Eran tres amigos inseparables en el colegio. Rodrigo, Felipe y Carlos tenían muchas cosas en común. Entre ellas, buenas notas en matemáticas. En su colegio, el Instituto Victoria de esa misma ciudad, les decían que tenían futuro como ingenieros. Por eso, y porque no querían separarse, no lo pensaron mucho una vez que recibieron los puntajes de la Prueba de Aptitud Académica en 2001: los tres se matricularon en Ingeniería Civil en la Universidad de Concepción. Además de compartir carrera, se fueron a vivir juntos. Al finalizar el primer año, ninguno de ellos continuaba en ingeniería.

¿Qué pasó? Felipe lo explica: "Entramos juntos porque éramos amigos, pero yo siempre supe que me gustaba la arquitectura y, antes del final del primer semestre, tuvimos una conversación y cada uno supo que, en realidad, la ingeniería no era lo nuestro". Hoy, Felipe está terminando Arquitectura, Carlos hace lo propio con Licenciatura en Música y Rodrigo se tituló de Periodista.

Aunque parezca increíble, muchos estudiantes de enseñanza media deciden su futuro influenciados por sus compañeros. Así, por lo menos, lo comprobó una investigación que se llevó a cabo en la Universidad de Negocios Bocconi, de Milán, Italia, y que midió el "efecto pares" en la educación superior.

En el plantel, los estudiantes entraban a un ingreso común en cursos al azar, y al segundo año debían elegir una especialidad: Negocios o Economía. Los estudiantes que pasaban más tiempo juntos en clase elegían en mayor proporción la misma especialidad. Además, al analizar las condiciones laborales de ese grupo un año y medio después, aquellos que decidían influidos por sus compañeros tenían un rendimiento más bajo en sus estudios. Por si ello fuera poco, al egresar obtuvieron menores salarios que aquellos que eligieron su carrera por vocación.

Según los investigadores, esto sucede por culpa de una espiral: al poco tiempo, los universitarios descubren que no tienen habilidades para lo que eligieron, bajan sus notas y pierden la motivación. De ahí a desertar, o terminar la carrera con pocas expectativas laborales, hay un paso.

FACTOR PRESTIGIO
Este es un fenómeno que ven frecuentemente en Chile quienes trabajan con los jóvenes, ya sea colegios, preuniversitarios o los mismos planteles. "Al estar en plena adolescencia, el influjo de los amigos puede llegar a ser  más poderoso que el de los padres.

Si los amigos piensan que estudiar actuación es poco prestigioso, es probable que un joven desista de esa opción o, por lo menos, no lo diga en público", dice la sicóloga Virginia Seyler, del Preuniversitario Pedro de Valdivia. En esta edad, los jóvenes quieren diferenciarse de sus padres, pero, además, pertenecer a un grupo, de ahí que sus decisiones sean tan influenciables (ver recuadro).

Un fenómeno que se acrecienta si el futuro universitario no tiene clara su vocación, algo muy común en esa edad: según datos del Preuniversitario Pedro de Valdivia, el 17% de sus estudiantes no sabe el área de su interés. Y casi un 40% quiere estudiar Medicina, carrera que es alcanzada sólo por unos pocos.

Es lo mismo que han descubierto los planteles que encuestan a sus alumnos o postulantes para conocer las motivaciones que los llevaron a hacer su elección de carrera e institución. Según explica Marcos López, director de Admisión de la Universidad Técnica Federico Santa María, tras el lógico corte que establece el puntaje en la PSU, la influencia del ambiente está en segundo lugar al elegir una carrera. Esto, porque el entorno va modelando las percepciones acerca de qué carrera y universidad es más prestigiosa o tiene mejores profesores e infraestructura.

Este "prestigio de marca", que está tan influido por el entorno, es, incluso, más importante que las consideraciones económicas. Y los amigos son una parte importante del entorno. "Entre estudiantes de bajo nivel socioeconómico, que tienen pocas fuentes de información, el peso de los amigos y la familia es más importante", agrega López.

Similar opinión tienen en las universidades Finis Terrae y Adolfo Ibáñez: los padres ya no son los que más opinan sobre el futuro de sus hijos. Encuestas de la UAI señalan que la mirada de los amigos es más decisiva que la de la familia.

Rodrigo lo explica a su manera: "Pensábamos que iba a ser más fácil salir de casa y cambiarse de ciudad si estábamos unidos. Hacíamos un buen grupo de amigos y de estudios, por eso tomamos la decisión".

EL PESO DE LOS PADRES
Para los padres, el momento de la decisión de carrera de sus hijos es estresante. Muchos tratan de convencerlos de que la ingeniería o el derecho son el camino correcto, o hablan mal de las carreras artísticas. Virginia Seyler recomienda no ser tan categóricos, porque el efecto puede potenciar la opinión de los pares, que la mayoría de las veces están igual de desorientados.

Los padres pueden ejercer su influencia, pero en esta etapa del desarrollo los hijos sienten que cualquier conversación puede ser una imposición. Para evitar esto, lo mejor es acercarse de a poco. Por ejemplo, si el estudiante ya decidió su carrera, intentar saber si es una opción sólida o sólo una idea vaga.

Acercarse con calma y a través del afecto parece ser la clave. Un estudio del departamento de Sociología de la Universidad Mc Murry, en Texas, señala que la influencia de las madres es importante, precisamente porque mezcla lo emocional con lo normativo.

El mismo estudio asegura que los padres influyen en la elección de carreras técnicas y científicas, mientras que las madres lo hacen en las carreras humanistas.