"El jugador chileno tiene una virtud única: no tiene miedo". Frase corta, pero potente, con la que Luis Bonini sintetizó la verdadera razón que lo motivó para aceptar el desafío que le propuso Marcelo Bielsa, en 2007, para asumir como parte del cuerpo técnico de la Roja. El domingo 12 de agosto de aquel año, fue el primero en aterrizar en Santiago. El Loco había decidido posponer su llegada en un día y fue Bonini quien debió enfrentar a la todavía incrédula prensa local, que no daba crédito a la llegada de uno de los mejores entrenadores del mundo para hacerse cargo de una alicaída selección.

La presencia de Bonini en Pudahuel era la señal inequívoca de que Chile se preparaba para una verdadera revolución futbolística. La misma que en Argentina abrió el abanico siempre cerrado entre bilardistas y menotistas, dando vida a una corriente que, para muchos, se transformó en religión. El bielsismo llegaba para quedarse en un siempre tímido y temeroso fútbol chileno.

Bonini se dirigió al discreto y casi amateur complejo Juan Pinto Durán. El mismo que posteriormente fue remodelado por exigencia de Bielsa. El preparador físico durmió vestido esa noche del 12 de agosto para capear el frío santiaguino. Movidas fueron esa primeras horas.

Profesor de Educación Física, ex jugador y entrenador de básquetbol formado en Punta Alta (sur de Buenos Aires) desarrolló, junto a León Najnudel, la Liga Profesional de Básquetbol, semillero del equipo que ganó oro en Atenas 2004 y de los seis jugadores que llegaron a la NBA. Luego de 12 años ligado al baloncesto, en 1992 recibió la llamada de Bielsa, con quien trabajó un año a cargo del Atlas mexicano.

De aquella primera experiencia con el Loco pasaron seis años y, en 1998, luego de trabajar en el Parma, Independiente, San Lorenzo y Rosario Central, nuevamente recibió el ofrecimiento de Bielsa, esta vez para hacerse cargo del Espanyol, donde sólo estuvieron unos meses antes de llegar a Argentina.

Con la Albiceleste clasificó al Mundial de Corea-Japón 2002, pero la mejor escuadra de las clasificatorias sudamericanas fue eliminada en la ronda de grupos de la cita asiática. Ni el Oro en Atenas 2004 pudo sostener el proyecto del Loco, quien terminó renunciando.

Bonini se eternizó en el incosciente colectivo a partir de su ya mítica frase: "Chupete, la concha de tu hermana; te quiero ver; te quiero ver , papá". El entonces PF de la Roja arengó al goleador, en la boca del túnel antes de enfrentar el 17 de noviembre de 2007 a Uruguay, en el inexpugnable estadio Centenario. La imagen registrada por la tele fue vista por los chilenos y más tarde acuñada como la mejor de las charlas motivacionales ya no sólo del fútbol, sino de otros ámbitos.

El Mundial 2014 sorprendió a Bonini en otra faceta: comentarista. TVN lo reclutó para reforzar el área deportiva, considerando el alto reconocimiento entre los hinchas.

El 23 de mayo de 2016 volvió a ejercer su pasión más importante: llegó hasta el Centro Deportivo Azul para liderar la preparación física de la U. Beccacece lo invitó a ser parte del cuerpo técnico y con su llegada intentaba mejorar la irregular campaña del ex ayudante de Sampaoli. Una de las primeras tareas era depurar el plantel, golpeado por algunos actos de insdisciplina. Su conocida cercanía con los jugadores, le daba el valor agregado que el elenco estudiantil no encontró en la conducción de Beccacece.

Los malos resultados de la U derivaron en la salida del cuerpo técnico completo el 17 de septiembre de 2016. Luego de eso, Bonini realizó charlas motivacionales hasta que, en enero de 2017, tomó su último desafío profesional en el Morelia de México.