Apenas la pandemia le dio oportunidad, Juan Pablo Mohr agarró sus cosas y se fue a la montaña. Ya no aguantaba más encerrado. Para el primer chileno en coronar la cima del Everest sin oxígeno suplementario, la cuarentena se había hecho soportable gracias a la compañía de su familia —de la cual pasa alejado muchos meses por sus viajes—, la construcción de su casa, y un intenso entrenamiento doméstico. Sin embargo, el tener tierra, lodo, nieve y rocas bajo sus pies era perentorio. Necesitaba enterrar su piolet en la pared de un inmenso glaciar o recorrer cientos de kilómetros a pie.

Decidido a no estar más tiempo quieto, Mohr reunió a su equipo y partió hacia el cerro Tronador (3.491 msnm) en la región de Los Lagos. Visitar este volcán inactivo no solo significaría su regreso al montañismo luego de varios meses de para, sino también el inicio oficial de su proyecto más ambicioso hasta ahora: “Los 16 de Chile”.

Con este desafío, el arquitecto busca subir la montaña más alta y/o emblemática de cada región del país y luego construir un refugio en ella, junto a su fundación Deporte Libre. Pero en el fondo hay mucho más. “Quiero mostrarle a la gente las montañas que tenemos y que debemos aprovechar. Debemos liberar los accesos, acercarlas a las personas. Por eso quiero construir estos refugios”, cuenta Mohr. El proyecto cuenta con el apoyo de la CMPC, Mercedes Benz, The North Face, entre otras marcas privadas; así como de las entidades gubernamentales Sernatur, Conaf, el Instituto Nacional de Deporte, Bienes Nacionales, y la Federación de Andinismo de Chile.

El reto que significó el Tronador —de acuerdo a Mohr, “el Mont Blanc chileno”— es un ejemplo de lo que será el resto de la travesía a lo largo del país. Para llegar a él debió cruzar lagos, ríos, caminar 70 kilómetros solo de acercamiento, y en ocasiones incluso debió abrirse paso con machete en mano para crear camino a través de bosques tan tupidos como inexplorados.

“Es una montaña inmensa y es increíble que la gente no la conozca tanto. Tiene de las rutas más técnicas del mundo, y por el lado argentino tiene tres refugios construidos. Por nuestra cara, solo uno, que es bien primario. Y más encima lo construyó Sebastián de la Cruz, que también es argentino. Eso te demuestra un poco la falta de cultura que tenemos con nuestras montañas”, acusa el alpinista.

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Y es precisamente esa la esencia de su proyecto: crear cultura de montaña. “Comparándonos con otros países, sobre todo europeos, creo que las razones de nuestra incultura es porque no contamos con la infraestructura y recursos necesarios para desarrollarla”, explica. Para quien también coronó el Lhotse (8.516 msnm) y el Dhaulagiri (8.167 msnm) sin oxígeno envasado, la gente común y corriente no sabe cómo ir al baño en el cerro, caminar ni mantener distancias con las personas. “La cultura abarca todo eso. Otro factor es que los accesos a las montañas están muy privatizados; con este proyecto queremos cambiar eso. Porque esto va más allá de hacer refugios: implica talleres de montañas y reuniones con los clubes de montaña regionales, porque ellos en el futuro se harán cargo de los refugios”.

El proyecto está basado en el modelo europeo, inspirándose específicamente en el Mont Blanc y el Matterhorn. En estos macizos los refugios son de aproximadamente 100 metros cuadrados, con capacidad para 20 o 30 personas. Cuentan con todos los servicios básicos- baños, comedor, sala de estar, área de secado, literas— además de una zona privada a cargo del club de montaña local. Lo mismo ocurrirá con los que se construirán en Chile, cuyo diseño estará a cargo del mismo Mohr. “Cuando me voy al Himalaya tengo mucho tiempo muerto, en ocasiones siete u ochos días, el cual aprovecho para bosquejar”, relata el también arquitecto.

Luego de la aventura por el Tronador, “Los 16 de Chile” seguirá su curso este miércoles con el volcán Parinacota, en la región de Arica y Parinacota. Un viaje que irá de cumbre en cumbre (ver infografía), de norte a sur, durante los próximos dos meses. Tras eso, otro desafío aguarda.

El reconocido club de montaña Seven Summits invitó a Mohr a conquistar el monte K2 (8.211 msnm) —la segunda más alta del mundo y una de las más mortíferas— en temporada invernal, algo jamás conseguido hasta ahora. La invitación para este 20 de diciembre corrió por parte de Sergi Mingote, español que ya fue su compañero de cordada en el Everest. “Es una oportunidad súper grande. Me dijeron que quería que formara parte porque en el Himalaya había demostrado andar muy fuerte en altura, entonces quieren que vaya a ayudar en temas de logística. Es un proyecto emblemático para el mundo, porque no se ha logrado jamás”, señala el escalador.

Mohr no esconde su miedo al saber que deberá enfrentarse a un macizo tan mortal en invierno. No obstante, es precisamente la incertidumbre lo que lo motiva: “El miedo siempre está, desde que partí a los 13 andando en skate. El miedo me llama, me gusta superarlo. En todos estos proyectos lo que me motiva es tener ese nervio, ese bichito de no saber qué puede pasar”.