Sorprendido, extrañado, golpeado. "Se me está señalando de muy mala forma y eso me duele", dijo Marcelo Díaz. Y tenía toda la razón. El cuerpo técnico de Chile decidió usarlo como chivo expiatorio, como principal "culpable" de la crisis. Lo que, aparte de injusto, es tremendamente mala leche. Y muy poco frecuente. Rompiendo su discurso tradicional respecto de la importancia de los majaderos "códigos", Juan Antonio Pizzi no ha hecho otra cosa que dispararse en los pies. Más aún ahora que se lesionó Pedro Pablo Hernández.

¿Decisión válida? Por supuesto. No hay nada más sagrado que el derecho de un técnico a elegir a "su gente". Tan lícito como discrepar frontalmente con Claudio Bravo, el capitán y referente máximo del plantel, respecto del relajo detectado en Pinto Durán. Riesgoso, eso sí. Más aún en estos momentos de tensión total, donde no corresponde gallito alguno hacia adentro. Sigo con Díaz: sin dar explicaciones claras al jugador, al resto del plantel y a la opinión pública, no resulta sencillo digerir que, de un día para otro, uno de los miembros fundamentales del Grupo de los Diez (que también integran Bravo, Isla, Medel, Jara, Beausejour, Aránguiz, Vidal, Sánchez y Vargas) se quede afuera ya no del equipo, sino de la nómina. Justo cuando se necesitaba más unión y calor de grupo que nunca, a Díaz se lo estigmatiza, otorgándole una responsabilidad brutal sobre problemas y errores que comparten varios. No es razonable.

Veamos. ¿Estaba pasando por su mejor momento el jugador? Claro que no… al igual que Jara, Johnny Herrera, Beausejour, Maripán, Valencia, Roco, Felipe Gutiérrez, Martín Rodríguez y tantos otros que siguen adentro. ¿Se paga la falta de fútbol con la salida del equipo? En este Chile nunca fue así. Los casos de Isla, Vargas, Jara, Beausejour y varios más lo ratifican. Siempre jugaron, pasara lo que pasara con ellos en sus clubes. El tema no va por el lado del "presente", entonces. ¿Jugó tan mal Díaz ante Paraguay y Bolivia? Igual de mal que Sánchez, Isla, Vidal, Beausejour, Hernández o Vargas, por nombrar sólo a algunos. Y si la pretensión era remecer, las verdaderas revoluciones siempre son generales, nunca tienen que ver con una sola persona.

¿Es un riesgo futbolístico? También. ¿De titular a nada en semanas?. Raro. Afecta, desde luego, la paz del camarín, como lo ratificaron de inmediato las reacciones de Vargas, Aránguiz, Bravo e incluso Pinilla. Pero también el juego del equipo. Un equipo que, convengamos, en la última etapa no se ha caracterizado precisamente por preparar y machacar sus movimientos tácticos, sus cambios de nombres y esquemas durante los días de práctica. ¿Quién va a hacer ahora el triángulo defensivo-y-de-salida con Medel y Jara cuando Chile se vaya con todo al ataque ante Ecuador? ¿Gutiérrez? Difícil imaginarlo. ¿Hay tiempo para improvisar? Muy poco. Y ante Brasil, donde resultaba imperioso el buen pie y el toque de primera en el medio para quitarle la pelota a los locales, ¿quién podía ayudar a eso mejor que Díaz? Me temo que nadie.

La peor de las teorías dice que esto es una pasada de cuenta por las quejas públicas del propio Díaz, en Calama, ante los movimientos tácticos en el mediocampo sin el trabajo ni la convicción necesaria. Puede ser, pero hablaría de una miseria humana tan brutal, que es mejor negarlo. ¿Falta de compromiso? Tampoco es muy creíble tomando en cuenta que otros miembros del plantel hicieron cosas mucho peores en la última jornada de concentración sin recibir ni un solo comentario en contra. ¿Los errores ante Alemania y Bolivia? Eso es no entender nada de fútbol. No funciona así la cosa en los deportes de conjunto. Todos ganan, todos pierden. Y un referente tan importante como Díaz merece, desde luego, respeto. De hecho podrían haberlo llamado antes, al menos, para contarle lo que venía. Enterarse por la prensa fue espantoso. Muy poco educado.

¿La cercanía del jugador con Sampaoli? Capaz, pero también sería horrible. Hasta aquí Pizzi se había sabido controlar ante el peso del técnico anterior, ante su mayor valoración y su fantasma siempre presente al interior del equipo y entre los hinchas y periodistas. ¿Ya no? ¿Estamos viendo su verdadera cara antes de partir? Puede ser.

Soñemos: quizás ahora Chile le gane por paliza a Ecuador y Brasil. En una de esas. Pero no le quitaría peso al grave error cometido. Los procedimientos no dependen de los resultados. Para conseguir el tesoro siempre es vital el camino, el mapa, el recorrido. Y en esta estación no sólo no hubo coherencia, sino que, además, se generaron graves daños colaterales ¿Podía salir Díaz? Podía. Pero merecía una explicación más creíble.