Veteranos del 78 en la trinchera

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Cáceres estuvo acuartelado en las cercanías de Tierra del Fuego.

Manuel Cáceres y Francisco Niño. Ambos tenían 20 años. No pudieron dormir esa noche del 22 de diciembre, previendo un ataque. ¿Su mayor diferencia? Los 3 mil kilómetros que los separaban en sus puestos de combate.


Una de las cosas que más marcó a Manuel Cáceres cuando arribó al Regimiento Blindado N°5, en Punta Arenas, en julio de 1978, fue el clima: "Yo nortino, nacido cerca de Tiltil, llegué como con 11 o 12 grados bajo cero, con vientos de 90 kilómetros por hora y con un metro de nieve acumulada en el piso".

Cáceres tenía 20 años para el conflicto por las islas del Canal Beagle, en la zona más austral de Chile. Había egresado hace pocos meses de la entonces Escuela de Blindados. Luego de salir de la institución se integró a la Compañía de Cazatanques, donde ejerció de artillero con un rango de cabo segundo.

Recuerda que a mediados de ese año lo movilizaron a Punta Arenas desde Santiago. Bajo absoluto sigilo. También recuerda que él viajó por avión, al igual que los demás artilleros y comandantes de las máquinas; mientras que los conductores viajaron desde Valparaíso junto a los vehículos. Por carretera y de noche.

El 22 de diciembre, el día en que se suponía atacarían las fuerzas argentinas, Cáceres estaba desplegado en Dinamarquero, localidad ubicada cerca de Tierra del Fuego y de la frontera con Argentina, en la helada Patagonia.

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Así luce Cáceres ahora[/caption]

Ese día, recuerda, hubo un encuentro con todos los efectivos. Fueron reunidos y arengados por un mayor, de quien dependían. "Hicimos nuestro testamento de guerra y nos entregaron las placas de identidad militar que se usan en combate, esas metálicas", cuenta el exartillero. Se prepararon para el combate en sus vehículos. El del exuniformado era un cazatanques EE-09 Cascavel.

Aparentemente, ya no había vuelta atrás.

Toda la tensión se calmó en horas de la madrugada del otro día. El 23 de diciembre, aproximadamente, a las 4.00 horas, les ordenaron descargar las armas y dejar todo en cero. "Fue raro, sentimos casi una sensación de enojo, porque habían sido muchos meses preparándonos. No teníamos en la mente ser derrotados. Recuerdo que todos teníamos la idea de la victoria, de dar la vida".

"Si iba a empezar algo, que empezara luego"

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Niño estuvo en el norte, cerca de la frontera con Argentina y Bolivia.[/caption]

Si bien gran parte de las tropas chilenas estaba en el sur, en el perímetro de las tres islas, una historia menos conocida es la de aquellas que se encontraban en la frontera norte, en pleno desierto, resguardando ese segundo eventual flanco. Francisco Niño es parte de ella.

En ese entonces tenía 20 años y estaba recién egresado de la Escuela Militar. Posteriormente fue destinado a Antofagasta, donde asumió el cargo de subteniente. Pero para el posible combate del 78 era comandante del Pelotón de Morteros de la Segunda Compañía de Tiradores Blindados.

El exuniformado recuerda que algunos compañeros suyos incluso juraron estando acuartelados en Vilama, localidad cercana al hito tripartito con Bolivia y Argentina. Sobre el clima, dice que "en el día podía haber 35 o 38 grados, y en la noche a veces nos tocaban 2 o 3 grados, e incluso en reconocimientos al Salar de Atacama fácilmente tienen que haber habido unos 2 grados bajo cero".

Según se les informó, el primer golpe iba a ser de la fuerza aérea argentina, el 22 de diciembre. El día anterior los reunieron y les dijeron que el ataque trasandino se ejecutaría a las 6.00 horas. "Yo no dormía en carpa, dormía en un carro". Agrega que "nosotros sabíamos que iba a ser difícil, muy duro. Iba a haber muchas bajas por ambos lados, pero teníamos la convicción de que ganábamos".

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Francisco Niño el año pasado.[/caption]

El amanecer rumbo al 22 de diciembre se le hizo eterno. Por la geografía, la aviación trasandina tenía un gran aliado: el sol, que iba a aparecer desde la cordillera durante esa mañana. "Los argentinos pensaban atacar con la luz a sus espaldas", rememora el exuniformado.

"Mirando hacia la cordillera, pasaron las 6, las 7, las 8 y no pasaba nada. Dieron las 10 de la mañana y ya nos dimos cuenta de que no iban a atacar. En eso llegó la noticia de la mediación papal".

"En cuanto a medios, los argentinos estaban por sobre nosotros. Pero también estábamos con la moral muy alta. Si iba a empezar algo, que empezara luego".

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