Salida del nuevo metro Estadio Nacional. El calor es sofocante y una familia de corto se alista para caminar media cuadra hasta el Centro de Alto Rendimiento. La hija, de 12 años, viste ropa deportiva y camina adelante, quiere llegar pronto. Es el segundo día de las concentraciones zonales femeninas para niñas nacidas en 2004 y 2005 de Bío Bío al sur y a la pequeña Amanda Riquelme, de Villarrica, la espera en el CAR Nicole Llanos, la entrenadora de balonmano que las evaluará. La que decidirá si, tal vez, siguen el proceso de las selecciones. Hay 13 niñas más esperando.

Es un día importante para Amanda y para las otras chicas que durante tres días visitaron Santiago, en el CAR y en el CEO. Las concentraciones son la manera elegida por el hándbol para captar talentos, uno de los objetivos explícitos que se hace cada Federación deportiva e incluso el Comité Olímpico mismo.

A las jugadoras las vieron diferentes veedores en campeonatos regionales o en los Nacionales, como es el caso de Riquelme. Eso sí, no todas llegan con los conocimientos mínimos para enfrentar este deporte. Así lo reconoce Llanos, la DT: "Hay una diferencia todavía entre alguna jugadora y otra, sobre técnica, y aspectos básicos que deberían tener dominados. Han tenido poca proyección. En el norte el nivel es un poco más bajo".

Éste es el primer año que se hace un llamado diferenciado en tres zonas (norte, sur y Santiago), aunque todas se realizan en la capital. Hace unos días, desde el norte llegaron ocho postulantes. El año pasado llegaron 70 niñas y el entrenamiento se hizo confuso. Esta vez no se cometió el mismo error.

Eso sí, el llamado pedía perfiles específicos: altas, ojalá de un metro 70 hacia arriba, zurdas, porteras y si hay alguna más baja, que sea habilidosa. ¿Cómo se hace para dejar afuera a jugadoras talentosas si se llenan los cupos? Nicole Llanos responde: "No es tan rígido, hay flexibilidad. Si bien hay perfiles, si una niña no los cumple y tiene las condiciones, la vamos a dejar, y si tenemos cinco zurdas, las cinco quedarán". Este día no hay zurdas. La única es la portera. Igual se hicieron los entrenamientos de manera normal.

La familia de Amanda se alojó en esos tres días en el lugar que arrendaron. Los gastos son por cuenta exclusiva de las familias, aunque existía la posibilidad de que las jugadoras se quedaran en las dependencias del CAR, pagando una cuota baja, de unos 14 mil pesos, que incluía la comida. Los Riquelme González prefirieron que se quedara con ellos, pues apenas tiene 12 años.

Después de las concentraciones zonales, habrá una nacional, que está planificado que sea en Temuco, con las mejores. Serían unas 30 postulantes. "Ojalá pudiera quedar, si no, ella dice que será una linda experiencia", dice Rosa, la mamá de Amanda.

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Es sábado y las canchas de vóleibol playa del Parque Peñalolén se convierten en el escenario de un proceso muy específico, que apunta a la detección de talentos para conformar la dupla chilena en los Juegos Olímpicos de la Juventud de Buenos Aires 2018. La búsqueda tiene como objetivo reclutar jóvenes con un promedio de estatura superior a 1,88 metros y que no sobrepasen los 16 años, ya que la competencia del próximo año es Sub 18. Llegaron 13 jóvenes. De ellos, dos quedaron descartados. Uno por no cumplir -por mucho- el requisito de estatura y otro por ser mayor que la edad permitida. Del grupo, cuatro son de procesos antiguos y el resto nuevos. Todos son nacidos entre 2000 y 2004.

Felipe Gómez, entrenador a cargo del equipo, explica las razones de una búsqueda tan acotada: "Las exigencias son un poquito mayores que en otros procesos. Nos dimos cuenta de que necesitamos chicos que se acerquen al metro 90, para poder pararnos mejor frente a otras selecciones".

El brasileño Eduardo Garrido, head coach de esta disciplina, detalla que están concentrados en producir recambio. "Este proceso es para desarrollar el vóleibol playa chileno en un proceso a ocho años y cuyo eje principal son los Panamericanos de 2023. Nosotros buscamos el recambio", explica, "El vóleibol playa mundialmente todavía está en desarrollo. No hay una competencia regular, por los cambios de temperatura y otros factores. Entonces, estas iniciativas también son pensando en desarrollar el vóleibol de playa", complementa.

Uno de los seleccionados en el proceso fue Tomás Quinteros, quien llegó desde Osorno a la prueba. "Vi el aviso por Facebook y me contacté con el profe. No es fácil venirse, pero estoy ilusionado con la posibilidad", dice.

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También hay un trabajo planificado en el básquetbol. En este caso, con la ayuda de una fundación llamada Gigantes Chile, dedicada a buscar jóvenes altos para integrarse al deporte de los cestos.

Ernie Thuring, gerente de selecciones de la Federación, comenta que la idea es unirse: "La fundación funciona los domingos en la Federación, de 9 a 12. Queremos replicarlo a todo Chile. Está listo el patrocinio nuestro para hacer el plan, queremos entrevistar más gente para trabajar remuneradamente y coordinar los centros de entrenamiento regionales y las competiciones a nivel país. Se está armando la estructura, pero hay que darle bien la funcion".

Hoy la Federación visita las competiciones en busca de futuros basquetbolistas "pero de manera artesanal", como dice Thuring: "Queremos que sea un programa, no depender del calendario, sino replicarlo todos los meses y todo el año". Claro, porque, por ejemplo, el equipo que logró el título sudamericano Sub 14 de damas en Lima fue obra de un trabajo previo, pero pensado sólo para ese campeonato.

La búsqueda en este deporte se centra en la altura y Gigantes Chile tiene una tabla de edades y estaturas mínimas. Nacidos en el año 2000 o antes, 1,94 metros en los varones y 1,85 en las damas. Para los de 2001: 191 y 182 centímetros, respectivamente, hasta llegar a los del año 2005: 1,75 en hombres y 1,70 en mujeres como mínimo para ser considerados.

Eso no quiere decir que si hay un joven un poco más bajo sea desechado. "En ese caso sería parte del programa selección, de búsqueda de talentos. Si es extraordinario, se va a trabajar con él igual. Y los clubes lo van a tomar también. Lo otro, tener la altura, es lo complicado de encontrar", dice el gerente.

Además, los clubes son, en el caso del baloncesto, la base del trabajo. El torneo obligatorio de menores de la Liga Saesa ha sido una de las bases del desarrollo de los niños.

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El hockey césped, en tanto, hace un trabajo en varias ciudades. El presidente de la Federación, Sebastián Wenz, explica que "el trabajo se basa en dos cosas. Una es masificar, que los niños jueguen al hockey, eso lo hacemos impulsando en Santiago y regiones a través de colegios municipales, redes de colegios, etc. Lo otro son los centros de entrenamiento regional, que son escuelas formativas. Vamos tomando los niños que sus entrenadores consideran a su juicio con proyección. Los llamamos escuelas formativas para no llamarlas selecciones nacionales".

Esta disciplina tiene centros de entrenamiento en Santiago, Concepción, Viña del Mar y Antofagasta. El financiamiento no es fácil. Los entrenadores tienen en su contrato la obligación de dedicar tiempo a la masificación y formativa, mientras que la mayor parte de los aportes vienen de los padres, sobre todo si hay que viajar. Cada fin de año, la Federación realiza un torneo internacional, en general en Argentina, para cada serie, alternando viajes.

El plan dura unos nueve meses al año e incluye ya a unos 500 niños y no quieren que se detenga.

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El hockey patín es uno de los deportes colectivos más exitosos en el país. Constamente pelea por los primeros lugares a nivel mundial y cuenta con un importante capital en clubes y colegios. Rodrigo Quintanilla, director técnico de selecciones, comenta que la renovación es fundamental: "Estamos en permanente observación, competimos mucho dentro de Chile. No paramos durante el año. Estamos en las pistas viendo a los talentos. Además, hacemos torneos selectivos. Para nosotros, sin embargo, la mejor evaluación es verlos con la presión del juego".

La Federación, además, trabajó en un documento para el período 2017-2020, en el que se busca responder una serie de interrogantes, entre ellas, si el hockey es un deporte masivo y profesional. Ahí se establece que existen 27 escuelas de iniciación entre Iquique y Talcahuano y que hay un total de 1.048 deportistas inscritos en las distintos clubes federados.

El estudio de 44 páginas concluye que hay un estancamiento, pero propone diversas soluciones para fortalecer las competencias y reforzar la formación.

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El rugby también tiene claro qué quiere: "Tamaño y peso. Cuesta mucho encontrar gente sobre los dos metros o sobre metro 80 y de envergadura", comenta Dalivor Franulic, director deportivo de Feruchi.

La Federación se vio envuelta por un tiempo en una anarquía institucional que afectó a las áreas formativas. En 2013 se suspendió el trabajo en los centros de entrenamiento regionales, pero ya se está retomando.

"Justo por estos días estamos en reuniones con el IND y el Plan Olímpico para obtener recursos, el objetivo es llegar bien a Lima 2019 y Santiago 2023.Ya se trabaja en Viña del Mar y Concepción y otros centros más pequeños en Curicó y Temuco. El sueño es establecer cuatro en los polos de desarrollo en Antofagasta, Concepción, Santiago y Viña del Mar", dice con esperanza Franulic.

Hoy los entrenadores de rugby aportan su experiencia de manera voluntaria, su única paga es ganar experiencia y algo de ropa de la selección, capacitación y la oportunidad de participar de la estructura de la Federación.

El proyecto cuesta unos 11 millones de pesos al año, pero funcionando de manera muy básica, con dos coachs, un preparador físico, un kinesiólogo... todo part time. "No incluye muchas cosas, como los mismos traslados a los concentrados en Santiago", aclara Franulic. Y recuerda: "Estamos abiertos al apoyo de la empresa privada, en especial local, que la ayuda no sólo venga del Estado".

El plan es claro: "Hay que ampliar el desarrollo de las provincias, poder traspasar en definitiva los conocimientos de los jugadores a las regiones. Hay tamaño y talento en las ciudades, no solo en Santiago".