Por Iván Poduje, arquitecto

Los adolescentes de 16 años deberán ir presos como adultos si cometen delitos graves. Esa fue la propuesta del senador Pedro Araya que sacó aplausos, pero que luego de una semana, terminó en nada como tantos anuncios políticos. Además de dificultades legales, no existe espacio para meter más presos en las colapsadas cárceles chilenas. Araya podría haberlo resuelto con un plan integral, pero era demasiada pega, y la cuña hubiera quedado larga, así que optó por el camino del flojo.

Renovación Nacional (RN) hizo algo parecido cuando amenazó con una acusación constitucional a la ministra Tohá si no expulsaba 16 mil inmigrantes ilegales en un mes. Esto es físicamente imposible ya que no existen aviones para tanta gente ni convenios con los países receptores. La meta no se cumplirá, pero la ministra Tohá seguirá en su cargo, ya que RN nunca habló en serio cuando hizo su amenaza. Sólo replicó la estrategia del senador Araya: sacar una cuña que muestre que están preocupados por el tema migratorio, cuando en realidad no hacen nada concreto por resolverlo.

La nueva Constitución sintetiza esa forma de hacer política. Siguiendo una vieja tradición latinoamericana, distorsiona una herramienta pensada para definir las reglas generales de un país –”Carta Magna”-, para transformarla en un listado de cocina, repleto de promesas que se concretarán bajo el imperio del “Estado de Derecho” que se vulnera todos los días con asaltos, extorsiones, secuestros, asesinatos o usurpaciones. La nueva Constitución promete resolver estos asuntos, y como yapa, acabar con la corrupción, el terrorismo o la discriminación a minorías o mujeres.

Esta venta de humo quedó al descubierto con el fact checking que hizo La Tercera al texto que votaremos el 17 de diciembre. Se concluyó que era Falso afirmar que la nueva Carta Magna “encerraría criminales”. También era Falso prometer terminar con “las esperas eternas en salud” e impreciso acabar con la migración irregular, ya que ese tema escapa al alcance de una Constitución.

¿Qué explica tanta mentira de los políticos? Creo que la misma razón de las cuñas del senador Araya o las cachetadas de payaso de RN con Tohá. Es el camino del flojo, que busca réditos políticos anunciando cosas, pero no concretándolas. Que asume que, al escribir reglas, éstas se cumplirán, sin decir cuándo ni cómo ocurrirá, que son las respuestas que esperan los chilenos angustiados de tanta inacción. Un tema crítico es el desbande migratorio. La nueva Constitución propone una nueva burocracia –llamada “policía fronteriza- que podría tardar cinco años solo en ser discutida en el Congreso y otros tres en estar operativa.

El 4 de septiembre de 2022 el pueblo de Chile se dio cuenta que le estaban vendiendo opio en una Constitución redactada por la izquierda que prometía derechos a diestra y siniestra: vivienda, medio ambiente, salud, ocio y hasta goce de la sexualidad. El rechazo fue tan contundente que el gobierno quedó en el suelo y sin carta de navegación. Pero la derecha se mareó con el opio y vio la oportunidad de crear un Chile a su medida. Alucinados y enajenados por esta idea, se acercaron al Partido Comunista y el Frente Amplio para negociar un segundo proceso sin preguntarnos si estábamos de acuerdo. Esto explica que llevemos cuatro años en esta pesadilla y que hoy tengamos una Constitución de derecha, que al haber sido negociada con la izquierda, trae las mismas promesas vacuas o los derechos sociales sin plata ni plazos.

Las encuestas indican que los chilenos se dieron cuenta del engaño y que la Constitución será rechazada nuevamente. Si ello ocurre el mensaje para los políticos será claro: déjense de vender humo y concéntrense en los problemas reales que nos afligen, que no se resuelven con anuncios, cuñas ni derechos de papel, sino que con trabajo duro y acciones concretas. El camino del flojo se ha terminado señores.