Thomas Löwenstein dice que pone el mismo interés a cada uno de sus proyectos. Pero a la maquilladora argentina Vero Mónaco –amiga suya desde que llegó a Chile, hace 12 años– le gusta pensar que en el proceso de diseñar su casa de Los Molles, Thomas puso un entusiasmo particular, que quizá imaginaba los momentos que iban a compartir ahí junto a sus respectivas parejas, que se veía ya ocupando la pieza de invitados. "Andrés (Madrid) –pareja de Vero– estudió arquitectura del paisaje y podría haber sugerido montones de arquitectos que conoció en la facultad. Sin embargo, estuvo de acuerdo con que le entregáramos el proyecto de la casa a Thomas porque es alguien que entiende muy bien tu gusto. Los tres nos reunimos muchas veces y desarrollamos esta idea. La última vez que nos vimos fue el fin de semana pasado, cuando se hicieron las fotos. Lo pasamos muuuy bien", dice Vero.

Thomas ya le había remodelado un departamento de soltera. Cuando Vero y Andrés tuvieron su primer hijo surgieron las ganas de tener una casa que no solo es de playa, en rigor también es de valle. "Es algo importante para Andrés, porque es ecólogo paisajista. Ellos siempre habían querido tener un lugar que estuviera cerca del mar, pero a la vez que tuviera una relación con el valle. Este terreno tiene esta doble cualidad", explica Thomas. Le pidieron muy específicamente una casa que no tuviera más de 120 m², con tres dormitorios, uno para ellos, otro para su hijo y otro de invitados. Querían tener una cocina/comedor, un living y la mayor cantidad posible de espacios semiinteriores, donde con operaciones simples se diluyeran los límites entre dentro y fuera. Así el interior se extiende fácilmente hacia el exterior.

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"Las formas las dictó el emplazamiento. Hay dos principios: el terreno tiene una pendiente importante, la casa se ubica en la parte más llana; la operación fue reinterpretar la topografía al interior de la casa. En el primer piso aparecen la pieza de invitados y las áreas sociales, cada una en un nivel distinto. La casa podría haber sido de un solo piso considerando que el terreno es enorme, pero no tenía la vista perpendicular al mar que uno esperaría en una segunda vivienda en la zona costera. Con este segundo piso logra llegar a una cierta altura, gravitar y superar una loma que impedía ver el mar. Mientras en el primer piso se logra ver directamente la playa y la cordillera, en el segundo hay un vista más imponente del mar", explica el arquitecto.

NUEVO RUMBO

"Thomas es muy minimal. Yo soy recargada, casi recolectora de basura", dice Vero. "Nos gusta y es reiterado, lo estamos haciendo en nuestra casa nueva en La Reina: reutilizamos. Las puertas, los mesones y otros objetos están hechos de madera de roble de demolición. Llevo mis ideas a Julio, un carpintero muy bueno, y las trabajamos juntos con durmientes y otros desechos de madera". La lámpara de la cocina, por ejemplo, la compró en una casa antigua de iluminación; ella cree que estaban a punto de tirarla a la basura. "Yo la pinte amarilla, como un par de sillas de la cocina, porque me gustan los toques de color, es parte de mi trabajo. Esta casa y la de Santiago son experiementos de algo que quiero empezar este año y que me gusta hace mucho, que es la decoración, reciclar y volver a implementar muebles. Voy mucho al Biobío y tengo amigos en tiendas que me ofrecen cosas en desuso, deterioradas por el tiempo, que se pueden reciclar, y los vuelvo a poner online", cuenta Vero. Además de sus obras conjuntas con Julio, el carpintero, en la casa de Los Molles abundan objetos que hablan del Norte y sus culturas; cosas que trajeron de viajes desde Perú, Bolivia, Córdoba y nuestro norte. tholova.com  Vero Mónaco +56 9 8573 8305