El asesinato del presidente y la crisis interminable de Haití

Policías haitianos pasan frente a un mural que representa al fallecido presidente Jovenel Moise, cerca de su residencia. Foto: AP.

Cuando a principios de 2017 el presidente haitiano Jovenel Moise asumió el poder, mucho después de su elección en 2015, la crisis que debía controlar no sólo venía de los meses que pasaron desde los comicios donde la oposición acusaba fraude. Él mismo hablaba de la necesidad de poner orden y del espiral de violencia que agravaban los problemas del país.

Pero ni la violencia ni la corrupción cedieron durante su mandato, y el enfrentamiento con la oposición sobre la fecha de término de su gobierno sólo empeoró las cosas.

Cuando el miércoles en la madrugada un comando armado entró a su casa y lo asesinó a tiros, dejando a su esposa gravemente herida, la crisis política, institucional y de violencia del país se hizo más evidente. Haití quedó al borde del caos, y el resto del mundo volvió a fijarse en el país más pobre de América.

Ayer, el gobierno interino, que vive sus propias disputas, pidió a Naciones Unidas ayuda para investigar el asesinato del presidente. Pero hay quienes plantean que es urgente que la comunidad internacional haga mucho más que eso.

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