Columna de Cristián Valenzuela: Gracias

10 de Abril de 2017/SANTIAGO Foto: Mario Dávila / AgenciaUno.

Muchas veces cuando se escribe una columna valorando la decisión de un adversario político, hay personas que se ofuscan y desacreditan al interlocutor creyendo que hay ambigüedad o renuncia a las convicciones. Son algunos pocos que, quizás, no entienden la diferencia que existe entre “enemigos” y “adversarios” en política, una diferencia sutil a veces, pero muy significativa, en la medida en que la consideración al otro como un rival en el marco de la discusión pública no implica, necesariamente, la cancelación de esa persona ni la creencia de que pueda merecer respeto o admiración más allá de sus ideas.

A riesgo de caer en ese ejercicio, es imposible abstraerse del anuncio que realizó el ex Presidente Lagos de retirarse, cerrando una carrera política extensa y profundamente significativa para el devenir democrático de Chile

Primero, la puesta en escena. Un video sobrio y profundamente cargado de mensajes implícitos sobre su historia, el presente y su proyección hacia el futuro. Una foto familiar en el velador; una melodía ligera; la mirada fija en las palabras que leía; un cuadro moderno que contrastaba con una figura desgastada en primer plano; un bastón escondido detrás de un ramo de flores. Elementos que, lejos de ser objeto de crítica, nos hablan de sencillez, humildad y lo más importante, el foco en el mensaje.

Segundo, un mensaje cargado de simbolismos. “Próximo a cumplir los 86 años he aprendido a valorar la sabiduría y la perspectiva que estos años me ha ido entregando”; “No obstante, algunas capacidades físicas, como está a la vista, han disminuido”; “Es un cambio en mi vida, un capítulo nuevo que se abre, es un período de transformación”. Todos mensajes que hablan desde una dignidad especial, de un sentido de responsabilidad y de un respeto por los otros y por uno mismo. La imagen tradicional del Presidente duro, encarador y hasta a veces arrogante y soberbio, da paso a un estadista, que sabe cuándo y cómo retirarse, y lo hace sin aspavientos, sino que con profundo sentido de humanidad.

Tercero, su inagotable compromiso con el futuro. Lagos después de su presidencia se abocó a la discusión de temas de futuro como el medioambiente y la tecnología, sin abandonar su vocación por la política y la discusión institucional. Deja enunciado el desafío de la revolución digital que implica un cambio de época, reforzando la necesidad de seguir trabajando para mejorar el país, con un dejo de esperanza al afirmar que lo mejor está por venir.

Finalmente, un capítulo especial dedicado a su señora, con un homenaje sentido no solo a su compañera permanente, sino a la fortaleza, consejo y el rol que cumplió y que definió su propio desarrollo profesional y político, relevando que la política no se trata de figuras individuales sino que ante todo, un emprendimiento colectivo que involucra a la persona en todas sus dimensiones, fortalezas y debilidades. Para rematar, el ex Presidente da las gracias. A quienes lo apoyaron, a quienes fueron sus compañeros de lucha y en definitiva, a todos los chilenos y chilenas.

Yo no voté por Lagos. No tenía edad y si la hubiera tenido, tampoco lo habría hecho. Difiero de sus ideas y soy crítico de su gobierno. También soy crítico de muchas de sus propuestas y en cada posición que ha tomado en las últimas décadas, probablemente me encuentre en la vereda de al frente, en cada una de ellas.

Pero humildemente reconozco su grandeza como servidor público y su vida, dedicada a servir a Chile en cuerpo y alma, es una fuente de inspiración y reconocimiento. No es Lagos quien debe agradecernos a nosotros, sino nosotros agradecerle a Lagos. Por su servicio al país y por su compromiso con la democracia; por su ejemplo y por esa sabiduría que, hasta el final de sus días, sigue demostrando en mensajes simples y certeros como éste, el de su despedida.

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