Trophy Wife: comedia en tiempos de tenencia compartida




La comedia familiar ha tenido que ponerse al día con los tiempos: atrás quedaron series como Lazos familiares, con un núcleo clásico y una trama de enredos bastante ordenados. Los Cosby fueron una innovación, ya que por primera vez en la televisión se veía a una familia negra, de clase media acomodada, experimentando una rutina reservada hasta entonces para blancos en pantalla. Quizás Tres por tres introdujo al padre soltero, pero era por viudez, no por separación.

En los últimos años, la evolución encontró un éxito total en Modern family, estrenada en 2009, que presentó nuevos modelos de familias: los padres homosexuales y una hija adoptada, el hombre con la esposa 30 años menor (y latina). La serie hizo que la comedia familiar en tiempos de divorcio se transformara en el nuevo género de moda, y aunque ya tiene cinco temporadas y los chistes se han vuelto repetitivos, sigue teniendo sólidos ratings en Estados Unidos (11 millones aproximadamente) y gana y gana premios. Por lo mismo, este año vimos resurgir más exponentes del estilo, y así como hubo algunas que sobrevivieron, como The Millers, con Will Arnett, otras fueron de corta vida, como la recién estrenada en Chile Trophy wife.

Y eso es una pena, porque Trophy wife, de una sola temporada, era una comedia encantadora. Sí, por supuesto, tenía un pésimo nombre: el cliché de la esposa trofeo, interpretada por la siempre radiante Malin Akerman. Ella es la tercera esposa de un abogado, el digno Bradley Whitford, y debe lidiar con no una, sino que dos ex esposas: la doctora perfeccionista y dura, interpretada por la diosa que es Marcia Gay Harden, y la hippie vegana semiloca, Michaela Watkins, una mujer de perfecto timing cómico (ni hablar del niño que interpreta a su hijo, Albert Tsai, un verdadero hallazgo en lo que a niños-actores-no-desagradables se refiere).

<em>Y sí, la serie en su primer capítulo es una penosa mezcla de obviedades: la joven rubia y fiestera se tropieza en un karaoke y cae directamente en las faldas de su futuro y maduro esposo.</em>

Pero pasan los capítulos y lo que partió como una sitcom más, se transforma en una adorable comedia. Son buenos tiempos para las mujeres en la pantalla chica, y es una nueva conquista que hasta las que se mueven en los apretados espacios que les dejan los lugares comunes del género, encuentran buen material ahí.

En parte, porque donde esté Malin Akerman, uno también quiere estar, y en parte porque tras la maqueta de las ex hay dos actrices que saben darles matices a sus personajes, Trophy wife es -o era- una comedia muy respetable sobre hacer familia en el mundo de la tenencia compartida y los fines de semana por medio.

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