María José Cumplido: La invención de la tradición

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En medio del ambiente de empoderamiento femenino, la abogada Paula Vial puso la idea en Twitter: que algún medio dedicara toda su edición sólo a columnas de mujeres. En Tendencias lo hicimos y 43 mujeres escribieron para esta edición especial.


El Instituto Nacional, fundado en 1813, tiene una tradición educacional que enarbola con orgullo. Destacados personajes y presidentes de Chile han estudiado en sus aulas y han dicho sobre sí mismos que fueron educados para servir a la Patria y a la República de Chile. Bajo este argumento es que los institutanos han defendido a mandíbula abierta su lugar de estudios, abrazando la tradición republicana que dicen defender. ¿Para quién sirvió esa idea de República? ¿Sirvió a una élite? ¿Sirvió para la sociedad en su conjunto? ¿Les ha servido a las mujeres esta idea republicana? Pareciera que no.

En el último tiempo se ha visibilizado el machismo propio de instituciones tan masculinizadas. Chistes sobre violar a mujeres, golpes, acoso a estudiantes "afeminados" y a alumnas de otros liceos son parte de la cotidianeidad de cualquier institutano. No hoy, sino hace mucho tiempo y tal vez desde su origen. La invención de la tradición republicana está muy ligada a eso. El Instituto Nacional ha forjado una República de hombres donde las mujeres han sido accesorias y marginadas de entrar a este reputado centro educativo. ¿Cómo se puede forjar un país excluyendo a la mitad de la población?

En vez de defender con ahínco una educación tan exclusiva, lo que debemos hacer es pensar una nueva educación capaz de integrar a todos y dar cuenta de la diversidad de este país. No basta con seguir generando élites que miran el mundo desde una vereda, sino que la educación pública tiene que reflejar lo que la misma sociedad es. Sólo así podremos tener múltiples puntos de vista para construir un país que acepte la diversidad y que integre a todos. Proteger la Bastilla sin mirar más allá de la nariz es una señal de quienes no quieren soltar su privilegio. Despojémonos de ellos y abramos los espacios. No sigamos pensando en un siglo XIX varonil, masculinizante y exclusivo; pensemos en un siglo XXI diverso, complejo y más justo. Y lo más importante, un país en donde no sea normal que unos pocos ejerzan violencia sobre tantos.

* Historiadora y editora de contenidos del portal Memoria Chilena

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