Un equipo de científicos han confirmado que los cangrejos y otros crustáceos pueden sentir dolor, pueden reconocer experiencias poco placenteras y también pueden tratar de evitar de que sucedan de nuevo.

Para comprobar esto, los expertos dieron pequeñas descargas eléctricas a los animales mientras se escondían en refugios. Cuando los trataban de electrocutar por segunda vez los crustáceos seguían escondiéndose en su refugio de preferencia, sin embargo a la tercera descarga trataban de huir hacia el otro refugio para evitar la descarga.

Otros estudios realizados por la Universidad Queen's de Belfast (Reino Unido) en cangrejos ermitaños y en langostinos también comprobó que las criaturas mostraban señales de dolor.

Este descubrimiento podría tener importantes consecuencias en la industria de la comida, en donde muchos chefs hierven vivas a los crustáceos con la creencia de que son inmunes al dolor. Algunos incluso simplemente les sacan las patas o el abdomen al animal vivo y luego devuelven las partes menos valoradas al mar.

"Los experimentos demuestran que más que encogerse, es muy probable que experimenten el dolor, y por tanto debemos comenzar a cuestionarnos cómo esos animales son tratados", señaló Bob Elwood, autor de la investigación. "En la industria de la comida a nivel mundial, mil millones de crustáceos son usados cada año pero son tratados como si no sintieran dolor, y sufren tratamientos extremos que no se permitirían en las industrias de la pesca o agricultura".

De acuerdo a Elwood, se necesita una mayor consideración en el tratamiento de estos animales.

El estudio será publicado en la revista Journal of Experimental Biology.