Con un pie en la calle: las otras veces en que el Partido Comunista ha llamado a presionar desde la ciudadanía

El Presidente Gabriel Boric en la fiesta de los abrazos del PC

Los emplazamientos de dirigentes comunistas para impulsar reformas a través de la movilización social no son nuevas. El presidente del PC, Lautaro Carmona, hoy respaldó los dichos del senador Núñez.


“No fue tan fácil asumir el rol de partido de gobierno”, admitió el fallecido presidente del Partido Comunista, Guillermo Teillier, en una entrevista en marzo de 2018, en el epílogo del segundo gobierno de Michelle Bachelet.

En los inicios de aquella administración presidencial, fue el mismo Teillier el encargado de “hacer la síntesis” (dar a conocer el resultado de la deliberación partidaria, según la jerga interna) de cómo iba actuar el PC en su nuevo rol de fuerza gubernamental.

“Con un pie en la calle y otro en el gobierno”, fue la frase con la que el difunto timonel comunista resumió la postura de su colectividad, al anunciar su incorporación al segundo gobierno bacheletista.

Aunque aquella frase generó revuelo y críticas contra Teillier, la idea resolvía una tensión interna en un partido que se precia de tener una relación cercana con las organizaciones sociales y sindicales.

A pesar de que el PC (con 112 años de historia) es una de las colectividades más antiguas del país, junto al Partido Radical, no gozaba de mucha experiencia siendo oficialismo. De hecho, algunos experimentos pasados terminaron mal como lo fue su participación en el gobierno de Gabriel González Videla (1946-1952), donde fueron expulsados y perseguidos políticamente.

Uno de los factores que incidió en el quiebre entre “Gabito” (como lo llamaban afectuosamente sus partidarios) y el PC se generó a partir de la misma vocación de calle de los comunistas, que a poco a andar se fueron decepcionando del gobierno al que ayudaron a elegir. González Videla, además, presionado por EE.UU., comenzó a sospechar que había facciones del PC que intentaban derrocarlo.

La alianza se quebró con la publicación de la Ley de Defensa Permanente de la Democracia, también llamada Ley Maldita, que proscribió al PC y derivó en el arresto y exilio de varios dirigentes, entre ellos el poeta Pablo Neruda.

Paradojalmente, durante el gobierno de Salvador Allende, el PC asumió una postura más institucional, mientras que sus aliados socialistas eran los que se inclinaban por la agitación popular.

Sin embargo, en años de la dictadura, a partir de 1980, después de la desaparición y el asesinato de varios dirigentes y militantes, el PC adoptó la tesis de la Rebelión Popular de Masas, camino insurreccional que se mantuvo hasta inicios de los 90 y que derivó en la creación del Frente Patriótico Manuel Rodríguez.

Por ello, la frase de Teillier, a inicios del segundo gobierno de Bachelet, inmediatamente revivió fantasmas históricos que cada cierto tiempo resurgen con expresiones similares que dan cuenta de la dualidad del PC: hacer política desde la institucionalidad y también desde la movilización social. Incluso, algunos dirigentes lo interpretan como guiños de nostalgia a la época en la que el PC creía en la vía armada.

Durante la vigencia de la fracasada Convención Constitucional, en tiempos en que era oposición a la administración de Sebastián Piñera, el PC llamó a “rodear” el proceso constituyente.

“La táctica de los defensores de la Constitución del 80, será atrincherarse en el tercio que graciosamente se les concedió. Ese es el mismo mecanismo de veto existente en la constitución de la dictadura. De allí la necesidad rodear con la movilización de masas el desarrollo de la Convención Constitucional, impidiendo que las cocinas y el tecnicismo legal oscurezcan el sentido final de dicho organismo”, decía un documento del XXVI Congreso del Partido Comunista, que fue leído por Teillier el 4 de diciembre de 2020.

Al volver al gobierno, en marzo de 2022, los llamados de dirigentes del PC, a activar la movilización social como herramienta de presión para avanzar en reformas, se han mantenido con cierta periodicidad.

El último episodio fueron las declaraciones a CNN del senador Daniel Núñez (PC) quien ante la dificultad de avanzar en acuerdo con la oposición llamó al gobierno a usar la “presión social”. “La posibilidad de generar un debate, un diálogo para tomar acuerdos en otras materias es muy difícil. Yo creo que el gobierno tiene que convocar a la presión de la ciudadanía para sacar adelante las reformas, porque hoy día en el Senado tenemos un escenario de quiebre brutal... Vamos a tener que privilegiar la presión social y ciudadana en las demandas sociales. Yo creo que esto es parte de la democracia, no me digan que soy violentista por decir que la gente tiene derecho a manifestar su opinión (…) Porque eso es parte de la democracia y tiene que haber presión ciudadana que les diga hoy a quienes estén en el Senado ‘queremos mejorar las pensiones hoy día’”, comentó.

Sus palabras fueron respaldadas por el presidente del Partido Comunista (PC), Lautaro Carmona, en Radio Cooperativa, donde aseveró que no entendía “el arrebato del punto de vista de cuestionar que la gente se movilice”. “Buscar acuerdos significa hacer la política de la derecha... Desde algunos sectores se hace una caricatura y un demonio de la movilización (…). Si no es por la movilización social, no terminaba la dictadura. El pueblo tiene derecho a expresarse y debe hacerlo en los espacios que tiene para constituir corriente de opinión... Esto es un planteamiento histórico del PC”.

En febrero de este año, el jefe de los diputados comunistas, Luis Cuello, también había expresado una idea similar en declaraciones a El Mercurio. “El momento de una menor intensidad de la movilización social ha incidido en este cuadro político en función de no poder haber hecho avanzar con mayor celeridad las reformas”.

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