Berlín, principios de la década del 30. En la capital alemana se respiraba la liberación y soltura. En un periodo entreguerras y de una crisis económica mundial, el cine alemán era el único a la altura de las producciones estadounidenses de alto nivel. Era el fin del cine mudo y ese país prometía producciones de calidad en un contexto de surgimiento de vanguardias artísticas. Sin embargo, el levantamiento del nazismo obligó a varias estrellas de ese país a emigrar al continente americano.

Marlene Dietrich, una artista carismática, andrógina y bisexual que ya había cobrado algo de notoriedad por sus presentaciones en cabarets y en teatros durante la década pasada, mostraba un talento indiscutible. El ambiente berlinés seguía contagiado por la ilusión de felicidad de los locos años 20' y se mostraba un interés por el hedonismo en tiempos en que brotó curiosidad por la soltura del cuerpo.

"Me visto para mí, no para el público, no por la moda, no para los hombres", dijo en 1960 Marlene Dietrich para The Observer: "La ropa me aburre, prefiero usar jeans, los adoro", añadió. La estrella llamaba la atención por romper moldes de lo que entonces se había visto en la pantalla grande, así como la vida real: decía que tenía "el corazón de un caballero".

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En Francia en ese entonces era ilegal que las mujeres se vistieran con pantalones, y técnicamente lo fue hasta 2013. En una de sus anécdotas más notables, tras un largo viaje por el Atlántico, la policía le advirtió a la artista que la iban a arrestar si se paseaba vestida así por París. Era 1933 pero ella ni se inmutó, se bajó del barco e igualmente lució un traje sin pudor alguno.

No fue hasta su participación en El ángel azul (1930), el primer éxito de cine sonoro alemán, que fue catapultada al estrellato, recibiendo ofertas para participar en filmes hollywoodenses. Ese año fue prolífico para Dietrich; de ahí en adelante trabajó bajo la dirección de Josef Von Sterberg, quien la descubrió y con quien trabajaría en más éxitos audiovisuales de temáticas adelantadas y atrevidas para la época.

El estereotipo de género se rompe en Marruecos (1930), del mismo año, cinta donde Dietrich interpreta a una mujer que está enfrascada en un triángulo amoroso con dos hombres durante la Guerra de Rif en el mismo país. Aparece vestida de terno, llama la atención de todos las personas de un salón, siendo capaz de encarnar la feminidad y masculinidad al mismo tiempo. Con una actitud cómoda y decidida, le da un beso a una mujer mientras los asistentes del cabaret la miran.

Ambas producciones son mencionadas en el documental El celuloide oculto (1995), un documental que repasa la representación LGTBQ+ en la historia del cine, en el que se hace énfasis en los personajes que encarnaba Dietrich, personificaciones que no se alejaban de lo que era ella en realidad. Durante su vida tuvo amoríos con hombres y mujeres, Edith Piaf, Frank Sinatra, Erich Maria, John Gilbert, Mercedes de Acosta –confirmados por su propia hija, Maria Riva– entre varios más, mientras estaba casada y mantenía una relación abierta con el cineasta Rudof Sieber, con el que nunca se divorció.

Fue amiga cercana del crítico de teatro estadounidense, Kenneth Tynan, después de que él descubriera cuáles eran sus inclinaciones: "No tiene preferencias sexuales", a lo que ella le respondió: "Hay tanta gente tratando de entenderme y sólo él lo hizo", contó Tynnan en su autobiografía El diario de Kenneth Tynnan (2001), quien escribe sobre las conversaciones que tuvo con la actriz, que además mantuvo una relación con el ex presidente de Estados Unidos, John. F. Kennedy.

En una oportunidad, Marlene le dijo a Tynnan que le gustaba estar en compañía de hombres poderosos. Un día, Kennedy la invitó a la Casa Blanca a las siete de la tarde, pero tenía un problema con el horario, a las ocho estaba invitada al -en ese entonces- hotel Statler de Washington, D.C. donde organizaron un tributo en su honor por ayudar a dos mil judíos veteranos de la Segunda Guerra, esfuerzos que la hicieron ver en Alemania como una traidora. Tomaron vino, compartieron intimidad, pero fue la última vez que se vieron. "Hay una sola que quiero saber. ¿Te has acostado con mi padre?", le preguntó. "No, Jack –así le decían sus cercanos–, nunca lo he hecho", le respondió ella.

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Marlene Dietrich dejó de lado las películas para dedicarse completamente a actuar en su estilo más puro, en cabarets alrededor del mundo. Así se mantuvo por décadas hasta que un accidente en 1975 –se rompió la pierna mientras hacía un show en Sydney, Australia– la obligó a dejar de actuar a los 73.

Después de ese incidente, pasó sus últimos años recluida en su apartamento en París, escribiendo en su diario de vida, según la biografía de Dietrich, escrita por su hija Maria Riva. Era adicta a las pastillas y al alcohol y "pasó en cama el resto de sus días". No veía a nadie, había envejecido y no quería que nadie la viera tampoco. En el documental Marlene (1984) dirigido por Maximilian Schell, la misma actriz hizo de narradora, pero se negó a aparecer y ser fotografiada.

Falleció en ese mismo lugar en 1992, cuando tenía 90 años, debido a una falla renal. Marlene Dietrich sigue siendo recordada como un ícono de libertad sexual, actitud que nunca abandonó y que marcó su biografía y la de otros artistas contemporáneos que se inspiraron en su estilo.