El “Indiana Jones del arte”: la sorprendente historia del hombre que recupera cuadros robados

El holandés Arthur Brand ha consagrado las últimas dos décadas en recobrar piezas de alto valor histórico y comercial sustraídas por ladrones de los museos. Este fin de semana, trajo de vuelta una obra esencial de Vincent van Gogh. ¿Cuál es su estrategia?


Se juntaron el pasado fin de semana en plena densidad de la noche de Ámsterdam. Un hombre cuya identidad no se conoce le entregó un paquete de 57 x 25 centímetros, envuelto en una bolsa azul de IKEA, recubierto con papel plástico y metido en una funda de almohada.

Se trataba de la pintura Jardín rectoral en Nuenen en primavera, de 1884 y perteneciente a Vincent van Gogh, una de sus piezas más valiosas, parte de la etapa que pasó con sus padres en Países Bajos. Luego de haber sido robado del Museo Singer, en Laren (Holanda), Arthur Brand la había recuperado.

Otra vez lo hizo. Porque no es la primera vez que asesta una misión imposible que parece de película: rescatar obras sustraídas de distintas instituciones del mundo, de alto valor comercial, histórico y patrimonial, muchas veces declaradas una carrera perdida por la policía y los especialistas del rubro. Pero ahí está el “Indiana Jones” del arte: el hombre que volvió esta semana a la primera plana del mundo pictórico por su capacidad para traer de vuelta obras de los más importantes artistas de la historia, de Salvador Dalí a Pablo Picasso.

En este caso, la pintura de Van Gogh –valorada entre tres y seis millones de euros- fue robada en 2020, en el período más áspero de la pandemia del Covid-19, cuando un hombre aprovechó el confinamiento y el vacío de las calles para asaltar de madrugada el museo Singer, rompiendo las puertas de cristal con un martillo y huyendo minutos después con el lienzo, que había sido prestado por otro museo, el Groninger, para una exposición temporal.

Un año después, la policía detuvo a un hombre de 59 años en la localidad de Baarn, sospechoso del robo del ‘Van Gogh’ y de otra obra del pintor del siglo XVII Frans Hals, Dos niños sonriendo, sustraída unos meses después de la pinacoteca Hofje van Mewrouw van Aerden, de Leerdam. Sin embargo, el acusado, identificado como Nils M., negó tener que ver con los hechos y dijo que no sabía dónde estaban los cuadros, pero el tribunal no le creyó.

“Su ADN se encontró en ambas escenas del crimen y el hombre no pudo explicar cómo era posible”, explicó la Justicia, y en septiembre de 2021, el acusado fue condenado a ocho años de cárcel, pero las obras permanecían sin aparecer.

Ahí fue cuando entró en acción el libreto de Brand y su etiqueta como Indiana Jones de la escena artística. Siguiendo pistas que decidió no revelar, el hombre que también opera como detective descubrió que el cuadro estaba en manos de un grupo criminal, que planeaba utilizarlo como medio de negociación para reducciones de condenas a prisión.

Marten de Leeuw/Courtesy of Gronginger Museum/Handout via REUTERS

En principio, Brand intentó negociar con la organización la devolución de la obra por su cuenta y no tuvo éxito. Sin embargo, y pese que aún se desconoce el trasfondo del pacto, logró que una persona le entregara el ejemplar en Ámsterdam. La identidad de dicho individuo se mantiene en secreto, ya que se trataría de un intermediario y no del responsable.

“Sabíamos que esta persona solo quería retornar la tela. No había otros lazos delictivos en su caso. Al final, vino a mi oficina y me la dio”, contó Brand. “Confirmar que se trata del Van Gogh robado ha sido uno de los mayores momentos de mi vida”, manifestó después, tras desenvolver el paquete en su casa y confirmar que se trataba de la obra, de la que había recibido fotos en 2020 a modo de “prueba de vida”.

El director del Groninger Museum también confirmó que era la pieza original, sólo alterada por algunas rayas y rasguños, pero en general en buen estado.

Ante ello, ¿cuál es la estrategia de Brand para conseguir aquello que parece tan difícil y propia de una gran película? De hecho: a principios de 2021, el perseguidor de ladrones de arte cerró la venta de los derechos de sus aventuras con la compañía cinematográfica estadounidense MGM, la que podría llevar su historia al cine.

Al rescate

Brand es holandés, tiene 53 años y ya acumula dos décadas destinadas a la recuperación de las esculturas favoritas de Hitler, cuadros de Tamara de Lempicka, bustos romanos, relieves visigodos y mosaicos bizantinos.

Formado en Relaciones Internacionales e Historia, su pasión surgió de manera inesperada en Granada, donde vivió cuando tenía 19 años. La idea era estudiar, pero acabó pasando una de las mejores temporadas de su vida, según contó en 2021 al diario español El País.

Allí acompañó una noche a unos desconocidos que buscaban metales con un detector. Para su sorpresa, encontraron unas monedas romanas de plata, y de vuelta a su tierra, empezó a coleccionar monedas griegas. Un día leyó que hasta el 30% de arte vendido en el mercado es falso y se puso a investigar. Eran los años 90 y dio con un compatriota, Michel van Rijn, al que Scotland Yard atribuye el 90% de los mayores robos de obras de arte del mundo. Para cuando hablaron, el ladrón se había reformado y colaboraba con sus antiguos perseguidores. Lo considera hoy su mentor, su mano derecha, y dice sin reparos que se lo ha enseñado todo.

No es, en todo caso, su único amigo singular. Su circuito de fuentes, contactos, soplones y cercanos está constituido por ex ladrones arrepentidos que ya no encuentran demasiado valor ni utilidad a seguir capturando obras de arte, o en terceros que, enterados de las fechorías de otros, comienzan a delatarlos para sacar algún provecho.

Uno de ellos, por ejemplo, es Octave Durham, que en 2002 se llevó dos cuadros de Van Gogh del museo del artista en Ámsterdam. Las obras estuvieron en manos del mafioso napolitano Raffaele Imperiale, hasta que la policía italiana los rescató en 2016. Durham, por su parte, pasó años en la cárcel y ya no delinque. Se supone que ha servido de contacto para que Brand descubra algunos robos de los últimos años.

Harrie Sijm, un investigador de la policía, ha definido así el trabajo del investigador holandés: “Hay que dejar trabajar a Arthur porque tiene contactos de los que nosotros carecemos”. Este agente estuvo adscrito a la búsqueda de 24 cuadros del Siglo de Oro robados en 2005 en el Museo Westfries, al noroeste de Países Bajos, y Brand participó en la devolución de cinco de las obras en 2016. Denunció que estaban en manos de los servicios secretos de Ucrania, y lo mantiene.

Brand se gana la vida como asesor artístico a través de una empresa, Artiaz, que tiene desde 2011 dos socios. Sus búsquedas no le reportan ganancias económicas, porque casi nunca le pagan por rastrear el arte robado. Es más, se pone en marcha y sigue su manual cuando la policía deja el caso o bien el delito ha prescrito.

Este tipo de obras son muy difíciles de situar en el mercado, y los ladrones originales suelen venderlas o darlas por algún favor a otros delincuentes ajenos al robo. Es un botín valioso que puede ofrecerse a cambio de rebajar una condena si son detenidos por otros delitos.

Rabias y recompensas

En ocasiones, eso sí, el detective del arte ha obtenido una recompensa moral. Como cuando encontró los caballos de Josef Thorak, un artista austriaco al que Hitler encargó un conjunto escultórico que mostrara la fortaleza del régimen nazi. Las esculturas, escondidas en Berlín en 1944 y transportadas por los rusos en 1945 a la antigua Alemania Oriental (RDA), estaban supuestamente perdidas.

Pero, de pronto, sin buscarlo, una familia alemana intentó venderlas a través de Brand. Cuando confirmó que se trataba de los auténticos caballos de los años 40, este alertó a la policía germana.

Eso sí, también ha tenido entuertos. Cuando el anillo de Oscar Wilde, su autor favorito, fue robado en 2002 de la Universidad de Oxford, Brand lo rescató, pero los encargados de la entidad no le creyeron. Tuvo que demostrar que era el auténtico, y como la universidad no se disculpó, declinó asistir en 2019 al evento de devolución de la joya.

O quizás estaba ocupado. Listo para otra misión.

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