Hace 70 años tener una raqueta de tenis daba cierto estatus, poder jugarlo en alguna de las exclusivas canchas del país, aún más. Todo eso ha cambiado, figuras como Pato Cornejo, los Fillol, Gildemeister, mucho antes que Ríos, Massú y González, le enseñaron a la gente qué era el top spin, cómo se sumaban los puntos, pese a lo complejo que parece, y lograron que hasta se jugara en la calle. Es el ejemplo que el golf quiere hacer propio.

Todo, siguiendo la estela que, se supone, deja Joaquín Niemann, el muchacho de 22 años que juega en el prestigioso PGA Tour, donde hasta ganó un campeonato y se perfila, por los logros que ya ha tenido, como uno de los mejores deportistas de la historia de Chile. Como nunca antes (tal vez desde Nicole Perrot) su irrupción genera la pregunta: ¿Puede llegar a ser popular el golf?

Para comenzar hay que diferenciar entre popular y masivo. El primero indica que una buena parte de la población entiende de golf. El segundo quiere decir que hay mucha gente que lo practica.

Para conseguir la popularidad, es fundamental el presente de Joaquín Niemann. Sin embargo, no está claro que la figura del número uno de Chile esté siendo bien aprovechada. Joaco es el golfista latinoamericano con más seguidores en Instagram y tiene contratos publicitarios internacionales, pero nada en Chile, no es rostro en el país.

Así lo corrobora Cristian Leporati, director de la Escuela de Publicidad de la Universidad Diego Portales. El experto sostiene que “este es un deporte de elite y las elites no comunican, solo existen. Un golfista entra a jugar golf para un grupo muy íntimo y nadie lo ha preparado para ser vocero y comunicador. El problema no es Joaquín, sino que no ha asumido su liderazgo y así no es un producto atractivo. Cuando él viene a Chile, hay que armarle una agenda, que vaya de Arica a Punta Arenas, que se construyan minigolfs y vaya ahí, si no, no sirve de nada”.

AGENCIAUNO

Es poca la gente en el país que maneja los conceptos de este deporte. Diferente es el panorama, por ejemplo, en Estados Unidos, donde casi cualquier persona no solo sabe quién es Tiger Woods, sino también quiénes son Rickie Fowler o Phil Mickelson y los conceptos de bogey, birdie o qué es la chaqueta verde, son populares.

El ejemplo norteamericano introduce, de paso, en el tema de la masividad. Allá no es necesario pertenecer a una clase acomodada para tener un juego de palos en la cochera. Se estima que un 11% de la población de ese país juega al golf, una situación que se repite en buena parte de Europa, Australia, Sudáfrica y los mercados de China y Japón. Esa cifra en Chile es de un 0,1%.

En el país esta disciplina no es masiva porque el grueso de la población nunca había sido invitada a jugarlo. Desde sus inicios, hace un siglo, sus cultores han praticado en exclusivos clubes con cuotas de incorporación millonarias y requisitos de ingreso sociales y de amistad. Un grupo cerrado.

Aún unirse a los añosos clubes sigue siendo excluyente. Un club de Santiago, por ejemplo, pide 250 UF de incorporación (unos siete millones de pesos) más 16 UF (medio millón) cada tres meses. Los campos públicos han sido la base de la popularidad del golf en Estados Unidos, donde hacerse socio de un club también es asunto de millonarios. En Chile, es el club Mapocho ese campo público que cambió todo: basta con llegar, pagar la salida y jugar.

Sobre los palos, los precios han bajado mucho en los últimos años. Claro, tener la mejor tecnología, como en todos los deportes, puede ser carísimo ($ 800.000 por un solo palo), pero si la idea es comenzar y tener equipamiento propio, un juego completo, hasta con la bolsa, se puede encontrar por menos de $ 200 mil, el valor de una bicicleta promedio. A eso hay que sumarle pelotas, zapatos, tees...(ver cuadro).

Y para aprender, hay clases particulares pagadas, aunque la Federación de Golf tiene un programa con un completo curso de iniciación que es gratis y que incluye el material, que, según señalan desde esa organización, ha generado gran interés y los cupos se llenan rápidamente.

Si el inspirado por lo que ha hecho Niemann es un niño, también hay alternativas. Para los que saben jugar y ya pueden competir, existe el circuito Golf Juniors que contempla pago de una incorporación y membresía, pero también hay una alternativa gratis: Golf Juvenil, en manos de la Federación.

“Ni en Golf Juniors, ni tampoco en Golf Juvenil, se pide llegar recomendado o ser socio de algún club de golf, no hay ninguna restricción que vaya más allá de lo deportivo”, aclara Paz Echeverría, directora ejecutiva de Golf Juniors, dejando en claro que el muro que implicaban las membresías o amistades ya no se aplica.

Son los topes que está tratando de botar la Federación, encabezada por Felipe Bertin, con programas de desarrollo con los niños, talleres en colegios municipalizados y las clases gratuitas a adultos, entre otras.

“Voy a poner mi esfuerzo en esto, que sea popular, porque tenemos que aprovechar lo que ha hecho Joaquín Niemann, pero eso no basta, porque tenemos que llegar a la gente, trabajar con las municipalidades, con sus colegios y si hay que crear nuevas canchas, nuevos drives (canchas de práctica), lo haremos. Hoy hay inscritos 20 mil jugadores y me gustaría llegar en 10 años a 100 mil”, es la esperanza de Bertin.