Hace casi dos horas que ha finalizado el partido en el Camp Nou. Ya poco queda de este sábado 3 de diciembre y el Barcelona ha arrollado al cuarto clasificado de la Liga española, el Levante, partido en el cual Alexis Sánchez cerró la cuenta de la goleada por 5 a 0. El niño maravilla acumula goles y comienza a copar las portadas de los diarios deportivos catalanes. Pero a él eso no le interesa. No le gusta la prensa. Menos los periodistas. Así que cuando los responsables de comunicación del equipo barcelonista le avisan que en la zona mixta del estadio -espacio donde se encuentra la zona de circulación de los jugadores y el área de trabajo de los medios- hay un representante de un medio chileno que lo busca insistentemente para preguntarle sobre su nueva vida en la ciudad, le dan un disgusto que no tratará de disimular. A esa hora la mayor parte de las cámaras de televisión se han apagado, también los micrófonos se han ido a dormir cansados de esperar a los protagonistas del balón.

Alexis siempre es el último en salir del vestuario. Cuando juega en casa y no hay prisa para tomar un avión, le encanta disfrutar de un largo tiempo de descompresión. Se mete en la zona de aguas para relajar musculatura y mente. Agua fría después de la ducha. Relax. Como si fuera una liturgia, se mueve con parsimonia, se viste lentamente, se mira al espejo con sosiego, se peina con tranquilidad. Entonces no hay nada que le importune más que saber que le espera algún periodista. ¿No marcharon ya todos? Los asistentes de prensa del equipo le recomiendan que salga un momento a atender a un medio de su país. Al fin y al cabo ya no hay nadie más. Pero Alexis Sánchez pone una condición antes de dejarse ver: no hablará de nada que no sea del partido contra el Levante.

Aceptado el trato, sale con cara de boxeador más que de futbolista. Le extiendo la mano para saludarlo y la acepta entre protocolo y desgano. Fuera del vestuario ya no tiene todo el tiempo del mundo. Al contrario. Hace notar que le molesta estar en la zona mixta y que si está ahí es por simple disciplina del club.

-Un gol contra el Levante y dos contra el Rayo Vallecano en apenas cuatro días…
-Cada vez estoy mejor con los compañeros, cada vez estoy mejor en el campo, murmura la estrella.

-Por cómo rindes en el equipo, parece que llevaras más de tres meses en Barcelona.
-Eso se puede decir desde fuera. Yo sólo estoy para jugar, responde sin levantar la mirada del suelo.

-Debutaste con el Barça en el Bernabéu por la Supercopa española. ¿Con qué sensación vuelve ahora?

Sólo en ese momento parecen iluminársele los ojos y dibujársele en la cara una media sonrisa.
-Es un partido muy importante. Tengo ansiedad de que llegue y de sumar los tres puntos.

-Está teniendo una rápida adaptación al equipo. ¿Quién le está ayudando más?

-Todos los compañeros.

-¿Alguno en especial?

- No.

Dos responsables de prensa rescatan enseguida a Alexis Sánchez de preguntas más allá del partido. El jugador se despide con una mirada dura, extiende la mano con parca cordialidad y desaparece. Apenas ha sido minuto y medio. Ni con el peor rival madridista se imaginaría más incómodo. Lo suyo no es hablar con la prensa. Un periodista de la televisión pública catalana (TV3) tiene el récord de haberle hecho 11 preguntas en dos minutos grabándolo en directo tras su debut contra el Real Madrid en agosto pasado.

EL PLAN "AISLANTE"
Todo lo expresivo y exuberante que Alexis es en la cancha, lo es de inexpresivo y retraído ante los medios. Así que bendice como ningún otro jugador que el entrenador del Barcelona, Pep Guardiola, haya blindado a la plantilla del acoso de los periodistas. Nada de entrevistas individualizadas a medios de comunicación, nada de fotografías esmeradas con ningún periódico. Desde principio de temporada, Guardiola introdujo la novedad de prohibir tajantemente entrevistas a sus jugadores. El desgaste de la dialéctica provocadora del técnico del Madrid, José Mourinho, llevó a Guardiola a aislar a su vestuario del ruido exterior. Lo que fue una medida provisional para quitar tensión ambiental a la Supercopa española en agosto -justo el mes en que Alexis se integró al Barcelona- se ha convertido en una consigna irreductible hasta pasada la Navidad, luego de disputarse el Mundial de Clubes en Japón.

Hace apenas dos años era impensable entrar en la semana previa al clásico sin que cada medio tuviera la instancia de entrevistar individualmente a algún jugador titular. Para compendio de blindaje se erige la Ciudad Deportiva Joan Gamper, en Sant Joan Despí, en las afueras de Barcelona. Apenas entran allí, los periodistas son dirigidos a la sala de prensa, sin radio de acción más allá de unas sillas con brazo o unas mesas para apoyar el computador o materiales de audio. No le falta funcionalidad al recinto, pero sí visibilidad. Ultimamente todos los entrenamientos son a puerta cerrada.

No hay detalle que hoy se deje al azar en el interior del Barcelona. Es tanta la seguridad que han aplicado en la ciudad deportiva, que hasta las contraseñas para la navegación wifi se cambian mensualmente. Así -y lo mismo se hace en el Camp Nou- se evita un descontrol de usuarios.

Sin prensa a la vista, Alexis Sánchez es feliz, aunque no tanto como cuando recibe un balón. Quedarse en la simpleza, rudeza y repugnancia que muestra el delantero tocopillano en su relación con los medios sería establecer prejuicios. Los que lo conocen mejor en el vestuario del Barcelona y los que tratan con él en el día a día en Cataluña aseguran que Alexis tiene una personalidad alegre y expresiva. "De puertas adentro es muy divertido, siempre tiene una sonrisa en la boca, eso se valora", asegura el internacional argentino Javier Mascherano. El jefecito sabe de lo que habla: al lado del locker de Alexis en el vestuario está el de Masche y el del arquero suplente José Manuel Pinto. "Es muy bromista. Entra muy bien en el rollo", señala el guardameta titular Víctor Valdés.

Fuera del vestuario, Alexis tiene unos vecinos todavía más ilustres. A menos de un kilómetro de la nueva casa del Niño Maravilla, reside Leo Messi. Y a escasos metros se encuentra también la vivienda en la que vivió Ronaldinho en su etapa azulgrana. El lugar tiene mucho de idílico: se trata de una zona montañosa de Castelldefels, a minutos de la playa. Precisamente en la zona más costera de este municipio, situado a unos 25 kilómetros de Barcelona, residen otros futbolistas como el propio Mascherano, David Villa, Adriano Correia, o los hermanos jugadores de la NBA Pau y Marc Gasol.

Que muy pocos en el lujoso vecindario de Castelldefels sepan la casa exacta que arrienda Alexis Sánchez dice mucho de la discreción con la que se mueve la nueva estrella del Barça. El barrio es de calles empinadas, plazas boscosas, casas con videocámaras, con amplios portalones y ventanales, con vistas al mar Mediterráneo, con piscinas de alto diseño y jardines floridos y bien mantenidos.  "Cuidado con el perro, no respondo por usted", se avisa en las entradas de varias viviendas. Hay casas de estética clásica, construidas hace 30 años, cuando nadie pensó que allí se "esconderían" famosos deportistas, y residencias de última tendencia arquitectónica tasadas en cuatro millones de euros (5,36 millones de dólares). En el aire se oyen más ladridos de perros que autos. Y huele más a pino que a calle. Dilla, derivado de ardilla, como apodaban de pequeño a Alexis Sánchez por su porte menudo, su gesto hiperactivo y su facilidad para trepar por los árboles en busca de una pelota perdida, debe ser feliz por esos parajes verdes que se amarillean con las puestas de sol.

El Niño Maravilla hace mucha vida en casa. Sus vecinos apenas le han visto o le han oído por el lugar. "A Messi se le ve de vez en cuando, incluso trotando con su novia. Y Ronaldinho aún era más visible. Saludaba muy alegremente cuando pasaba con el auto, y muchos domingos se le oía poner música y se olían los asados que organizaba para sus amigos", coinciden diversas voces del vecindario. "De Alexis no tenemos demasiada idea".

CLIENTE DE LA FONDA
Tiene mérito que cuando la estrella tocopillana invitó a su nueva casa a todos los compañeros de la selección chilena a principios de septiembre -la Roja disputó en Barcelona un amistoso contra México- los vecinos no advirtieran ningún exceso de ruido. Esa noche del 4 de septiembre Alexis decidió invitar al equipo entrenado por Claudio Borghi a comer postre y pastelitos en su hogar.

Antes habían comido, a las 7 de la tarde, en el restorán La Fonda del Port Olímpic. Pagó Alexis una cantidad que bien pudo ser de cuatro cifras: de entrada un pica-pica con calamares, chipirones, pescaditos fritos, jamón, ensaladas; y de plato principal un chuletón, solomillo o entrecot a la piedra. Con la carne reposada en el mármol, cada jugador podía terminar la cocción de la pieza a su gusto.

Alexis Sánchez es más bien carnívoro. En ningún restorán especializado en pescados y mariscos se le ha visto pedir más de una vez una lubina. Al contrario, es fiel a la carne a la piedra. La Fonda, un inmenso local de mesas amplias y paredes superpobladas de cuadros, está situada en plena zona olímpica marítima de Barcelona. Con un ir y venir constante de clientela, se ha convertido en uno de los restaurantes preferidos de la estrella del Barça. Alexis suele ir una o dos veces por semana, normalmente acompañado por su representante Fernando Felicevic, pero también por otros amigos compatriotas. Hace poco también invitó al jugador del Celta, Fabián Orellana. Nunca ha pedido expresamente un lugar reservado, si bien los mismos encargados del restorán se esmeran en guardarlo de los curiosos. "Alexis tiene una humildad exquisita. No parece futbolista en el trato. Quedan pocos como él", asegura Salva, el camarero que normalmente lo atiende. No reniega de hacerse fotos o firmar autógrafos con los clientes del restorán y, recientemente, en señal de agradecimiento, le regaló a Salva una camiseta del Barcelona firmada.

EL BLINDAJE PERSONAL
Ni en la Fonda del Port Olímpic, ni en otros restaurantes que frecuenta, nadie lo ha visto tomar bebidas alcohólicas. Sólo agua, quizá un jugo de naranja natural o un té. En el paseo marítimo de Castelldefels, cerca de donde vive, el Niño Maravilla tiene localizados dos establecimientos muy de su gusto. No se complica la vida: prácticamente están uno enfrente del otro. En el restorán de parrilla argentina Ushuaia está claro lo que pide: entrecot, solomillo… siempre un buen pedazo de carne acompañado de ensalada. Carlos, el padre del dueño del local por donde también pasa Messi, asegura que Alexis no rehúye sentarse en una de las mesas cercanas al ventanal que da a la calle. "Es tímido, tranquilo, pero afable. Tenemos una zona reservada, pero nunca la ha pedido. Claro que no dejo que nadie lo fotografíe o lo moleste mientras come", asegura Carlos. Está claro que Alexis no sólo es blindado en la cancha, sino que también en sus rutinas cotidianas fuera de ella.

Cruzando la calle se encuentra el restaurant Kama del Mar. Es una sorpresa que Alexis vaya un par de veces a la semana a comer allí. Seguramente entró por casualidad, o por comodidad de estar cerca de su casa, admite el encargado Raju, de origen hindú. El primer día que lo recibió en este local de estética oriental, con sillas de mimbre, zona de terraza y lounge chill out, con palmeras, esculturas de diosas hindúes y camas para alargarse mientras se fuma pipas schicha, Raju ni siquiera sabía quién era Alexis. No le gusta el fútbol. Pero uno de los camareros se percató de la célebre visita y le obsequiaron, aparte del plato de pasta que se pidió, una especialidad de la casa: el Chicken Tikka, una suerte de pollo marinado y especiado al estilo hindú, regado con salsa de yogur. De color rojizo por fuera y de carne blanca, posado sobre un lecho de pimientos y otras verduras, ese plato llega a la mesa aún con el crepitar de la sal y el aceite en el fuego. "Le gustó tanto, que lo repitió las siguientes tres veces que vino", asegura Raju. El plato cuesta apenas 7,20 euros (9,60 dólares), una absoluta propina para el bolsillo de Alexis.

Fue precisamente el Kama del Mar, que dispone también de karaoke, el restorán al que acudió el Niño Maravilla, acompañado de un amigo, después de golear al Levante. A veces, el tocopillano come sólo. Se acerca en auto y, al principio, si veía mucha gente, dudaba de entrar por timidez. Él también se blinda a sí mismo.

Aunque apenas conoce la capital catalana, se mueve solo. "No nos pregunta mucho sobre la ciudad. Ya la conocerá con el tiempo", apunta Mascherano. "Al club no nos ha preguntado dónde comer, ni dónde comprar ropa. Parece que está asesorado por algún conocido suyo u otro jugador", afirman desde el Camp Nou.

Del Kama del Mar se ha convertido en cliente habitual. Por eso, sabe que siempre puede ocupar una zona reservada, aunque normalmente se limita a ocupar un rincón del amplio salón del local. Raju dice que varias veces le ha ofrecido un cóctel, pero él siempre lo ha rechazado. La noche del partido contra el Levante, Alexis comió tallarines a los cuatro quesos y un plato de carne. Sólo bebió agua y un té a la menta. "Es muy cordial y educado", asegura el encargado hindú. Agrega que Sánchez es fiel al entrecot y al pollo. "Nunca nos ha pedido pescado", recalca.

ESTILISTA PRIVADO
Que Alexis es de ideas fijas y claras también lo confirma su peluquero, Manolo García, quien también le corta el pelo a Messi, Piqué y Afellay, entre otros. "Sabe lo que quiere: cabello corto, pero moderno, un poco diferente a lo usual. Tiene buen gusto. No le tengo ni que asesorar", dice García, quien es el estilista de la peluquería del Hotel Princesa Sofía, el más cercano al Camp Nou y donde el jugador chileno se hospedó hasta que encontró casa.

En poco más de tres meses, Alexis ya ha pasado tres veces por esa peluquería, si bien el jopo que usaba se lo cortó antes de aterrizar en Barcelona. "Al principio parece calladito, serio, pero enseguida te das cuenta de que tiene mucho sentido del humor", cuenta García. La anécdota es que la segunda vez que lo atendió, el peluquero no comprendió que Alexis quería el corte un poco más largo -"habla muy rápido y con ese acento tan diferente al nuestro"- y le cortó el pelo más de lo pedido inicialmente por el jugador. Antes de la tercera visita, el delantero del Barça envió un whatsapp al móvil de García: "Espero que me lo hagas mejor que la última vez jijiji". El estilista lo está esperando para el siguiente corte, siempre respetando la norma sagrada que tiene con sus clientes futbolistas: "Nunca hablo con ellos de fútbol ni de mujeres".

Mejor así. A Alexis no le gusta hablar de fútbol, sólo jugarlo. Quizá en parte por eso se siente tan incómodo ante la prensa. Y tal vez por eso le gusta que lo blinden desde el propio club. "Alexis debe seguir como es ahora", dijo Guardiola en una rueda de prensa. Ya le vale con eso. Al fin y al cabo, el Niño Maravilla es fiel a todo lo que le gusta: sea un balón, un amigo, un equipo o un restorán.