Eventos clandestinos: cuando no hay nada que festejar

¿Quiénes son los que no respetan las cuarentenas?

Cerca de ocho mil asistentes y más de dos mil detenidos. Esas son algunas de las cifras que esconden fiestas, cultos y eventos deportivos que se realizan como si no hubiera pandemia.


Primero fue una denuncia anónima. Luego vinieron las sirenas, los gritos y las corridas para escapar del lugar. La tarde del 29 de diciembre de 2020, el centro de eventos Espacio Broadway, ubicado en la comuna de Pudahuel, batió un triste récord: se transformó en una de las fiestas clandestinas con mayor número de asistentes y detenidos. Todo en medio del aumento sostenido de casos producto de un rebrote de Covid-19.

La música electrónica, el alcohol y el baile reunieron a más de 300 personas en la víspera del nuevo año. Quienes asistieron al evento recuerdan que, pese a las recomendaciones de las autoridades, el distanciamiento social era inexistente y las mascarillas solo un accesorio que se ocultaba en los bolsillos. “Con un copete en la mano y la música a todo volumen te olvidas del autocuidado. En ese momento para mí el Covid no existía”, asegura Francisco, uno de los asistentes al lugar.

Según el joven de 28 años, la llegada de Carabineros lo cambió todo. Sin música, detalla, se podían escuchar las discusiones y recriminaciones cruzadas entre algunos asistentes a la fiesta llamada “Magik Christmas”. Y pese a que fue fiscalizado y luego detenido al igual que otras 202 personas por incumplir las normas sanitarias, solo quedó citado por parte de la Fiscalía Occidente. Una suerte que no corrió el empresario José Aravena Fariña (57), quien, horas más tarde, sería uno de los apenas tres formalizados por realizar el evento masivo en el recinto emplazado a un costado de la Ruta 68 en que se infringieron las normas sanitarias. Hoy, Aravena enfrenta una querella por parte del gobierno, quien lo responsabiliza por entregar información “falsa” al pedir permisos para una fiesta bajo la fachada de un “restaurante”.

Aunque aparentan ser hechos aislados en medio de una pandemia que no da tregua, y pese al aumento de más de cuatro mil casos diarios de contagios, las cifras detrás de los eventos clandestinos masivos revelan una realidad oculta. Una de la que hay poco para celebrar.

Según cifras del Departamento de Análisis Criminal de Carabineros (DAC), entre el 19 de marzo de 2020 y el 14 de enero de este año se detectaron 213 eventos masivos irregulares que reunieron a 7.887 asistentes y dejaron 2.834 detenidos. Ceremonias religiosas, encuentros deportivos irregulares, atención en locales comerciales que trabajan pese a no contar con los permisos, y una nueva tendencia al alza: las fiestas clandestinas. Estos son algunos de los principales focos de contagio que se esconden en la ciudad.

“Fui a una de estas fiestas porque era Año Nuevo, supuestamente este carrete era algo chico”, asegura Cristina, nombre con el que se identifica esta joven de 25 años, quien conoció de cerca este mundo. Y detalla: “Cuando llegamos cachamos que estaba lleno de autos a la entrada, nos dimos cuenta de que había mucha gente. Así y todo seguimos avanzando, llegamos a la fiesta, entramos, y había muchísima gente bailando, era como si no existiera el Covid (...). Nos fuimos, porque en realidad sabíamos que la situación estaba mal, así que solo estuvimos un par de minutos”. Aunque las advertencias de expertos y de autoridades abundan en redes sociales y medios de comunicación, el mercado de la entretención parece haber tomado fuerza con las restricciones impuestas a causa de la pandemia.

¿Quiénes son? ¿A dónde van?

De las 138 fiestas clandestinas que han sido detectadas por Carabineros, las cuales representan un 65% del total de eventos masivos irregulares, más de la mitad se realizaron entre los meses de septiembre, diciembre y en los primeros 14 días de 2021. Justamente en estos dos últimos periodos (diciembre-enero) el aumento de nuevos casos de infectados creció de manera relevante.

Al analizar el detalle de los detenidos se puede conocer un poco de su perfil. Es así como de los 2.450 detenidos por participar de este tipo de eventos se desprende que un 37,4% corresponde a adultos de entre 26 y 36 años. En tanto, un 33,4% agrupa a jóvenes de entre 18 y 25 años. Los menores de edad también están presentes en los arrestos y representan el 2,7% de los infractores de las medidas sanitarias por participar en eventos masivos sin autorización ni cuidados sanitarios. Un dato más:del total de detenidos, un 65,1% corresponde a hombres y un 34,9% eran mujeres. Sus nacionalidades, en tanto, se dividen en 97,4% chilenos y apenas un 2,6% de extranjeros.

“Las fiestas clandestinas se concentran en domicilios particulares, manteniendo en términos generales un número acotado de asistentes. Sin embargo, se han detectado y registrado casos de fiestas clandestinas en los que se ha evidenciado que personas inescrupulosas han organizado eventos masivos en parcelas, galpones o centros de eventos, vulnerando toda recomendación de la autoridad sanitaria, quebrantando las normas de salud impuestas en el contexto de pandemia”, asegura el teniente Jorge Rodríguez, analista criminal del DAC.

En el gobierno, es la Subsecretaría de Prevención del Delito la encargada de dirigir las políticas para afrontar este tipo de casos. Desde ese organismo aseguran que trabajan a la par con las seremis de Salud para las fiscalizaciones y con Carabineros, quienes además de realizar patrullajes físicos y asistir a los lugares donde se denuncian ruidos molestos o fiestas clandestinas, también realiza un mapeo en redes sociales buscando convocatorias y alertas de eventos masivos que pongan en riesgo la salud pública. Pese a las estrategias de seguimiento de este tipo de casos, nuevas modalidades para encuentros irregulares han sido detectadas. Una de ellas es el anuncio de una fiesta y, previo pago de la entrada, un mensaje con la dirección del lugar donde se realizará.

Las regiones que lideran las fiestas clandestinas, según la policía, son Biobío (25), O’Higgins (19) y Valparaíso (9). Esta última región estuvo en el centro de la polémica por dos fiestas realizadas en el sector de Cachagua, comuna de Zapallar, donde participaron cerca de 300 personas, entre ellas dos de los hijos de la diputada Ximena Ossandón. El evento provocó una airada reacción en el gobierno a propósito del caso de Zapallar y el brote de 53 contagiados: “Aumentó sus casos, a propósito de esta fiesta clandestina, en un 307% (...). Si alguien se muere, ya saben a quién irle a preguntar”, lanzó la subsecretaria de Prevención del Delito, Katherine Martorell.

Con 56 eventos masivos detectados, la Región Metropolitana lidera este poco célebre listado. ¿Qué zonas de la capital son las elegidas? Recoleta y Santiago, según los registros policiales, son las comunas que lideran la realización de fiestas clandestinas con nueve eventos cada una. Luego les siguen Pudahuel (5), Renca (5), Quinta Normal (3) y Colina (3). Solo en la Región Metropolitana, desde el 19 de marzo a la fecha, se ha detenido a 1.303 personas.

Uno de los últimos casos ocurrió la madrugada de ayer en una casa ubicada en avenida Pajaritos, a pocas cuadras de la Plaza de Maipú. Un patrullaje policial por el sector detectó música a alto volumen y luego a 40 personas en el interior del inmueble. Todos fueron arrestados por participar de este tipo de actos.

“Si las personas no respetan las medidas sanitarias por voluntad propia, eso tiene un impacto negativo en las personas. Las señales son duras, las señales son sanciones económicas que sabemos que tiene un impacto en las personas. Si no les duele que una persona esté falleciendo, que una persona esté gravemente enferma, les va a doler por el bolsillo”, recalcó ayer la subsecretaria de Salud Pública, Paula Daza.

Desde el Departamento de Análisis Criminal aseguran que este tipo de eventos mutó con el paso del tiempo: al comienzo de la pandemia, entre los meses de marzo y agosto, las fiestas clandestinas eran eventos donde existía una asistencia acotada, con grupos de entre 15 y 25 personas en promedio. “Sin embargo, en el mes de septiembre, producto de las Fiestas Patrias, se registró un aumento significativo en los casos de este tipo, y además de aumentar la cantidad de reuniones que se realizaban, aumentó también la cantidad de asistentes a este tipo de reuniones, en razón a que el promedio de asistentes pasó a ser de 40 personas”, detalla el teniente Rodríguez.

Aunque las fiestas clandestinas lideran los hechos que ponen en riesgo la salud pública en medio de la pandemia, lo cierto es que no es el único tipo de situaciones de riesgo para la población. Los eventos religiosos también terminaron con 39 detenidos, de los cuales un 84,6% eran hombres y el 15,4% eran mujeres. Solo en el mes de enero la policía detectó cuatro de estas ceremonias con asistentes que incumplían las medidas sanitarias.

Por otra parte, los eventos deportivos no autorizados han terminado con 255 personas fiscalizadas y arrestadas, de las cuales un 98,4% son hombres y un 82,8% eran mayores de edad. En el caso de los locales comerciales que atienden público sin autorización (como gimnasios o locales nocturnos), las denuncias y posteriores fiscalizaciones han permitido la detención de 90 personas, de las cuales 28,9% eran mujeres y un 71,1% eran hombres.

En Carabineros aseguran que desde el inicio de la pandemia se han realizado más de 13 millones de fiscalizaciones en terreno, a lo que se suman los diarios “patrullajes virtuales” que realiza el Departamento OS-9 a través del uso de herramientas tecnológicas. Pese a ello, reconocen, existe una dificultad para anticiparse a nuevos eventos clandestinos. Por ello, dicen, la denuncia de vecinos es clave para identificar estas actividades que ponen en riesgo la salud.

Aunque las advertencias de las autoridades y expertos son reiteradas respecto de los riesgos de contagio, el lucrativo negocio de las fiestas clandestinas continuará operando en distintos puntos del país para convocar a quienes están dispuestos a arriesgarse a propagar el virus a cambio de participar de un evento en cuyo contexto existen pocos o nulos motivos para festejar.

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