La Catedral: cómo era la lujosa cárcel que Pablo Escobar mandó a construir

La Catedral: cómo era la lujosa cárcel que Pablo Escobar mandó a construir.

Se planeaba que fuera el centro de detención donde el narcotraficante colombiano tendría que cumplir su pena, tras evitar ser extraditado. Pero en realidad el recinto estaba lleno de lujos, entretenciones y libertades.


Pablo Escobar Gaviria es uno de los nombres más polémicos en Latinoamérica. No únicamente por el poder que ostentó en la producción y distribución de cocaína durante dos décadas, al ser el líder del Cartel de Medellín, sino que también por los niveles de violencia que generó en Colombia.

Quizás uno de sus miedos más grandes era ser extraditado a Estados Unidos. Decía que prefería tener una tumba en su país natal que irse a la nación emplazada al norte del continente.

A inicios de la década de 1990, el poder que tenía Escobar era tal que comenzó a poner condiciones a las autoridades de gobierno. La principal petición: no ser extraditado a una cárcel estadounidense. Los narcos de esa época, de hecho, habían creado una organización denominada “Los Extraditables” que buscaba eludir ser enviados a Estados Unidos.

Para lograr sus objetivos, en ese tiempo Escobar había ordenado los secuestros de varias figuras importantes de la esfera pública y también se había encargado del asesinato de Enrique Low Murtra, ministro de justicia del gobierno del presidente César Gaviria.

El 19 de junio de 1991, tras un acuerdo logrado con Gaviria, el capo de la droga se entregó ante la Oficina de Instrucción Criminal de Medellín. Esa entrega no sería al azar, pues tal como deseó, no quedaría recluido tras las rejas de un penal común y corriente de Colombia, ni mucho menos de Estados Unidos.

Su nueva ubicación sería La Catedral, una prisión que había sido construida según sus gustos y necesidades, y que además, estaría protegida por sus cercanos. Tras entregarse, el jefe narco subió a un avión y aterrizó en su nuevo centro de detención.

Escobar fue líder del Cartel de Medellín y es uno de los nombres más polémicos en Latinoamérica.

Cómo era La Catedral, la lujosa cárcel que construyó Pablo Escobar

La Catedral fue emplazada por orden de Escobar en Envigado, muy cerca de Medellín. Se situaba encima de una colina, en medio de una vasta vegetación, lo que la hacía poco accesible.

Para llegar a la propiedad había que conducir por una carretera que recorría casi 14 kilómetros desde el centro del municipio, de acuerdo a Infobae. En sus alrededores, contaba con una malla de protección que estaba bajo custodia de la Policía Militar.

Cuando el colombiano aterrizó en La Catedral, no lo hizo solo. Lo acompañaban varios miembros de su organización, como lo eran Otoniel González (Otto), Carlos Aguilar (Mugre) y Jhon Jairo Velázquez (Popeye). Días después llegaron otras personas relevantes de su círculo.

A pesar de que supuestamente era una cárcel de máxima seguridad, la realidad es que estaba muy lejos de serlo: se parecía más a una mansión. Los medios de la época, de hecho, la tildaron “cárcel de máxima comodidad”. Escobar intentaba hacer sus rutinas con relativa normalidad, pues continuaba al mando de su imperio narco e instruyendo a sus soldados. De alguna manera se había convertido en su nuevo centro de operaciones.

La Catedral fue emplazada sobre una colina de Envigado, Antioquia.

Allí llevaba una vida de privilegios. Su habitación tenía varias características de la suite de un hotel, ya que contaba con chimenea, un refrigerador con alcohol y comida, una cama grande y una gran vista panorámica hacia el valle.

El dormitorio había sido decorado por su esposa y confidente, Victoria Eugenia Henao. Ella lo visitaba frecuentemente con sus hijos, Manuela y Juan Pablo, entonces de 14 y 7 años.

En el refugio donde cumpliría una pena de cinco años por sus delitos, también se podían encontrar varias entretenciones, como bares, canchas de fútbol, salas de billar, un gimnasio y cabañas aledañas. Todo eso, para que el líder del Cartel de Medellín y sus subordinados vivieran en aparente tranquilidad.

“La prisión era más o menos lo que sospechábamos: un club de campo lleno de artículos de lujo, como televisores, refrigeradores y equipos estéreo de última generación”, relatarían los exagentes de la DEA, Javier Peña y Steve Murphy, en su libro Caza al hombre: Cómo atrapamos a Pablo Escobar. Cabe recordar que durante años los investigadores participaron en la búsqueda y captura del colombiano.

Esas excentricidades no eran lo único. A La Catedral también habrían llegado varias veces camiones con mujeres por las noches, según le contaría uno de los soldados de Escobar a Henao. Incluso se ha dicho que algunas reinas de belleza visitaron el lugar.

La esposa del jefe narco contaría en su libro Mi vida y mi cárcel con Pablo Escobar que en el penal había encontrado cartas de mujeres de todo el mundo, siempre en tono amoroso y sexual, dedicadas a Escobar. En ellas hacían mención de haber tenido “encuentros íntimos con él” en La Catedral, le ofrecían favores sexuales a cambio de dinero o le mandaban fotografías desnudas.

Pablo Escobrar ingresó a La Catedral en 1991, en medio de un acuerdo para no ser extraditado a Estados Unidos.

Según explican los agentes de la DEA, entre las pertenencias que habían en el inmueble cuando este fue registrado se encontraron “batas de encaje y juguetes sexuales, incluidos vibradores, todo cuidadosamente dispuesto en un armario”. Además, en los archivos que guardaba Escobar figuraban “todas las notas amenazantes de sus enemigos”.

Peña argumenta que pese a que Escobar era “mujeriego”, era un hombre “devoto de sus hijos”. Esto, dado que dentro del recinto de Envigado también había un patio con juegos pensado en Juan Pablo y Manuela.

Hay otra curiosidad que relata Peña en su libro: al parecer, Escobar no pernoctaba más de dos noches seguidas en un mismo sitio. Eso se traduce en que no dormía únicamente en su habitación, sino que también se iba a quedar a las cabañas que habían cerca.

“Todas estaban bellamente decoradas, con maceteros, cestas colgantes y tapicería y cortinas lujosas. Una de ellas tenía un baño construido como un búnker, con paredes de cemento armado”, cuenta.

Un año después de haber ingresado al “paraíso carcelario”, la estadía de Escobar tuvo un final abrupto. El presidente Gaviria se dio cuenta que la cárcel era en realidad era un sitio lleno de lujos para el colombiano y sus sicarios, y que el primero continuaba estando activo en el negocio narco, por lo que ordenaron que fuera trasladado a una base militar.

Escobar seguía con el miedo latente de ser extraditado, o derechamente, ser asesinado si ingresaba a una cárcel común. La noche del 22 de julio de 1992, el capo de la droga pateó una pared del recinto, que solo estaba construida de yeso, y consiguió escapar junto a sus subordinados. No quedó ni un alma dentro de la lujosa cárcel.

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