Una batería, una mesa de sonido y una guitarra aguardan por una banda. La foto podría ser una escena random dentro de la génesis histórica y lógica del Lollapalooza. Pero, cuando un joven de pelo azul sube al escenario con la intención de ponerse al frente de todo aquello, sabemos que la postal está destinada a cambiar.

"¿Por qué tú me odias tanto? Ni mi ex me odia tanto", el público que lo aguarda pese a un horario normalmente destinado para la comida, grita aquello como si fuera una liberación sincera.

Gianluca sorprende a los más distraídos al comandar una banda que bien podría estar tocando piezas del indie rock pero que aparece aportando un nuevo tinte sonoro a un estilo que suele prescindir de ellos.

La búsqueda de una propuesta que lo aleje de las etiquetas del trap más duro que representan otros nombres de la escena parecer ser el principal objetivo del sanmiguelino que apenas alcanza los 22 años.

"El trap es super capitalista" o "la escena de la música chilena es súper machista", suele teorizar en sus entrevistas.

Él quiere ser distinto y predica con el ejemplo: se hace cargo de todos los patrones básicos que comprometen a su generación. Desde la moral como principal preocupación detrás de sus acciones al, por estos tiempos, básico requisito de evitar ofender a cualquiera con sus letras. Todo lo que sale de la boca de Gianluca son experiencias personales para no pasar a llevar a nadie.

Pese a lo anterior, hay algo en sus estructuras líricas que resultan primordialmente empáticas.

Como cuando desenfunda una decenas de reflexiones sobre la tristeza mientras prepara un melón relleno con vino blanco, o cuando pone énfasis en la inseguridad de un adolescente que está aprendiendo a ser hijo ("Tranquila mamá, que a mí me va a ir bien", dice) o la frustración que puede traer el amor no correspondido cuando se está envuelto en una crisis de identidad, el veinteañero le pone beats y guitarras a sentimientos que su generación pareciera tener normalizados.

La inocencia perversa que puede traer un romance veraniego con una mejor amiga explicada con gracia en "Summer Love", fue uno de los clímax de esta temprana tarde.

Cantado a dúo con Princesa Alba, que apareció de sorpresa en medio de una ovación del Lotus Stage, las gargantas de los adolescentes la convirtieron por momentos en una de esas canciones tan clásicas que podrían recitarse de memoria. "De un día pa' otro las cosas han cambiado", rapea Gianluca sobre el escenario. Su diagnóstico no podría ser más certero.