Fueron sólo un par de minutos dedicados a las proyecciones de la cartera de Cultura; sin embargo, el anuncio que hizo la Presidenta Bachelet en su discurso del 21 de mayo sobre la apertura de un Centro Nacional de Arte Contemporáneo en Cerrillos, encendió de inmediato la discusión en la escena cultural.

El espacio, con más de 4.000 metros cuadrados, abrirá sus puertas en la segunda quincena de septiembre, en el remodelado ex aeropuerto, con recursos del Ministerio de Vivienda que ascienden  a $ 1.500 millones, y que fue entregado en comodato al Consejo de la Cultura. Tendrá salas de exhibición, depósitos para colecciones, biblioteca, centro de documentación, videoteca, archivo digital y un laboratorio de investigación. Además, será el centro de operaciones donde el ministro Ernesto Ottone planea proyectar la nueva Política Nacional de Artes Visuales, "Se vincularán artistas, curadores, profesores y alumnos. El plazo es el segundo semestre de 2017", afirmó.

Sin embargo, las primeras voces de descontento surgieron desde los puestos directivos de otros museos, quienes no ven transparencia en la iniciativa. "Me enteré por la prensa. No nos han convocado para estudiar ninguna Política de Artes Visuales y creo que los museos deberíamos ser los primeros en ser llamados", dice Claudia Zaldívar, directora del Museo de la Solidaridad. "Es irresponsable ir creando centros culturales cuando no hay estructuración de los espacios que ya existen. Los museos en Chile se están manejando con presupuestos bajísimos, a diferencia de algunos centros culturales que ni siquiera manejan colecciones. Hay una deuda tremenda con los museos de Chile", agrega Zaldívar, quien anualmente cuenta con $ 420 millones otorgados por el Estado para hacer funcionar el espacio de Av. República que cuenta con 2.600 obras de artistas como Joan Miró, Frank Stella y Alexander Calder, entre otros.

Un caso similar vive el MAC, dependiente de la Universidad de Chile, y que hace años anhela un edificio propio, ya que el de Parque Forestal lo comparte con el Museo de Bellas Artes. "Me alegra que exista otro espacio dedicado a las artes, pero me surgen dudas: ¿Era necesario abrir un espacio así en Santiago existiendo un museo destinado para lo mismo?", plantea el director del MAC, Francisco Brugnoli, aludiendo a su propia institución, que este año cumple siete décadas.

"Quizás esta es una crítica del Consejo hacia la U. de Chile", aventura Brugnoli. "Quizás quieren dar un ejemplo de cómo hacer las cosas de forma diferente;  pero no se ve bien, en el sentido que se desconcentran los esfuerzos teniendo dos espacios para el arte contemporáneo. El Estado podría enfocarse bien en uno", agrega.

Otro aspecto de la discusión apunta a la ubicación del espacio, en Cerrillos, una comuna  alejada de los barrios tradicionales del arte como Bellas Artes, Av. Italia o Alonso de Córdova. En este punto hay más voces a favor que en contra. "Me parece un proyecto extraordinario, creo que hay que apostar a que nuevas audiencias accedan al patrimonio que es de todos", dice Alejandra Serrano, directora del Centro Cultural La Moneda, y apuesta a que en el futuro la Cineteca Nacional y el Cedoc de Artes Visuales puedan funcionar también en Cerrillos.

Cristóbal Gumucio, director de Matucana 100, también ve potencial en la comuna. "Me parece una ubicación interesante, donde se está levantando una ciudad nueva, proyectos habitacionales y un metro que le dará conectividad", señala. Mientras que Pedro Montes, galerista y coleccionista de obras de arte de los 70-80, celebra la existencia de depósitos de primer nivel para arte contemporáneo. "En Chile no existe ninguno que te permita tener colecciones con seguridad y climatización. Es algo que me interesa y ya me han ofrecido llevar mi colección al centro".

Para Roberto Farriol, director del Museo Nacional de Bellas Artes, el proyecto es una señal de democratización: "Entendemos la necesidad de abrir y activar nuevos polos más allá de las necesidades particulares que puede tener nuestro museo en términos de espacio".

Sin embargo, el artista y académico de la UC Pablo Chiuminatto es más duro sobre el tema. "Hay un Museo de Bellas Artes que no tiene presupuesto ni espacio para llevar a cabo su tarea historiográfica y un MAC que se cae a pedazos. Entonces ¿por qué abrir un nuevo centro?, ¿qué relación tiene este centro con la comuna? ¿Lo necesitaban? No entiendo por qué crear un nuevo polo de arte y no potenciar los que ya existen", afirma Chiuminatto, quien además hace hincapié en que los terrenos son parte de una donación privada que estipulaba que su utilización debía ser para la aeronáutica. El Estado estaría incumpliendo ese aspecto (ver recuadro).

"La pregunta es de dónde salieron los recursos para este centro de arte, si resulta que no hay recursos para nuestros museos, tienen que estar constantemente postulando a fondos concursables. Lo mismo con la red de centros culturales: el ministerio lo que ha hecho es capacitar a los gestores culturales para que puedan postular a fondos.  ¿Y me hablan de Política Cultural? Es ridículo. No me cabe duda que las artes visuales necesitan un Política Nacional, pero dudo del camino que se está tomando. Hay algo que no cuadra", remata.