Este miércoles se emitió el esperado episodio de Perdona nuestros pecados, la exitosa teleserie de Mega, en que se viviría el terremoto de 1960: la histórica catástrofe ocurrida en el sur de Chile, y considerada aún el mayor movimiento telúrico de todos los tiempos.

Previo al terremoto, María Elsa (Mariana Di Girólamo) y Horacio (Gabriel Cañas) se reconciliaban tras pelear por el padre Reynaldo (Mario Horton), quien la llamó para contarle que nuevamente había encontrado a Eva, la hija que le fue arrebatada en su juventud; Reynaldo, en tanto, logró entrar a la casa de los padres adoptivos de Eva (quien vive en el sur), donde los convencía de poder presentársela a su verdadera madre; en la Casona, Carlos (José Antonio Raffo) era apresado por un detective, quien había seguido sus pasos como traficante de cocaína. Y fue mientras Camilo (Etienne Bobenrieth) conversaba con su madre, Silvia (Francisca Gavilán), en su hogar, partió el intenso movimiento.

Así comenzó a observarse la destrucción del pueblo, con decenas de personas corriendo por las calles y esquivando la caída de las casas, la explosión de los vidrios y el fuego.

Después del desastre, que dejó a Villa Ruiseñor en ruinas, los más afectados fueron Lamberto (Andrés Velasco), quien intentando desplazar a las personas que se encontraban frente a la iglesia, a punto de caer, no logró escapar cuando cayó la cúpula, quedando con sus piernas atrapadas; y Estela (Patricia Rivadeneira), quien quedó atrapada en una escalera.

Las impactantes escenas convirtieron al capítulo en tendencia en Twitter , al igual que los nombres de Lamberto y Estela, personajes que destacaron con sus actuaciones. El capítulo marcó además un promedio de 31,3 puntos online y un peak de 33 unidades.

Este jueves, tal como se mostró al final del episodio de ayer, se verán las consecuencias de una segunda tragedia: el tsunami que provocó el terremoto, y que enfrentan Reynaldo y la pequeña Eva.

Para estas escenas se reclutaron más de 400 extras, tres mil litros de agua, una grúa, dos retroexcavadoras, dos bobcats y más de 60 metros de calles destruidas para mostrar a una destruída Villa Ruiseñor.