Entre las últimas semanas de agosto y las primeras de septiembre de 1973, la actividad de Víctor Jara mantenía su intensidad habitual. Había pasado unos días en Isla Negra, ante los rumores de un golpe de estado, donde escribió algunas canciones que alcanzó a registrar en cinta, como Manifiesto. A su regreso a la capital, el 4 de septiembre, participó llevando una pancarta en el multitudinario acto de apoyo al gobierno de la Unidad Popular.

Eran días convulsos para el país. El intento de diálogo entre el gobierno y la Democracia Cristiana había naufragado definitivamente y la Cámara había sacado su declaración en que acusaba al Ejecutivo de quebrantar el orden legal y constitucional vigente. Mientras, el presidente Salvador Allende nombraba al general Augusto Pinochet como nuevo comandante en jefe del Ejército en reemplazo de Carlos Prats, quien había presentado su renuncia.

Víctor Jara Archivo Histórico / Cedoc Copesa

Mientras, Víctor Jara se preparaba para presentarse la mañana del martes 11 de septiembre en la apertura de la exposición Por la vida...siempre! en la Universidad Técnica del Estado, donde Allende anunciaría el llamado a plebiscito.

Pero un día antes de ese día, en que finalmente fue capturado y llevado a la muerte, Jara ofreció la que puede considerarse su última presentación en vida. Habitualmente se considera que esta ocurrió en la gira que hizo por Perú entre junio y julio de ese mismo año, donde grabó un especial para Panamericana TV. Claro, esa fue la última aparición televisiva, mas no la última vez que estuvo en un escenario.

El lunes 10 de septiembre , Víctor Jara llegó a la Escuela Básica URSS, situada en la localidad de Tejas de Chena, en San Bernarndo. “Una zona con numerosas viviendas de suboficiales del Ejército y funcionarios de la Fuerza Aérea, en este caso por su cercanía a la base aérea de El Bosque”, apunta Mario Amorós en su biografía del cantautor.

Según el biógrafo, aquel era un acto organizado por el Instituto Chileno-Soviético de Cultura, como una bienvenida para los muchachos que habían viajado a la URSS como premio por ganar el concurso de pintura llamado las riquezas de mi patria, organizado por el mismo centro. Tras las presentaciones de los estudiantes y los discursos de las autoridades, se le pidió a Jara interpretar algunas de sus canciones. Siempre solícito, tomó su guitarra y se dirigió al escenario.

Entre otras canciones, Jara decidió interpretar El hombre es un creador, de su álbum La población (1972). Esta cuenta con una particular introducción “tocada” con una peineta y un papel. Así, el cantautor solicitó la participación de algún colaborador en la audiencia para hacer esa parte. “Se ofreció para ello el padre de uno de los alumnos premiados, suboficial del Ejército, quien cumplió muy bien su función y terminaron abrazándose en medio de la ovación que siguió”, cuenta Amorós. Una ironía de la vida, considerando lo que sucedió días después.

Tras acabar el evento, Jara se subió a su Renoleta blanca y se dirigió a la Facultad de Artes de la Universidad de Chile para recoger a su esposa, Joan, y regresar a su hogar. Sería la última vez que harían ese trayecto juntos.

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