Con su risa contagiosa y su simpatía habitual, María José Torrealba nos dice "dolce far niente" y nos explica porqué es una feliz habitante del mundo. Descubrámoslo. Vive en un departamento con una vista increíble al Museo de Bellas Artes, al Parque Forestal y al río Mapocho. Aunque se demoró un buen rato en encontrarlo, la espera fue perfecta porque encontró el "lugar ideal".

"El barrio me gusta completo. Lo diversas y  libres que pueden ser las personas acá. Hay vida. Los espacios de expresión son respetados. Pasan cosas siempre. Hay amigos que ya se han transformado en familia", dice María José Torrealba.

No había duda de ello. Apenas abrió la puerta por primera vez se enamoró de él. La luz, el espacio, la ubicación, los diferentes ambientes, los colores…, pero y cito, "fundamentalmente las dimensiones". Son 174 m².

Su vida siempre ha estado relacionada a los deportes y a una vida al aire libre. Cascos, bicicletas y cientos de zapatillas son parte de su departamento. Hoy comparte su tiempo como jefa de gabinete del Instituto Nacional de Deportes y además con uno de sus proyectos más queridos, el Mercado Orgánico. Es una de sus co-fundadoras. "Es un sueño maravilloso que surgió de las ganas de hacer algo nuevo y de la amistad. Me llena muchísimo", dice.

Los objetos son mucho más indispensables para la Cote que los muebles. Está lleno de ellos. Cruces, un avión que da vueltas y las piezas de su altar.

Nos contó que durante los fines de semana le gusta levantarse y tomar desayuno en cama leyendo el diario, y columpiarse en la hamaca con su hija de 6 años. A veces va a clases de tenis en las canchas que están en Santa María con Loreto. Almuerza en algún restaurante del barrio o en la casa de alguno de los muchos amigos vecinos. Otras veces parte al cine o a pasear al parque con su hija. Lo que sí nunca hace es sacar el auto. "Todas mis actividades se concentran en el barrio. Eso de que todo esté a la mano no lo cambiaría por nada", sentencia.

No es de extrañar al conocerla un poco más que la decoración no fuera nada intencional. Hay cosas de antes. Otras se han ido sumando en el camino como los sillones -un regalo de su hermana- o las "cosas" que su mamá le ha ido dando. "Ha sido superazaroso. Soy más bien de tincadas, suertes, nada muy planificado", dice. Pero lo que sí no es casualidad es la Virgen de Guadalupe en su altar, un ícono que la marca literal y profundamente.

Inspiración

Los objetos dan encanto a los lugares donde se lucen, creando una atmósfera personal.