara el informe y la investigación. Cuando se presentó el informe, don Patricio se lo llevó a su casa en verano para leerlo. A su regreso nos encontramos con la terrible realidad de lo que había ocurrido en el país. Nos afectó profundamente a todos y enseguida tomamos las medidas necesarias para reparar en la medida de lo posible, como dijo don Patricio, los daños que se causaron”.

Carlos Hurtado, ex ministro de Obras Públicas

“Cuando teníamos listo en el Ministerio de Obras Públicas el proyecto para actualizar la ley de concesiones fui a ver al Presidente, que siempre recibía sin demora, y le pedí que lo mandáramos al Congreso sin que pasara, como era la costumbre, por una Comisión Interministerial. Esto, debido a que en esa instancia lo demorarían y quién sabe cuántos cambios y ‘mejoramientos’ pedirían. Era una solicitud muy excepcional. El Presidente me miró, sonrió y dijo: ‘Déjemelo aquí, yo lo reviso’. Dos días después me llamó y me entregó el documento revisado con gran acuciosidad de su propia mano. Con muy sabios cambios. El era un experto en la materia. ‘Está listo, mándelo al Congreso y tramítelo rápido’, me dijo. Fue un privilegio y un gran agrado tener a don Patricio como jefe, una persona accesible, sencilla y que siempre hacía la pega discretamente y sin meter bulla”.

Germán Molina, ex ministro de Transportes

“El día en que me llamó  don Patricio y me ofreció el cargo de ministro de Transporte y Telecomunicaciones, yo le había desconocido la voz. ‘¿Ya, a ver, quién está llamado?’, dije.  ‘No, no, si habla Patricio Aylwin’, contestó.

Recuerdo que él era una persona que cuando quería hablar algo personal, tomaba él mismo el teléfono y llamaba, nunca hacía las gestiones a través de otros.

Me reuní con él y la verdad es que me extrañó que me ofreciera ese cargo, porque yo trabajé más de 15 años en la Comisión de Derechos Humanos, que no tenía nada que ver con el tema.

El me dijo: ‘Mira Germán, a mí no me interesa nada eso, lo que yo quiero es una persona que pueda resolver problemas complicados, necesito alguien con mucha dedicación, mucha responsabilidad, además que los ministros son primero que todo políticos y después técnicos’”.

Juan Agustín Figueroa, ex ministro de Agricultura

“Recuerdo que en lo que respecta a mi cartera, una de las preocupaciones preferentes de don Patricio fue la de estimular las exportaciones hortofrutícolas y contribuir -incluso con apoyo internacional- a exterminar el flagelo de la mosca de la fruta. En ese contexto, le comuniqué que habían aparecido focos en zonas pobladas de la capital. Se recomendó la fumigación en algunas aéreas, no obstante la existencia de sectores habitados. Se produjo una reacción contraria a la fumigación, de la cual se hizo eco la prensa. Hubo periodistas que se acercaron al Presidente para escandalizar por lo ocurrido. Uno de ellos le encaró la situación, reprochando a su ministro de Agricultura.

Aylwin, con claridad y gran firmeza, le expresó: ‘Yo ordené la fumigación’, dando ahí un gran espaldarazo al secretario del Estado y asumiendo una responsabilidad que no le correspondía”.

Alberto Etchegaray, ex ministro de vivienda

“Yo fui una especie rara en su gabinete. El único ministro independiente, sin militancia política y sin vida partidaria en un país que estaba altamente politizado. Quizás por esa carencia don Patricio siempre me distinguió con su particular cercanía. Más allá de saludos protocolares, yo no lo conocía mayormente, de manera que nuestra relación formal se inició el día en que me entrevisté con él y recibí su sorpresiva proposición de asumir el ministerio. En esa primera reunión, aún nervioso por el tremendo desafío para alguien ajeno a la política, no conversamos las materias relativas a mi cartera, sino que me comentó su visión de Chile. Se enfocó especialmente en qué era lo esencial que debía hacer el gobierno para devolverle al pueblo el sentido de unidad, pertenencia, reconciliación y establecer grandes acuerdos, que posteriormente fueron el sello de su gobierno”.

René Cortázar, ex ministro del Trabajo

“Luego de décadas de movimientos pendulares, que iban de un extremo al otro, y una sucesión de gobiernos refundacionales, el Presidente Aylwin dio un giro radical a la política chilena. Planteó que, más allá de quiénes estuvieran en el gobierno, el sentido más profundo de la democracia era servir al interés común de la sociedad. Lo que llevaba a intentar compatibilizar las distintas visiones e intereses, sobre la base de acuerdos políticos y sociales. Esto se reflejó en su forma de gobernar. Me tocó vivirlo como su ministro del Trabajo. Su corazón estaba con los trabajadores y sus organizaciones. Se reunía frecuentemente con ellos. Luego de esas reuniones me llamaba para repasar los diversos planteamientos.

El decía: ‘El capital político es para gastarlo’. No estaba centrado en mantener su popularidad, sino en servir al interés común de la nación”.

Luis Alvarado, ex ministro de Bienes Nacionales

“En diciembre de 1989, cuando se configuraba el gabinete, los socialistas aún estábamos divididos: los renovados y el PS Almeyda. Los articuladores de las ecuaciones (Boeninger y Correa) decidieron que yo fuera el ministro de Transportes. Recibí el llamado personal de don Patricio en que me comunicaba su decisión. Pero no ocupé tal ministerio. El PS Almeyda se sintió disminuido, se sintió maltratado, ya que le tocarían ‘cargos menores’. Germán Correa, que había sido propuesto como ministro de Bienes Nacionales me propuso un enroque. Mi respuesta que ser ministro del gobierno que sucede a la dictadura es un honor y un orgullo sin parangón

Don Patricio entonces me dijo ‘admiro su capacidad de comprender lo complejo del momento’. Así es, don Patricio siempre hacía que uno lo sintiese amable y cercano, que uno se sintiese bien a su lado”.

Sergio Molina, ex ministro de Mideplan

“Al enfrentarme a la pregunta sobre el principal recuerdo de don Patricio Aylwin cuando fui parte de su gobierno, me surgieron varias oportunidades en que aparecen muy destacadas sus condiciones de gobernante, pero lo que se me hizo presente como lo más destacado fue el ser humano. Patricio Aylwin agregó a su preparación e inteligencia, su modestia, su capacidad para escuchar, su preocupación por las personas, tanto de las que trabajan con él, como de quienes se pueden ver afectados por las medidas del gobierno. Su bondad natural no le impide tomar decisiones que pueden afectar a algunos, pero que en lo principal benefician a la mayoría del pueblo chileno. Sus decisiones no son producto de la improvisación ni de la precipitación, sino el resultado de escuchar y de meditar”.

Jorge Jiménez de la Jara, ex ministro de Salud

“Mi cercanía con don Patricio Aylwin viene desde muy lejos en el tiempo, es parte de mis recuerdos de infancia más temprana en San Bernardo, a fines de los años 40. Una imborrable tarde otoñal vi a un joven en andas de otros jóvenes salir desde la municipalidad hacia la Plaza de Armas, lo vitoreaban después de una sonada derrota electoral, era Patricio Aylwin y los falangistas del pueblo que celebraban el incidente político alegremente.

Muchos años después, en la universidad, inicié la militancia en el socialcristianismo y reconocí a Patricio Aylwin junto a Eduardo Frei, Radomiro Tomic, Fuentealba, Castillo y tantos otros hombres notables de la democracia chilena. Ellos fueron amigos, camaradas y maestros de la célebre Patria Joven de los 60 de la cual fui parte”.

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