Un triángulo amoroso, un brutal asesinato y una coqueta agente de policía: la estremecedora historia de Rosa Peral

Un triángulo amoroso, un brutal asesinato y una coqueta agente de policía: el estremecedor caso de Rosa Peral. Foto: Rosa Peral / Pedro Rodríguez.

Fue declarada culpable de asesinar a su ex. Sin embargo, no fue la única que participó en el crimen, que terminó con un cadáver carbonizado en un maletero.


Corría la noche del 4 de mayo de 2017 cuando la agente de la Guardia Urbana de Barcelona, Rosa Peral, llegó a una fiesta de los policías municipales.

Pese a que la española tenía una relación formal con Pedro Rodríguez —también parte de la institución— , en esa oportunidad llegó con otro colega, su compañero Albert López, con quien mantenía un vínculo amoroso y una serie de encuentros a escondidas desde hace tiempo.

Sin embargo, esto último no era el secreto mejor guardado para el resto de los uniformados. De hecho, ambos se mostraron notoriamente cercanos y felices de estar juntos ahí.

Tras presenciar la situación, un amigo de Pedro lo llamó para contarle, pero él no respondió. Le dejó un mensaje, pero tampoco.

Rosa y Albert comieron, bailaron y rieron uno con el otro. Pedro estaba ausente.

Al mismo tiempo, mientras el evento transcurría, el escenario era muy distinto en las cercanías del oscuro pantano de Foix. Ahí, un ciclista proveniente de Tarragona encontró un auto que se había incendiado.

Sorprendido, llamó a la policía. Se trataba de un modelo Golf GTI.

Y cuando los agentes llegaron para revisar el vehículo, se encontraron con una desoladora sorpresa: en el maletero había un cadáver carbonizado.

En un inicio, pensaron que se trataba de un atentado de venganza relacionado al narcotráfico. Anotaron la patente y consultaron a la central para saber a quién pertenecía.

Fue en ese momento cuando descubrieron otra arista no menor: ese Golf GTI era de un agente de la Guardia Urbana de Barcelona, Pedro Rodríguez.

Como el cuerpo estaba totalmente quemado e irreconocible en la parte de atrás del vehículo, no podían deducir a ciegas si efectivamente era él quien había muerto. O más bien, quien había sido asesinado.

Con el propósito de comentarle que encontraron su auto con un cuerpo sin vida en el interior, lo llamaron por teléfono, pero no hubo respuesta.

Impactados, los peritos siguieron revisando la escena del crimen y notaron un rastro crucial: un trozo de metal en el que se leía una numeración.

Más tarde, fueron hacia la casa de su pareja y despertaron a Rosa Peral, quien ya había disfrutado de una intensa noche de fiesta en compañía de Albert.

Para su sorpresa, esa mujer con una cabellera larga y negra también era policía, aunque estaba de baja —con goce de sueldo— a raíz de una depresión.

Le preguntaron si sabía dónde estaba Pedro, pero ella, con el carisma que la caracterizaba, les contó que habían tenido una pelea, que últimamente no se estaban llevando bien y que además enfrentaba otros problemas, como la disputa por la custodia de sus dos hijas con su ex pareja, Rubén Carbó.

Los policías notaron que el pedazo de metal que hallaron en el pantano coincidía con uno que le habían puesto a Rodríguez en una cirugía, hace solo unos meses, lo que les confirmó que el cadáver efectivamente era de él.

Rosa entró en llanto.

Y cuando posteriormente fue a testificar, mostró el chat que mantenía con Pedro. El último mensaje era del 2 de mayo —misma fecha en que se determinó que fue incinerado— y en él, Peral le dijo: “Te quiero tanto”.

Más adelante, cuando asistió a su funeral, se mostró destrozada emocionalmente. Abrazó a la ex esposa de Pedro y consoló a su hijo pequeño.

Nadie pensaba en aquel entonces que, bajo esa expresión dolida, escondía un cúmulo de estremecedores secretos.

Un triángulo amoroso, un brutal asesinato y una coqueta agente de policía: el estremecedor caso de Rosa Peral. Foto: Rosa Peral / Pedro Rodríguez.

Infidelidades, contenido erótico y un intenso triángulo amoroso

El 3 de mayo de ese año, Peral conversó por WhatsApp con un vecino llamado Manuel G.R., quien también tenía una relación formal con otra persona.

A pesar de aquello, ambos habían compartido encuentros sexuales juntos y se enviaban fotos eróticas por celular.

“Manda algo”, le escribió el hombre, a lo que ella accedió. Luego, según informaciones rescatadas por Infobae, le dio a entender que se había peleado con Pedro, lo que llevó a que se fuera de su casa.

Tenían el camino libre, por lo que ella le preguntó: “¿Repetiremos?”.

Así, siguieron enviándose fotos eróticas, hasta que Manuel le pidió que borraran las imágenes y los mensajes de la conversación, para así evitar que su pareja descubriera las andanzas en las que estaba.

“Claro, ¡si no me mata!”, le respondió Rosa aludiendo a Pedro.

Paradójicamente, él había sido asesinado la noche que transcurrió entre el 1 y el 2 de mayo.

Desde mucho antes de aquel trágico episodio, Peral se había visto envuelta en diferentes situaciones controvertidas desde que entró a la Guardia Urbana a sus 23 años.

En 2008, varios de sus compañeros recibieron una foto en la que se le veía haciendo una felación. Entre los receptores estaba su pareja de aquel entonces, Rubén Carbó.

Inmediatamente dedujo que otro policía con el que había tenido relaciones sexuales, el subinspector Oscar S., había sido quien compartió la imagen, como un acto de venganza porque habían dejado de estar juntos.

Ella lo denunció por aquel acto y acusó que lo hizo para que todos se burlaran de ella, pero a pesar de sus argumentos, lo único que consiguió fue un traslado de comisaría.

Por su parte, cuando más adelante se abordó el caso de Peral en los tribunales, el subinspector manifestó que aunque sí habían tenido sexo, él no filtró la fotografía.

“Ese pene no es mío”, declaró. Y como las autoridades no consideraron que hubiese pruebas suficientes para culparlo, quedó absuelto.

Aquel incidente llevó a que Rubén se alejara de ella, pero finalmente la perdonó por la infidelidad y retomaron su relación.

Es más: tuvieron dos hijas y los padres de Rosa los ayudaron a comprar una casa. Sin embargo, después se separaron, debido a que él descubrió que ella lo engañaba con otro policía.

Ya en 2017, con 36 años y alejada de Rubén, la mujer se esmeró en tener una relación con Pedro Rodríguez, un policía de 38 años divorciado y con un hijo.

Ambos convivieron juntos por medio año, pero al mismo tiempo, Rosa mantenía un romance con Albert López, de 39.

Por ese período discutía con Pedro, enfrentaba los intensos celos de Albert y batallaba con Rubén por la custodia de las niñas.

Sus vínculos eran un caos desatado por el deseo sexual.

Un triángulo amoroso, un brutal asesinato y una coqueta agente de policía: el estremecedor caso de Rosa Peral. Fotos: Rosa Peral / Albert López.

El misterioso sonido de una motosierra, tres policías y dos sospechosos

Al momento de su muerte, Pedro figuraba como un policía sancionado con un proceso disciplinario en curso, por lo que no recibía su sueldo.

Durante las investigaciones, los detectives le preguntaron a su ex esposa por qué creía que podrían haberlo atacado. Ella negó que pudiese estar involucrado en actividades ilegales.

Por su parte, Rosa dio una respuesta distinta: dijo que todo era posible y recalcó que vivieron juntos solo los últimos seis meses, en una casa ubicada en Cubelles.

Unos días después, volvió a acercarse a los peritos y les manifestó sus sospechas de que el culpable podía ser su ex pareja, Rubén Carbó, debido a que él conocía bien esa zona pantanosa en la que se encontró el auto —con el cadáver— y solía correr por ahí.

Después de escucharla, fueron donde él para entrevistarlo. Les contó que se había separado hace más de una década de Rosa, gracias a que lo engañó con otro policía.

Ese sujeto al que se refirió era el mismísimo Albert López.

A partir de ahí, incautaron los celulares de sospechosos que se vinculaban con la mujer. Uno de ellos fue el de Manuel, el vecino con el que intercambiaba fotos eróticas.

Cuando lo entrevistaron admitió que tuvieron un romance a escondidas, pero no mencionó que la noche del 3 de mayo, en una conversación por WhatsApp, él le había preguntado de dónde venía el estridente sonido de una motosierra que figuraba el día anterior.

“Ayer estaban cortando árboles. Será eso”, le respondió Rosa en el chat.

Como es de esperar, los policías le preguntaron qué recordaba de la noche que transcurrió entre el 1 y el 2 de mayo, la misma en que Pedro fue asesinado.

Manuel dijo que escuchó el sonido de una motosierra que no lo dejaba dormir, pero aseveró que desconocía el origen de ese ruido. Aquel artefacto nunca fue encontrado.

Al igual que su vecino y amante, Rosa evitó varios acontecimientos en sus declaraciones.

Uno de ellos fue que hace unos meses, le había mandado un mensaje a Albert diciéndole que lo extrañaba y que Pedro jamás ocuparía su lugar.

Un triángulo amoroso, un brutal asesinato y una coqueta agente de policía: el estremecedor caso de Rosa Peral. Foto: Pedro Rodríguez / Rosa Peral.

Albert sabía que ese mensaje le sería útil para sacarle celos a Pedro, así que se lo reenvió directamente y desencadenó una crisis aún más aguda en su relación con Rosa.

Tras recibir el texto escrito por Rosa, Pedro le vociferó que por culpa suya ya no podía ver más al hijo que tenía con su pareja anterior y le gritó insultos, además de recalcar que le había “jodido la vida”.

Frente a esa situación, Rosa le comunicó a Albert que Pedro la estaba controlando, pero que igualmente quería casarse con él.

Al escucharla, Albert quedó destrozado por sus celos y le expresó que le rompió “el alma”, más aún porque ambos habían sido compañeros de patrullaje.

Incluso, en el pasado, Albert había sido vinculado con la muerte de un vendedor ambulante que había detenido en Montjuic en 2014.

En ese momento, su acompañante era Rosa, pero ninguno de los dos enfrentó cargos, debido a que argumentaron que fue un accidente, en el cual el sujeto cayó por un barranco tras resistirse a un control policial.

Ni ella ni su amante tenían expedientes completamente limpios. Pero Pedro tampoco, ya que había sido suspendido en 2016 por haber agredido a un motociclista.

Y cuando los detectives le consultaron a Albert cuál era su cercanía con Rosa, él reconoció que fueron compañeros y que habían mantenido un par de encuentros, pero negó haber tenido celos de Rodríguez.

Los análisis de los registros de sus celulares y las discordancias en sus declaraciones llevaron a que la policía detuviera a Rosa y a Albert.

Fueron calificados como los principales sospechosos de cometer el crimen contra Rodríguez.

Un triángulo amoroso, un brutal asesinato y una coqueta agente de policía: el estremecedor caso de Rosa Peral. Foto: Rosa Peral / Pedro Rodríguez.

La reconstrucción del asesinato y qué pasó con los culpables

Los agentes fueron a allanar sus respectivas casas. En la de Rosa, la misma en la que convivió con Pedro en Cubelles, encontraron el teléfono del fallecido en una de sus botas.

Rápidamente, notaron que ella había enviado mensajes con ese móvil después del asesinato, para que así se creyera que estaba vivo.

Asimismo, vieron que en la sala de estar faltaba un sillón y que las paredes habían sido repintadas en blanco.

Realizaron pruebas químicas para ver si había rastros de sangre. Y fue precisamente eso lo que encontraron en una ampolleta del techo y en uno de los zócalos. Las muestras correspondían a Pedro.

Tanto Albert como Rosa insistieron en su inocencia, pero ante las pruebas, optaron por inculparse mutuamente.

El juicio inició en 2020 y el caso rápidamente se hizo viral. Fue ahí cuando las autoridades reconstruyeron cómo fue el mortal ataque.

Los días previos, el sábado 8 de abril, Rosa se encontraba en un café con unas amigas, instancia en la que les contó que Pedro le propuso matrimonio.

En medio de esa escena, apareció Albert vestido con su uniforme y le dejó un regalo sobre la mesa en la que estaban. Era un anillo de compromiso.

“Por si te lo piensas”, le dijo.

Peral tomó los dos anillos y comenzó a discutir con sus amigas sobre con quién debía casarse.

Casi dos semanas después, el miércoles 19 de abril, Rosa llamó a Albert dos veces por teléfono, pero él no le respondió, así que le dejó un audio —después borrado por ella y recuperado por la policía— en el que le planteó que salieran de paseo después de cumplir con “eso”.

Esta última palabra tan ambigua aludía a nada más ni menos que el crimen.

Al día siguiente, el 20 de abril, Albert compró un teléfono que solo usaría el 1 y el 2 de mayo, para así tratar de pasar desapercibido.

Diez días más tarde, el domingo 30, Rosa y Pedro fueron a comer y a caminar por la playa. Luego, el 1 de mayo, fueron a almorzar con las hijas de ella a la casa de sus padres, encuentro en el que Rosa sacó múltiples fotografías para sus redes sociales.

Parecían una suerte de familia feliz.

Volvieron pasadas las 21:30 a la casa en la que convivían en Cubelles. Ahí, Rosa llamó a Albert por teléfono y tuvieron una conversación de cuatro minutos.

Tras colgar la llamada, después de las 22:00, Peral puso varias pastillas para el dolor de espaldas en la cena de Pedro, para así causarle un desequilibrio, según aseguraron las autoridades.

Foto: Rosa Peral.

Ya a las 2:00 de la madrugada del martes 2 de mayo, Albert llegó a la propiedad y saltó la cerca, mientras Rodríguez estaba desmayado en el sillón de la sala de estar.

Junto con su teléfono habitual, López llevaba consigo el que había comprado recientemente. Las cámaras revisadas por la policía mostraron que también paró en un servicentro a comprar dos bidones de bencina.

Reunido con Rosa, ambos fueron a las cercanías de la casa de Rubén con el móvil de Pedro, bajo el plan de que la geolocalización despistara a los investigadores y se considerara a su ex pareja como sospechoso.

Tras pasar por ahí, se dirigieron en dos autos —Albert en el suyo y la mujer en el de Pedro, con su cadáver en el maletero— hacia el pantano de Foix.

Según datos de la fiscalía rescatados por el citado medio, ahí descargaron los bidones e incendiaron el Golf GTI con el cuerpo adentro.

Ese 2 de mayo, más avanzadas las manillas del reloj, Rosa mandó varios mensajes desde el celular del fallecido, para que así se creyera que estaba con vida. Uno fue dirigido a un mecánico al que le debía 40 euros, cerca de 38 mil pesos chilenos aproximadamente.

Y como si fuera poco, desde el suyo envió textos a ese móvil para decirle que lo extrañaba. Por supuesto, ella sabía que estaba muerto. Se trataba de un montaje.

Al escuchar esa reconstrucción de las autoridades, Rosa se defendió y dijo que Albert la obligó a cooperar en el atentado, bajo la amenaza de que atacaría a sus hijas. Por otro lado, Albert aseguró que Rosa lo asesinó y que él solo la apoyó en deshacerse del cadáver.

Ninguno de sus relatos fue creído en el tribunal. Y aunque no se pudo comprobar el método específico con el que se asesinó a Pedro antes de meter su cuerpo en el maletero, la madrastra de una de las hijas de Rosa declaró que una de las niñas le dijo que esa noche lo vio como un “robot”.

Además, le comentó que había escuchado ruidos fuertes y que vio a su progenitora con sangre.

Con todas esas pruebas y declaraciones, en marzo de 2020 el jurado dictaminó que Rosa Peral y Albert López fueron los culpables de asesinar a Pedro Rodríguez.

Se le adjudicaron 25 años de prisión a la primera y 20 al segundo. Asimismo, según Infobae, se les condenó a indemnizar a la familia del fallecido con 885.000 euros, más de 840 millones de pesos chilenos.

Las defensas de ambos apelaron la decisión, sin éxito en el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña.

Después que hayan cumplido el tiempo en la cárcel, pasarán una década bajo libertad vigilada y deberán mantener una distancia mínima de mil metros con los familiares de Rodríguez.

Para ese entonces, cuando Rosa deje de estar tras las rejas, tendrá 61 años.

Foto: Rosa Peral.

El caso de Rosa Peral en el streaming

La enredada historia de este asesinato, también conocido popularmente como “el crimen de la Guardia Urbana”, inspiró a una serie de Netflix titulada El cuerpo en llamas (2023), la cual acaba estrenarse en septiembre y cuenta con la actriz Úrsula Corberó —Tokio de La casa de papel— en el personaje de Rosa Peral.

Pese a que la producción está basada en los hechos reales, se incorporaron ciertos ajustes, tales como cambios en algunos nombres y en el número de las hijas que tuvo, entre otros detalles.

Igualmente, si te interesa conocer el relato de la inculpada, puedes ver en la misma plataforma de streaming Las cintas de Rosa Peral (2023), un documental en el que profundiza en su versión de los hechos desde la cárcel en la que se encuentra recluida.

Ahí también insiste en que no cometió el asesinato.

Revisa los tráilers de ambas producciones a continuación:

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