La posibilidad que la población de pingüinos de la Antártica haya sido infectada por patos de Norteamérica es parte de un proyecto liderado un científico chileno, que por segundo año viajará al continente blanco esperando investigar distintos tipos de ejemplarea de esta ave y su relación con el origen y la evolución de la influenza en la región.

El proyecto, llamado "Ecología del virus de influenza aviar en Antártica: rol de las aves migratorias en la introducción de influenza en la población de pingüinos", es liderado por el Dr. en Ciencias Biomédicas de la Pontificia U. Católica de Chile, Rafael Medina, del Centro de Investigaciones Médicas y tiene como objetivo tomar muestras de pingüinos (adelia y papúa) en bahía Fildes, bahía Paraíso, isla Doumer, isla Lagotellerie, isla Avian y cabo Shirreff.

"Encontramos evidencia serológica (anticuerpos en la sangre) de que existe presencia de influenza en la región. A través de muestras sanguíneas, observamos que estos pingüinos (adelia) mantienen anticuerpos contra el virus. Esta temporada 2018 queremos obtener una mayor cantidad de muestras que el año pasado", afirma Medina.

"Hemos encontrado un virus mediante estudios preliminares, que si bien tiene algunos datos que nos indican que puede ser autóctono de la Antártica, también está relacionado con virus de influenza encontrado en patos en Norteamérica. Existe una evidencia clara que hay una potencial de introducción, pero queremos entender la dinámica y cómo se relacionan entre sí", dice el investigador polar.

En la temporada anterior, los científicos lograron muestrear alrededor de treinta ejemplares, encontrando dos con presencia de anticuerpos positivos para influenza, cuyas muestras fueron recolectadas en isla Avian, donde anidan aproximadamente más de 66 mil parejas de pingüinos.

El experto explica que en el caso de los pingüinos, la influenza se replica en los intestinos, por lo que al tomar una muestra es necesario extraerla desde la cloaca (cavidad situada en la parte final del tracto digestivo, donde coinciden los conductos finales de los aparatos urinario y reproductor) del animal. Posteriormente, los investigadores unen esta muestra con una de sangre y unen las dos mediciones para verificar si el ave ha estado expuesta en el pasado a través de la sangre o si se encuentra presente en la actualidad.

"Encontramos individuos positivos en la isla Avian, bahía Paraíso y cabo Shirreff. De todas las muestras que obtuvimos en la temporada pasada, el 22 % resultaron positivas para los pingüinos adelia. A su vez, estos individuos comparten muy cerca de otra colonia de pingüinos, pero del tipo papúa, el cual solo el 2 % de ellos arrojó positivo", agrega el científico.

El proceso implica aislar los virus, obtener el material genético y secuenciar el genoma completo. Todo esto toma bastante tiempo, desde que la muestra es congelada en nitrógeno líquido en terreno y trasladada hasta Santiago para su trabajo de laboratorio.

"Una de las claves es que el virus de influenza en aves, es como el virus hanta en los roedores. Son portadores, pero no necesariamente producen enfermedad. En el trabajo de investigación con los pingüinos ya sabemos que existe esta enfermedad en esta región, ahora nos toca averiguar si estas poblaciones de animales se pueden llegar a contagiar", cuenta Medina. "Hasta el momento, uno puede decir que donde hay pingüinos, el virus puede estar presente. Esperamos esta temporada venidera obtener una mayor cantidad de muestras. Con el genoma viral, podemos entender desde dónde se originan. ¿Son autóctonos que podrían estar presentes en Antártica desde el pasado o son virus importados, introducidos desde el continente a través de aves migratorias?", subraya.