Con tan sólo 16 años y una nublada Worcestershire de fondo, Will Holland se dejó empapar por las corrientes electrónicas tan variadas de su natal Inglaterra y empezó un viaje por la pista de baile que le ha traído más de una sorpresa en cuanto a lo musical. Por esos años, cuando recién estaba formándose como músico bajo el alero del drum and bass, el ahora DJ y productor tomó la decisión de denominarse Quantic y convertirse en una de las piezas contemporáneas más interesantes del ritmo y la fiesta.

"Cuando lancé mi primer disco de mezclas, me dijeron que tenía que tener un nombre. No sabía muy bien qué elegir, pero tomé un diccionario y me encontré con esta palabra que estaba muy vinculada a las matemáticas y a mis estudios en ingeniería en sonido", de ahí no se detuvo, pero no fue hasta el 2001 que logra despegar mundialmente: The 5th Exotic se convirtió en ese registro imprescindible para la electrónica donde invitó a varios artistas británicos a ponerle voz a las pistas que creó desde la vereda de la producción y el amor por estilos tan variados como el funk, el bossa nova, el jazz y hasta el trip hop.

https://www.youtube.com/watch?v=ETMEmxE-Bq4

Hoy la historia viene más clara, y el músico que pisará nuevamente nuestro país este 4 de mayo, tiene claro que llegando casi a la mitad de su vida ya tiene más control en lo que hace, bastante alejado del drumandbassero chico inglés de hace casi dos décadas. "Ya sé lo que quiero, o casi todo. Algunas cosas las delego porque no puedo pretender ser experto en todo y pido ayuda con cosas como las baterías, dónde ubicarlas y cómo hacer que suenen según lo que espero. Luego de 20 años de estar sacando mis canciones creo que logro entender lo que funciona, lo que gusta y lo que no. Mis sonidos por estos días son mucho más adultos y entendidos", dice Will en un español que deja entrever los siete años que tuvo de residencia en Colombia.

Corría 2007 y los primeros años de experiencia lo llevaron a una de las decisiones que terminaron por encaminar la línea que Holland quería seguir en este variado recorrido que es la música electrónica. El DJ llega a Colombia por una invitación de un amigo y desde que se instaló en Cali conectó con la movida escena local: desde las fiestas más norteamericanas hasta la raíz. Montó su estudio llamado Sonido del Valle, recorrió todos los persas y ferias buscando el ritmo latino en formato vinilo, y mudó su historia a Bogotá, la última parada de un viaje clave en la carrera del europeo.

"Creo que cuando eres músico y no te mueves, se te nota. Yo he podido viajar mucho, por suerte, y nunca lo he desperdiciado porque creo que en tu música se refleja demasiado si estás encerrado toda tu vida en el mismo lugar. Para mí viajar es una de las maneras más efectivas de aprender cosas, tu música lo grita, y he visto muchos proyectos dignos que les falta esa chispa de haber probado suerte en algún lugar que no conoces o que no te pertenece tanto como tu ciudad natal".

Es afortunado, lo sabe, pero no ha querido ser un DJ más que desaprovecha los tures entre fiestas y hoteles. Will prefiere llevar la experiencia a la calle, y los hitos vividos en Colombia lo confirman. No sólo siguió deleitando a otra raza con su increíble olfato para mezclar y samplear, también se aventuró con un combo y junto a la banda Ondatrópica, donde dio riendas sueltas a sus capacidades como multi-instrumentista. La guitarra, el bajo, el contrabajo, el piano, el saxofón y las percusiones son parte de Will, quien toma toda educación y la condensa en fiesta, pero en una pulcra, estudiada y viajada. El viaje que se ha formado viajando.

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Mientras que en Inglaterra aprendió la variedad que hizo que se encantara con el baile y los sonidos, Latinoamérica le regaló otra obsesión: la cumbia, o como prefiere llamarlo el "los sonidos tropicales". "Es tan bonito ver que un pedazo de tierra tan grande se junta en detalles sonoros, y eso pasa con la cumbia. Es el género que los une a todos, desde México a Chile, todos tienen sus propias versiones y orientaciones, pero siempre, siempre, se terminan encontrando. Tienen sonidos madres que valoro, respeto y he querido perpetuar en mi música", comenta Holland sobre nuestra parte del mundo, esa que ha aprendido a conocer por los tesoros musicales que encuentra en cada recorrido.

"El año pasado pasé por tu país", comienza a contar emocionado. "Chile, más bien Santiago que es donde estuve, tiene ese olor a que cosas están pasando. Fui por una academia de Redbull donde participé de lecturas que me dejaron muy contento y motivado luego de ver a muchos jóvenes aprendiendo a pinchar, muy comprometidos y felices. Eso me puso tan feliz a mí también", relata sobre el paseo veraniego que lo tuvo encabezando el Encuentro Los Andes en el Parque de las Esculturas durante febrero del 2016.

Pero sabía otras cosas desde antes. "Mis amigos me enseñan muchas cosas, y como tengo amigos de todos lados me gusta que me cuenten qué pasa en sus contextos, realidades, su historia nacional. Así es como supe de Chile, por mi amiga Anita Tijoux, con quien colaboré en dos canciones y luego la invité a participar en una mía. Gracias a Ana aprendí sin conocer, supe sobre sus variados paisajes, de la crudeza de su historia, y me encanté con los sonidos que me presentó", de los que no pudo recordar ningún nombre o título, pero que afirmó disfrutar a concho cuando la intérprete nacional se los mostraba como pequeñas reliquias ocultas de la música urbana chilena.

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Por sus amigos llegó a Colombia, por sus amigos aprende del mundo. Así sigue la aventura de Will, quien ahora está viviendo en Nueva York. El nómade vuelve a hacer lo que mejor hace, salir de su zona de confort y aprender del nervio de no pertenecer. "El pedazo de tierra de Nueva York es un privilegio. Armar algo es difícil por el precio, pero ya estoy terminando de levantar mi estudio", y es que tenía uno, pero lo dejó en Cali.

"Es lo que necesito ahora, es mi sueño como Quantic porque para mí es un espacio increíble donde puedo hacer mis cosas, es donde me siento más conmigo mismo y más con los demás también…¿Sabes? ser DJ es solitario, por eso disfruté de la aventura de las bandas en Colombia porque no tienes que viajar solo, puedes andar con tu grupo, hablando, comentando, festejando...Por eso necesito de mi estudio, es donde no me siento solo", confiesa exaltado como un niño que sabe que va a conseguir su consola favorita para Navidad. El estudio ya es casi una realidad, ese espacio de protección en un país que no es el suyo y que atraviesa un periodo hostil, es lo que necesitaba Will. Sabe que al final el rol de la música es clave para ayudar a mejorar a las naciones, a las personas, y él está en la vereda de la responsabilidad.

Vivió las inestabilidades de Inglaterra, chocó con la desigualdad en Colombia, y ahora se enfrenta a uno de los más alterados Estados Unidos, pero como músico confía en su misión y en el poder de la tarima. "La música, indirecta o directamente ayuda y educa. Así aprendí yo muchas cosas, como cuando era pequeño y escuché en la radio una canción sobre bailar con una chica en un club. Yo nunca había hecho algo así o siquiera me había cuestionado la escena, pero fue la música la que me hizo pensar en cosas que nunca había pensado", recuerda.

"Para mí es esencial para los más pequeños, que son quienes reciben esta información y quienes más la procesan, la piensan. La música siempre va a ayudar a que este sea un mundo menos hostil, más educado y respetuoso", como lo hace él fusionando la cumbia con el jazz o con el blues o el drum and bass o la psicodelia amazónica. Un ciudadano del mundo que ha absorbido como esponja todo lo que lo rodea, desde los mercados y los vinilos hasta los acentos y la historia. Ahora, formado y forjado, Quantic regresa a Chile, un poco más nómade, un poco más viejo y bastante más seguro, virtudes humanas y artísticas que sin duda se verán reflejadas en la pista de baile en la fiesta agendada para el 4 de mayo junto a Dj Raff y Matanza en versión set.