Autor de La historia del ska en Chile: “A Jorge González el ska de los setentas le sonaba parecido a la Nueva Ola”

En su nuevo libro Un paso adelante, Cristóbal González, el fundador de Santo Barrio, recopila las historias alrededor de la escena ska en Chile; en charla con Culto repasa el rol clave de Los Prisioneros, el empuje que le dio la popularidad de los Fabulosos Cadillacs, los primeros eventos y otros hitos. “El ska es un género contracultural y alternativo, pero han surgido bandas que han logrado masificación que los convierte en un fenómeno transversal”.


Si de una cosa puede estar seguro el músico y productor Cristóbal González Lorca (1976), es que el ska es su vida. No solo por ser fundador de Santo Barrio, una de las bandas esenciales del estilo en el país, sino que ha llevado su experiencia a las páginas de un libro. Parafraseando al legendario álbum de Madness, One Step Beyond, ya está disponible en librerías, Un paso adelante, un libro editado por Santiago-Ander, que recopila historias alrededor de la escena ska en Chile desde sus orígenes.

Se trata de una suerte de cronología del género nacido en Jamaica y expandido hacia el mundo desde Inglaterra, en los trabajos de The Specials, Madness y hasta The Clash. No es el primer trabajo de González Lorca sobre el tema (antes ya publicó Tumbao Rebelde: El Rock Mestizo de Santo Barrio y Santaferia), pero en este, apunta, decidió reunir varias historias sobre el género, a medio camino entre el relato vivencial, las historias de conciertos y eventos importantes, así como las experiencias de otros exponentes del género como Santiago Rebelde, Sandino Rockers, entre otros.

“Lo pensé como un libro que se pudiera leer en un viaje en Metro -cuenta González Lorca al teléfono con Culto-. Quise que los capítulos fueran independientes, una lectura amigable. Pero lo armamos de forma tal que el lector y la lectora vaya viendo la conexión entre las bandas, los comienzos en conciertos muy precarios, a producciones de mayor envergadura 30 años después. Si lo lees completo puedes ir percibiendo la evolución de la escena”.

¿Por qué escribir una cronología del ska en Chile?

Surgió de manera natural, yo había hecho un libro de mi historia con Santo Barrio, mi banda, y al hacerlo pasó también por contar como fue nuestra participación en la escena ska. Tengo un vínculo fuerte por haber participado, conocer a las bandas, hay un afecto. En mi casa tengo hartos libros sobre bandas de ska latinoamericanas, hay uno sobre el ska argentino, hay sobre los Fabulosos Cadillacs, y sentí que había muchas historias interesantes alrededor de nuestra escena, pero que no estaban situadas como debiese ser. Hay libros de punk, de rock, de rap, pero sentí que un libro sobre el ska le iba a hacer justicia a un movimiento que lleva más de tres décadas.

Un detalle interesante, es que detallas el gusto de Jorge González por los Specials. Uno sabe que Los Prisioneros escucharon a The Clash, pero ahí trazas la ruta del ska que después derivó directo en temas como Sexo o Nunca quedas mal con nadie ¿son ellos precursores en la difusión del ska en Chile?

En las conversas con Jorge, por el contacto por el libro de Los Prisioneros (Latinoamérica es grande, la ruta internacional de Los Prisioneros), en algún momento entramos en el ska, y esas bandas como Specials, son medios contemporáneos con los Clash, y todas esas bandas llegaron a Chile de la misma manera. Al mismo tiempo, los Clash están muy mezclados con el reggae, todo llegó al mismo tiempo. Jorge sintió mucha simpatía por el ska, como algo alegre, divertido, buena onda. Me contó de su gusto por los Specials, por la sencillez de su música. En algún momento dijo también le generaba simpatía que la sonoridad se parecía un poco a la Nueva Ola, que puede sonar raro, pero en el libro explico que la Nueva Ola chilena, argentina, incorporó repertorio e influencia jamaiquina, como el caso de los Ramblers, Danny Chilean y Las Monedas, por lo que no es extraño que a Jorge el ska de los setentas le sonara parecido. Eso lo aproximó, en parte, justo a la frescura de los Specials y Madness. Entonces, Los Prisioneros al haber grabado esas canciones se convierten en difusores del género.

Los Prisioneros

Y a propósito de Los Prisioneros, el lado contestatario en las letras del ska ¿tiende a ser pasado por alto?

El ska es un estilo que está ligado a las luchas sociales, es la banda sonora de la independencia de Jamaica, y en Inglaterra se establece como un cántico antirracista, contra los abusos policiales. De allí símbolos como los cuadritos blanco y negro (NdR: representan la unión de negros y blancos) que identificaron a las bandas como Specials, que eran multiraciales. Después, las bandas de América Latina, asumen una versión local con un discurso crítico sobre las injusticias que viven en su época. Las bandas tienen un discurso crítico y comprometido con las causas sociales.

Y en tu caso, como parte de Santo Barrio desde mediados de los noventas ¿sintieron alguna tensión con el poder a partir de esa veta más crítica?

La verdad, no. Por muchas razones, el ska en sí tiene esta capacidad de sortear censura. Es un estilo alegre que te permite llevar contenido a las radios, al público que no son tu público objetivo. Nosotros también apostamos por una producción que nos permitiera eso, además estuvimos en un sello grande, como Warner, entonces todos esos factores ayudaron a que la banda tuviera mayor divulgación. Por ello, humildemente, creo que es el aporte que hicimos con Santo Barrio, además de incorporar elementos latinos que no estaban tan incorporados. Lo que sí pude percibir que los 90′ eran una época media complicada, habían temas que eran más sensibles, los medios no les daban tanta cuerda a grupos que fueran más frontales, y las bandas menos frontales tenían mayor cobertura.

¿Cuánto incidió el fenómeno de los Fabulosos Cadillacs en la divulgación de la escena ska chilena? sobre todo pensando en el éxito de discos como Vasos Vacíos (1993)

Nos ayudó mucho. Cadillacs era una banda antigua, que venía de los ochentas, nosotros los escuchábamos y nos gustaban. Pero cuando tienen ese impacto tremendo con Matador y Vasos Vacíos, obviamente permitió que la gente conociera este tipo de formato. Ayudó al movimiento en general de que en muchas radios se empezó a visibilizar el trabajo de las bandas. Los Cadillacs además tuvieron un impacto gigante, que atravesó el tiempo y generaciones. El ska en principio es un género contracultural y alternativo, pero han surgido bandas que por su carisma y contexto les han permitido masificación que los convierte en un fenómeno transversal.

En el libro cuentas la historia de un show de los Cadillacs en las dunas de Reñaca, en el verano del 96′, que terminó con incidentes, incluso con gente lanzando piedras.

Yo viví fuera de Chile varios años y llegue en el 95′. En esos tiempos el comportamiento de la gente en muchas escenas y eventos, no era de lo mejor. De repente había problemas de violencia, la gente se descuadraba, tiene muchas explicaciones, la post dictadura, la rabia, la falta de preparación, mil cosas. Muchos fuimos a Reñaca a ver a los Cadillacs, pero fue una cuestión super cuática, tenía que ver con la época. Lamentablemente, eso no se ha acabado completamente, todavía hay un fragmento del público que valida ese tipo de conductas más erráticas. Ahora, el grueso del público de la mayoría de las escenas alternativas y contraculturales, evolucionó bastante bien, y ya eso se ve mucho menos que hace treinta años. En la escena ska no queda casi nada, pueden converger distintos estilos y no pasa nada.

Cuentas la historia de los primeros festivales de ska en Chile (1996 en Taller Sol y 1997 en Sala Serrano) en que participaron Santo Barrio, Santiago Rebelde y Sandino Rockers ¿en qué medida es posible considerarlos como un hito?¿fueron un momento fundacional?

Fue el momento en que nos conocimos con otras bandas. Hasta ese momento, las pocas bandas que habían funcionaban por su lado, no habían podido coincidir. Hay que darle el mérito a Corzario, músico de Santiago Rebelde, por haber impulsado esos eventos, porque nos permitió interactuar y que los piños que seguían a cada banda se pudieran juntar. Fue vivir una cosa que nos hizo sentir que éramos más grande de lo que pensábamos, pese a que esas primeras tocatas no fueron tan masivas. Para nosotros, que se generera una instancia solo del género, fue una cosa maravillosa. Lo recordamos con mucho cariño y sentaron las bases para muchos eventos que vinieron después.

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