El próximo sábado 20 de enero comienza el Preolímpico de Venezuela 2024, torneo que tiene como gran premio dos plazas de Sudamérica para el fútbol masculino de los Juegos Olímpicos de París. El domingo 21 será el estreno de la selección chilena ante Perú, el primer paso en una ruta que también incluye enfrentar a Uruguay, Argentina y Paraguay por la fase de grupos.

Después de cuatro años vuelve el campeonato sudamericano Sub 23, instancia en la que no solo el futuro de los combinados nacionales está en la cancha, sino que muchas veces el presente. La última experiencia en un Preolímpico para Chile fue en el verano de 2020, antes de la pandemia del Covid-19, rumbo a los JJ.OO. de Tokio, que precisamente debieron posponerse un año a causa de la emergencia sanitaria global. Como ya es conocido, la expedición de aquel equipo por Colombia se inició con ciertas expectativas pero terminó sin el resultado anhelado.

Fue Bernardo Redín, la mano derecha de Reinaldo Rueda (el asistente técnico del exseleccionador de la Roja vino a Santiago 2023 con Honduras), quien dirigió al equipo en el último Preolímpico. Chile terminó tercero en el grupo A, tras Argentina y Colombia. Por lo tanto, quedó eliminado en la ronda de grupos. Ese equipo contaba con jugadores que, en su minuto, estaban llamados a ser parte del recambio y así dotar de alternativas al combinado adulto, situación que no se ha concretado con el pasar del tiempo. ¿Qué es del plantel que representó a la Roja en el último certamen continental Sub 23?

La selección masculina llegó con una base importante que había participado en el Sudamericano Sub 20 de Ecuador 2017, que tuvo un sonoro fracaso de la mano de Héctor Robles. Se trata de jugadores como Raimundo Rebolledo, Nicolás Ramírez, Gabriel Suazo, Ángelo Araos, Ignacio Jara, Iván Morales y Adrián Cuadra. Esto se mezcló con elementos que estuvieron en el Sudamericano Sub 20 de Chile 2019 como Luis Ureta, Nicolás Fernández, Alex Ibacache, Tomás Alarcón, Nicolás Díaz y Diego Valencia.

Más allá de la mera estadística, cuya evidencia existe de que no fue el esperado (ni siquiera se avanzó a la fase final), lo que se aguarda de los seleccionados juveniles es que logren dar el salto hacia el combinado absoluto. Lamentablemente para las pretensiones del fútbol criollo, esta generación no aprovechó esta plataforma de una manera masiva.

De los 23 convocados por Redín, solo ocho han tenido presencias en la Roja absoluta. Ellos son Gabriel Suazo (22), Tomás Alarcón (12), Diego Valencia (9), Nicolás Díaz (5), Iván Morales (5), Álex Ibacache (2), Pablo Aránguiz (1) y Ángelo Araos (1). Como queda de manifiesto con los números, apenas dos de los ocho jugadores mencionados superan la decena de presentaciones con el equipo A de la Selección. Uno es Alarcón, quien desapareció de las convocatorias y actualmente milita en el Cartagena, de la segunda división española. El otro es Suazo, del Toulouse de Francia, el único consolidado en la Roja como la carta principal de lateral izquierdo.

Si hay nombres que tenían sobre sus hombros una alta expectativa y se han quedado en el camino, un par sobresale. Uno es Iván Morales, cuya experiencia en el extranjero ha dejado más dudas que certezas. En 2023 apenas convirtió un gol con la camiseta de Cruz Azul. El otro es Ángelo Araos, que destacó en Antofagasta y la U, lo que le permitió ser vendido al Corinthians. Tras pasar por México recaló en Atlético Goianiense y estuvo un largo tiempo inactivo debido a una grave lesión. Ahora está de vuelta en los trabajos con el club y prepara su regreso al Brasileirao.

Otros miembros de la generación no han logrado consolidarse en Primera División como Franco Lobos (refuerzo de Cobresal), Nicolás Guerra (la U), Adrián Cuadra (Antofagasta), Pablo Aránguiz (no sigue en Ñublense) y Nicolás Fernández (Audax Italiano). Mientras tanto, el arquero titular de ese equipo, Omar Carabalí, volvió a Colo Colo tras su préstamo en La Calera. Está haciendo la pretemporada con los albos en Uruguay. El suplente, Luis Ureta, no continúa en O’Higgins.

Sigue en El Deportivo