Zanzíbar, Seychelles y Mauricio: Paraíso perdido




Hace un par de años, cuando uno pensaba en playa de arenas blancas y mar turquesa, con arrecifes de coral, peces multicolores y palmeras, pensaba, sin duda, en el Caribe: República Dominicana, Cuba, Jamaica… Hoy, el destino para este sueño está siendo compartido con las islas del séptimo mar, las que gracias a sus atractivos y a su creciente industria turística, se han situado en el mapamundi de muchos viajeros como el nuevo paraíso perdido. Llegar no es fácil ni barato y seleccionar la isla tampoco, pues son muchísimos los archipiélagos en el Océano Indico. Aquí, tres destinos imperdibles para tener en cuenta.

MAURICIO, TIERRA DE HONEYMOONERS
Es la isla más accesible del Indico. Una novela fue premonitoria en cuanto al destino rosa que tendría Mauricio: dos jóvenes enamorados, Pablo y Virginia, deben separarse cuando ella viaja a Francia a estudiar. Al emprender el viaje de regreso, la pobre muere en un naufragio. Este drama, en cuyo honor se erige una estatua en Port Louis, la capital, se considera el responsable de darle una atmósfera romántica a la isla, uno de los destinos preferidos por honeymooners (lunamieleros). Es más, la última moda es casarse en la playa o, incluso, en el fondo del mar. El año pasado, un solo hotel celebró 300 bodas, casi una por día.

Pero el rosa no es el único color de estas tierras curtidas a golpe de esclavos, traficantes, plantaciones de caña, té y vainilla. La isla -que en el pasado fue un volcán- está ubicada a 800 kilómetros al oeste de Madagascar y rodeada por una enorme barrera de coral que le regala extensas playas de arenas blancas. Es de fácil acceso por aire vía Johannesburgo, en Sudáfrica, o desde Europa y los precios de una estadía aquí pueden llegar a costar la mitad que en las otras islas del Indico.

Si uno se aleja de la burbuja hotelera costera, en el interior están los pueblos en los que habita en armonía la población en su mayoría hindú, pero también musulmana, cristiana y budista.

La industria turística en los últimos 35 años le ha dado a Mauricio una cara renovada: carreteras, más empleo, autos de lujo, costanera con pizzerías y tiendas.

Existen tres paseos al aire libre que un turista no puede perderse. El Botánico de Pamplemousses, a 11 kilómetros de Port Louis, con un enorme baobab e inmensas palmas Latania. Otro es a Charamel, la "tierra de los siete colores", donde la tierra adquiere tonos que parecen de mentira debido a su origen volcánico. Pero lo principal son las playas. Belle Mare, es la más famosa por su belleza, mar tranquilo y turquesa, y en Blue Bay, en el sureste, puede haber mucha gente los fines de semana, pero en la semana es ideal.

SEYCHELLES, EL ARCHIPIÉLAGO PERDIDO
A este archipiélago de 115 islas no le sobra ni le falta nada, como al paraíso. No existe el otoño, ni menos el invierno, sólo un verano eterno, donde las temperaturas fluctúan entre los 27 y 31°C en el día y en la noche, no bajan de 22°C. La arena resplandece y se funde en la orilla con el agua turquesa. Las legendarias palmeras del "coco de mer", con gigantes frutos afrodisíacos, se yerguen con fondo de cielo azul. Aunque la mayoría de los cerca de 200 mil turistas que vienen por año lo hace para echarse en una playa paradisíaca, los atractivos naturales son ideales para los amantes de los bosques, los pájaros, los arrecifes de coral y la fauna marina.

Seychelles se ha posicionado como un destino top, donde no sólo se han filmado Tarzán, con Bo Derek, y La Laguna Azul, con Brooke Shields, sino donde veranean Julio Iglesias, Tony Blair, Paul McCartney y Penélope Cruz, entre otros. Para tener una idea, el Hotel North Island, el número 1 según Conde Nast, cuesta mínimo 1.300 dólares por persona y por noche. La buena noticia para los mortales comunes es que "hay un hotel para cada bolsillo", según afirma Alan Mason, dueño de la más antigua agencia local, Mason´s Travel.

Este archipiélago se extiende por 455 km2 y está ubicado a 1.600 de África, al noroeste de Madagascar. Fueron islas desconocidas hasta el siglo XVIII, cuando los franceses las bautizaron en honor al vizconde Jean Moreau de Sèchelles. Antes de la apertura del aeropuerto, en 1972, subsistían gracias al cultivo del coco, la canela y una pequeña industria pesquera. Después de que aterrizara el primer avión, la historia cambió y hoy un 90% de la población depende del turismo.

Las tres islas principales y que concentran a los casi 80 mil habitantes son Mahé, Praslin y La Digue, todas ubicadas al centro norte del archipiélago. En sus alrededores se alzan los atolones coralinos y en las profundidades, los arrecifes. Mahé es la más grande, pero fácilmente se puede recorrer en moto durante un día. Es, además, el epicentro de la República. En Praslin, ubicada al nordeste de Mahé, uno de los principales atractivos es el Valle Mai, reserva natural con la mayor concentración de palmeras coco de mer, dicen que al menos hay cuatro mil ejemplares. Su bosque prehistórico es Patrimonio de la Humanidad. Al norte de la isla se encuentra la espectacular playa Anse Lazio, de arena fina y blanca y con una zona protegida para el buceo. La Digue, de sólo 10 km2, posee la playa más fotografiada de las Seychelles y muchas veces votada como "la mejor playa del mundo" por diversas revistas: Anse Source D'Argent. Pero hay otro centenar de islas y atolones en las Seychelles, y una forma de recorrerlas es a través de "Island Hopping", donde se permanece embarcado por una semana y cada día visitas una isla diferente. Otra opción son los cortos vuelos entre las islas más importantes y desarrolladas, desde donde se pueden realizar excursiones diarias en bote.

ZANZÍBAR,LA ISLA DE LAS ESPECIAS
Los vientos del kaskazi o monzón del noroeste fueron los que por siglos usaron árabes, indios, persas y egipcios para navegar a las costas más preciadas del Indico. Al soplar, izaban sus velas y orientaban la proa seis grados al sur del Ecuador, en dirección a Zendje-bar o "la costa de los negros", como bautizaron los mercaderes la isla.

Pero Zanzíbar es en realidad un archipiélago compuesto de dos islas principales: Unguja, que todos llaman Zanzíbar, se extiende por 1.554 km2 y es el epicentro cultural del archipiélago y Pemba, de 574 km2. Ambas están a unos 50 kilómetros del continente. Aparte de éstas, el archipiélago está formado por numerosas y pequeñas islas e islotes, como Chumbe, Mnemba, Tumbatu y Prision, entre las más atractivas. Históricamente, en ellas se transaban especias, marfil y esclavos. En 1963 se produjo el verdadero cambio: Zanzíbar se unió con Tanganyika, para formar el reino de Tanzania, el país del Serengeti, del Ngorongoro y del Kilimanjaro. Hoy, la mayoría de los safaris en el continente termina en la isla. La razón es simple: Zanzíbar mantiene intacto el hechizo y la leyenda viviente que asemeja su ciudad a un cuento de Las Mil y Una Noches y, sus playas, a una temporada en el paraíso.

Hagar Zeligman (33), gerente para Africa Oriental de la agencia Kananga (con oficinas en Europa y Tanzania), vuela a Zanzíbar cada año: "Es una isla que agudiza los sentidos. Sus mercados, las especias, la fruta, las kangas de colores (telas con que se cubren las mujeres), la mezcla de idiomas swahili, hindú, árabe, inglés, las puertas talladas de Stone Town,  el aspecto de gente, mezcla de africano, musulmán e hindú, todo te hace sentir vivo", dice entusiasmada.

En los últimos cinco años, la creciente demanda turística ha llevado a que algunas playas se han llenado de hoteles cada vez menos personales y más del tipo resort.

Aunque no es así en toda la isla: "Todavía hay playas y hoteles que permiten gozar de los atractivos isleños, como el buceo, Stone Town y la tranquilidad de la playa", agrega.

El recorrido ideal por el archipiélago parte con un par de días en Stone Town, donde cuativan las 500 puertas talladas en madera, la catedral anglicana que antes era el Mercado de Esclavos, las mezquitas y la Casa de Livingstone, el famoso explorador inglés.

El resto de los días: la playa. Las de arena blanca y mar turquesa, con buenas condiciones para el snorkeling y el buceo, se encuentran al norte, llamada Ras Nungwi. Desde allí, bajando por el este hay hoteles y resorts de todas las categorías.  En el sur, en cambio, las playas son tranquilas e ideales para la natación con delfines y el avistamiento de ballenas.

Para los amantes del buceo resulta imperdible visitar la diminuta isla Chumbe, frente a la costa de Stone Town, pues posee uno de los parques marinos más hermosos y habitados del mundo. Se puede ir por el día en un ferry desde la ciudad, que demora 50 minutos, pero el ideal es quedarse un par de noches en alguno de los cuatro alojamientos que se ofrecen. También frente a las costas de Stone Town, pero a sólo 10 minutos en ferry, se encuentra la isla Prision, que posee una pequeña población de tortugas gigantes y hermosas playas para descansar y hacer snorkeling.

DATOS ÚTILES

En Santiago, la agencia especializada Mandala Viajes tiene itinerarios que incluyen todos estos destinos. Más información: www.mandalaviajes.cl

ZANZÍBAR:

Cómo llegar: Desde Santiago hay que volar a Johannesburgo y luego a Dar Es Salaam (capital de Tanzania). Desde allí se puede conectar con otro vuelo a Zanzíbar o bien, tomar un Ferry. Consultar en Southafrican Airways o Malaysian Airlines. Temporada: La temporada ideal para visitar es desde mediados de junio hasta mediados de abril. Mayo es el mes más lluvioso y muchos hoteles permanecen cerrados. Temperatura media anual: 26°C.

SEYCHELLES:

Cómo llegar: Desde Europa hay vuelos directos a Mahé. También se puede volar desde la Isla Mauricio o desde Nairobi (capital de Kenia) Temporada: Los vientos alisios (ideal para quienes practican windsurf y la vela) soplan entre mayo y octubre. La mejor temporada para el buceo es marzo, abril, mayo, septiembre, octubre y noviembre. En diciembre, enero, julio y agosto es cuando viaja más gente y los precios son los más elevados.

MAURICIO:

Cómo llegar: Desde Santiago hay que tomar un vuelo a Johannesburgo y luego a Muaricio. Consultar en Southafrican Airways o en Malaysian Airlines. Temporada: Mauricio no tiene temporada alta o baja. Entre julio y septiembre, lomás crudo del invierno, las temperaturas diurnas pasan de ser calurosas y húmedas a gratas y casi no llueve. La estación menos agradable se extiende de enero a abril, cuando aumentan el calor y la humedad y existe la amenaza de los ciclones. Los visitantes deben estar preparados para pasar varios días sin salir cuando aparecen lluvias torrenciales.

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