Tras los 800 metros femeninos en Río 2016, la británica Lynsey Sharp llora, porque nada puede hacer ante Caster Semenya, cuestionada por su físico masculino, producto del hiperandrogenismo que padece. La sudafricana, protegida, no pasa por la zona de prensa.

El llanto pareció exagerado ese día, pues la escocesa había rematado sexta, pero no solo Semenya, ganadora, sino también la burundesa Francine Niyonsaba y la keniata Margaret Wambui, que completaron el podio, están en la lista de atletas bajo la lupa por su intersexualidad.

La Federación Internacional de Atletismo (IAAF) ha analizado el asunto por años y ayer informó nuevos parámetros de tolerancia sobre niveles de testosterona, la hormona masculina que varias deportistas producen de manera natural en altas cantidades.

El presidente de la federación chilena, Juan Luis Carter, confirma que "este un tema que se arrastra por mucho tiempo en el deporte y que en el atletismo se hace muy evidente, por ser individual".

La IAAF estableció para "las atletas con disfunciones en su desarrollo sexual". que quienes tengan "una elevada producción endógena de testosterona tendrán que reducir sus niveles debajo de los cinco nanomoles por litro durante seis meses para competir en pruebas desde 400 metros a 1.600. Si no, deberán cambiar de distancia o competir como hombres".

La IAAF aclara que no hay intención de juzgar o poner en cuestión su identidad sexual o género, sino "preservar la igualdad de oportunidades en las competiciones".

El gobierno sudafricano rechazó la medida.

En Chile, Pablo Squella, miembro de la Comisión Nacional Contra el Dopaje, explica que "hay que dejar claro que la nueva norma es para endógenas, es decir, que produce naturalmente el organismo; la exógena se ha penalizado siempre".

El asunto no es nuevo. De hecho, Semenya no ha podido romper el récord mundialde la checa Jarmila Kratochvilova de 1983, otra atleta de fuertes rasgos físicos masculinos, que en esa época relacionaban con dopaje. Squella, atleta por esos años, la recuerda: "Coincidí con ella. Era una superdotada, gran persona, pero no sé si en esos años se practicaba un deporte limpio en la ex Checoslovaquia. Su voz era muy fina, lo que es raro si es que tomaba algo".

Con las nuevas medidas de la IAAF, probablemente, su récord se eternice aún más.