Fue el volante central de uno de los mejores mediocampos de Magallanes, con el argentino Héctor Torres en la derecha y Guillermo Yávar en la izquierda. Manuel Roberto Ampuero Urbina nació el 12 de octubre de 1940 en Santiago (cumplió 76 años). Medía 1,70 metros y pesaba 65 kilos. "Mi fútbol era de fuerza y toque, de meter el pelotazo y de poner el hombro en beneficio del equipo", cuenta en la Plaza Panamá, cerca de la calle San Pablo.

Se inició en los albicelestes a los 12 años: "Entrenábamos en las canchas de tierra del Nacional; los arcos tenían mallas de alambre. Años después vez fui a Palestino en la fábrica Yarur, me llevó el arquero José Donoso, pero regresé a Magallanes y debuté en primera división ante O'Higgins en el estadio Santa Laura, en 1960".

En Magallanes estuvo hasta 1967. "Reforcé a Colo Colo en dos partidos internacionales, frente al combinado de los Dynamos, de Unión Soviética, y Peñarol (1963), pero Magallanes pidió mucho por mi pase. En 1968, el club dijo que necesitaba dinero y me vendió a Lota Schwager, donde fuimos campeones de segunda división en 1969".

Actuó en Ferroviarios en 1971 y 1972: "El segundo año hicimos una campaña espectacular y terminamos vicecampeones, con Julio Menadier en la banca, y con Leonel Sánchez, Luis Eyzaguirre y Freddy Molina en el equipo".

Menadier lo llevó a Audax Italiano (1973): "Fue una mala experiencia por los problemas económicos". Y regresó a Ferroviarios otras dos temporadas (1974 y 1975). "Magallanes y Ferroviarios fueron los clubes donde me encariñé con la humildad de la gente".

¿Su partido inolvidable? "La goleada 4-0 a Colo Colo, el equipo que sería campeón con récord de goles a favor (1963). Héctor Torres anotó un gol de chilena, casi le voló la cabeza al Chita Cruz, dos del Juanano Gutiérrez y uno mío, el tercero, de tiro libre. Esa noche estrené unos botines Honorinolanda, que me quedaban ajustados como un guante. Pateé desde 35 metros, en diagonal, al palo de Misael Escuti, en el arco norte de Ñuñoa".

¿Un compañero? "El Viejo Héctor Torres. Como persona, fuera de serie; como jugador, espectacular. Una tarde le hizo un gol de escorpión, a lo Alfredo di Stéfano, a Universidad Católica. Fue en un centro de Luis Ibarra en el arco sur del Estadio Nacional".

Era especialista en penales. "Perdí solo dos: ante Leopoldo Vallejos, de Universidad Católica, y desvié ante Francisco Nitsche, de Audax Italiano".

Siempre figuró en los rankings de la revista Estadio, ¿por qué tuvo pocas oportunidades en la selección? "Tuve mala suerte con los entrenadores. Integré la selección de Francisco Hormazábal (1965) y él me ponía de lateral derecho en los entrenamientos. Un periodista le preguntó por qué no me hacía jugar en mi puesto y le contestó que yo no era de su gusto. '¿Entonces por qué lo cita?' 'Porque es el mejor 6 del torneo'. Integré la selección de Alejandro Scopelli (1967) y él, que venía de Palestino, prefirió a José Moris, que era de ese club. Apenas jugué dos partidos (derrotas con Brasil y Unión Soviética)".

¿Una anécdota? "Con Magallanes hicimos una gira por el Norte y en una laguna me agaché para quedar con el agua hasta el cuello. Vino Juanano Gutiérrez y al verme se lanzó de cabeza, quedó enterrado en la arena y con los pies pataleando en el aire… Me insultó de lo lindo, pero riéndose".